Название: El castillo de cristal I
Автор: Nina Rose
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
isbn: 9789561709249
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—¿Puedo preguntar por qué no lo ha podido reclamar usted mismo?
—Está custodiado. Un grupo bastante grande lo protege y desconozco dónde lo guardan. He enviado agentes pero han fallado. Necesito a alguien que se infiltre y lo saque con la mayor discreción posible.
—¿Infiltrarme? —el espíritu aventurero de Rylee saltaba de anticipación, pero su cerebro le enviaba señales de cautela—. ¿Infiltrarme dónde exactamente?
El hombre sonrió.
—Ah, pues, querida. Necesito que te infiltres en una tropa de rebeldes.
3
Rylee estaba segura de que lo había oído correctamente.
—¿Una tropa rebelde? —lo repitió en voz alta para asegurarse de todas formas. Los rebeldes estaban contra el Yuiddhas. Los llamaban “los viudos del Rey”; muchos habían sido soldados fieles antes de que el Traidor tomara el poder. Estaban desparramados por todo Rhive y se decía que quedaban cada vez menos.
—Exacto. Uno de los miembros de la tropa me arrebató la reliquia. Por fin he dado con su paradero, pero es muy difícil llegar a ellos sin ser cuestionado o lidiar con la desconfianza. Por eso tú eres perfecta para el trabajo —la miró de arriba a abajo—, con la historia perfecta puedes hacerles creer lo que quieras con esa bella cara de inocente.
—Cree que confiarán en mí —no era una pregunta.
—Lo creo, si. Si eres lo suficientemente convincente, me atrevo a pensar que te admitirán entre ellos. Una vez en esa posición, serás capaz de moverte con libertad dentro del campamento. Gánate su confianza y su respeto y compartirán contigo los secretos que guardan.
—Entre ellos la localización de su reliquia.
—Veo que sigues mi idea.
—Es una misión peligrosa. Si me descubren, quién sabe lo que me harán. No le saldrá barato, lo sabe, ¿verdad?
—Lo sé —contestó—, estoy al tanto de los riesgos. Por ello te ofrezco pagar lo que te queda de la deuda con Ábbaro Stinge.
Esas palabras la llenaron de esperanza y de temor, entremezclándose y confundiéndola. ¿Pagar su deuda? ¿Toda? ¿Cómo sabía él...?
—¿Cómo sabe sobre eso? —preguntó Rylee intentando sonar lo más fría y distante posible. A su lado, pudo sentir el cuerpo de Ánuk aumentando de temperatura y, discretamente, puso su mano en el lomo de su amiga para tranquilizarla. No quería que ese hombre viera las marcas de la wolfire.
—Tengo mis fuentes —se reacomodó en su silla, parecía relajado—, buenas fuentes. Fuentes que me hablaron de ti y tu deuda, de tu agilidad, rapidez y discreción. Esa es mi oferta, ¿la tomas o la dejas?
Temía, pero el prospecto de una vida libre de Stinge, libre de ser la Chica Sombra, era demasiado tentador. El trabajo lo podía hacer; era el tipo de cosas que ejecutaba a ojos cerrados. Sonrió, para darse valor y para que su interlocutor viera que no tenía miedo de nada.
—Cincuenta por ciento del total por adelantado, en efectivo —dijo firme—. El resto cuando le entregue su reliquia, de forma inmediata y también en efectivo. Nada de certificados de pago, ni depósitos, mucho menos entregarle el dinero directamente a Stinge. Quiero ser yo quien salde la deuda.
—Me parece razonable. Por mi parte, te daré solo sesenta días para cumplir lo que te pido. Pasado ese tiempo el trato está roto. ¿Estás de acuerdo?
—De acuerdo.
—Entonces —se levantó y estiró la mano izquierda hacia Rylee—, me parece que tenemos un trato, hermosa señorita.
—Un trato— Rylee también se levantó, estrechándole la mano.
Se encontró con un agarre firme, una mano que parecía apresarla. Una ráfaga de frío le atravesó el cuerpo; quiso soltarse pero era imposible. Una sombra comenzó a formarse tras el hombre; crecía y crecía... parecía salir de él, lo estaba cambiando . El rostro atractivo que había visto tenía algo aterrador y sombrío ahora, una malignidad en sus ojos verdes...
Ánuk gruñía, pero no atacaba y entonces Rylee notó que ambas estaban congeladas, inmóviles, atrapadas en algún tipo de hechizo.
—Una cosa más —habló, su voz parecía venir de todos lados—, tengo una pequeña cláusula que me asegurará la entrega. Si el cristal no me lo traes antes de los sesenta días —un dolor agudo atravesó a Rylee, abrasándole el pecho, instalándose justo sobre su corazón—, morirás.
El hombre la soltó, pero seguía incapaz de moverse.
—Has de saber que una maldición lanzada por un nigromante como yo es imposible de romper excepto por el que dicta la sentencia, por lo que si fallas o no llegas a tiempo, las espinas te matarán. Recuérdalo: solo yo puedo romper la maldición que te he dado. La reliquia que debes recuperar es un cristal: el Fadh u Taegjhang conocida comúnmente como la Piedra del Guerrero o la Primera Pieza. Encuéntralo, tráemelo y te liberaré de la muerte y de tu esclavitud. Cuando estés lista, sabrás que hacer para llamarme.
La sombra se hacía cada vez más grande. Rylee pudo ver, con horror, que había figuras humanas, espectros, moviéndose dentro.
—En dos días —siguió— deberás ir hasta este punto del Bosque de Marfil
—un mapa se materializó con las coordenadas que señalaba el lugar— según mis cálculos, allí es donde deberían estar entonces. Búscalos, pídeles ayuda, diles que quieres advertirles de un ataque inminente, que los persigue un ejército, pon de tu cosecha para que suene más convincente. Crearé entonces la instancia para infiltrarte, pero tu estadía dependerá de cuán inteligente seas. Buena suerte, pequeña Rylee.
La sombra rodeó el nigromante, engulléndolo y desapareciendo en la nada. La movilidad retornó al cuerpo de Rylee, pero ella se sentía incapaz de moverse. Entonces, consternada y sin poder sostenerse más, cayó desmayada.
Lo primero que vio al despertar fueron los ojos preocupados de Nan Pezzi. A medida que su visión fue ampliándose, notó que varios Pezzis estaban a su alrededor, todos luciendo inquietos pero aliviados de verla despertar. Sintió el hocico de Ánuk en su mano y comprendió que su amiga estaba echada a su lado.
Al intentar incorporarse, la mano firme y cálida de Nan la sostuvo impidiéndole cualquier intento de alzarse de la cama.
—Aún no, niña.
—Estoy bien, Nan.
Ánuk bufó.
—Al menos espera que llegue Ruby. Mandé a uno de los chicos a buscarla para que te lleve a casa.
A Rylee le fastidió que se tomaran esa atribución. No quería preocupar СКАЧАТЬ