Название: 1968: Historia de un acontecimiento
Автор: Álvaro Acevedo
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
isbn: 9789588956978
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Por todas estas transformaciones, el año 68 es interpretado como un ‘acontecimiento ruptura’, que se despliega en toda su complejidad en las décadas subsiguientes. Dirigir la mirada hacia este momento invita a reflexionar en tres sentidos complementarios. En primer lugar, es una ruptura de dimensiones planetarias; no por casualidad estallan levantamientos sociales en diferentes partes del mundo muy disímiles, protagonizados por jóvenes que impugnan el acontecer desde sus necesidades y aspiraciones más inmediatas. En segundo lugar, es un momento de crisis generalizada en el que se condensan experiencias históricas diversas. Por último, los fundamentos mismos de una gran parte de la civilización, tal y como se conocen, son cuestionados, en especial los ideales de progreso indefinido de la Modernidad. El mundo no es el mismo después del 6814.
A nivel macro, luego del acontecimiento del 68, el capitalismo entra en etapas episódicas de crisis, pese al auge del neoliberalismo a finales de los ochenta y durante toda la década de los noventa. El Estado sufre una gran transformación, inspirada en los postulados neoconservadores, que lo hunden en cierto escepticismo porque desiste del proyecto de convertirse en el escenario para organizar la sociedad y la economía. La emergencia de un ultraindividualismo viene aparejada con el descrédito generalizado de los partidos políticos y de todo proyecto utópico de carácter reivindicatorio de la humanidad. Carlos Antonio Aguirre Rojas advierte que el mundo después del 68transforma todas las relaciones humanas:
[…] desde las estructuras de la hegemonía del sistema capitalista mundial, hasta las actitudes de los hombres respecto a la vida, el trabajo, el disfrute y el uso del tiempo libre, y desde la conciencia de las implicaciones de la relación fundante entre el hombre y su medio ecológico circundante, hasta el reconocimiento de la diversidad y pluralidad de los caminos u opciones civilizatorias que el hombre ha emprendido a lo largo de su historia. Todo ha sido sucesivamente cuestionado y luego problematizado por la generación de los soixante-huitards críticos en todo el mundo15.
La explicación de este historiador mexicano sobre los acontecimientos del 68 no se expresa únicamente en las transformaciones culturales, sino en una interpretación geográfica y temporal del macroacontecimiento. La Revolución Cultural china de 1966 inaugura la nueva era, que llega hasta 1969 con el Otoño Caliente de Italia. Esta periodización abarca los hechos del Mayo francés o del Octubre mexicano. Aguirre considera que 1968 tiene tres epicentros planetarios: Francia para el mundo desarrollado, China para el área de influencia socialista y México para los llamados países tercermundistas. Explicar el 68 de una manera global, como la manifestación patente y estruendosa de toda una revolución cultural en proceso, conduce a Carlos Antonio Aguirre a preguntarse por las causas planetarias de los levantamientos simultáneos que se viven en el mundo a finales de los años sesenta.
En esta onda cultural planetaria Aguirre reflexiona sobre el lugar de la universidad en la sociedad mundial después de 1945 y por la nueva composición que, con sus matices, adquiere esta en gran parte de los países del globo. La incorporación de las llamadas clases medias y, en algunos casos, de los sectores populares permite la movilidad de importantes sectores sociales en el marco del ciclo económico Kondratiev [1945-1973]16. La segunda variable para explicar el 68 remite a las manifestaciones en todo el mundo protagonizadas por un sector social: los estudiantes. El movimiento estudiantil se convierte en un actor fundamental en las sociedades contemporáneas y enarbola las banderas en representación de otros sectores sociales, así muchas de sus declaraciones se hayan quedado más en el papel que en la acción.
En cuanto a las demandas de los múltiples movimientos, Aguirre considera que es posible hallar puntos de convergencia. Más allá de las diferencias y particularidades nacionales, los jóvenes de todo el mundo, al cuestionar e increpar directamente las relaciones de poder entre Estados, géneros y roles, abogan por una radical revolución cultural. El objetivo puede ser el falso realismo socialista y su “democracia centralista”, el consumismo desaforado de las sociedades “posindustriales” o las luchas por la democracia y sus proclamas contra el autoritarismo. Los movimientos de 1968 no son el resultado de crisis socioeconómicas; por el contrario, se enmarcan en contextos de relativo auge económico y cierto crecimiento social. Las principales demandas se expresan en cuestiones relacionadas con la cultura, sin negar asuntos sociales y políticos.
Una última inflexión analítica sobre el 68 se refiere al triunfo o fracaso de esta ola de levantamientos. Desde una perspectiva inmediatista, los movimientos políticos son derrotados estruendosamente, basta recordar el resultado de las elecciones en Francia o el desenlace de las movilizaciones mexicanas luego del 2 de octubre para constatar la derrota. Sin embargo, la valoración del 68 a mediano y largo plazo no parece ser la de postración, sino la de un triunfo indubitable en términos de la modificación de las estructuras y los patrones culturales. Transformaciones que muestran el impacto profundo del 68: revoluciones familiares, escolares y mediáticas; emergencia de nuevos saberes y racionalidades; movimientos antisistémicos de nuevo cuño como el feminista, el ecologista, el pacifista; defensa de derechos humanos, civiles y de minorías [étnicas o sexuales]17.
Desde un enfoque similar, pero con nuevas luces sobre el sentido del 68, Hugo Fazio afirma que este año se puede comprender como un macro-acontecimiento que facilita la explicación del presente histórico en que vivimos. Luego de tomar distancia de los años convencionales [1945 y 1989] –a los que algunos expertos recurren para entender la contemporaneidad–, Fazio señala que 1968 constituye un momento de ruptura sociocultural. Una postura que lo distancia de la valoración realizada por Hobsbawm, para quien este año es solamente un signo y no un acontecimiento que marca un antes y un después en la historia de la cultura18. Más allá de los balances políticos que se orientan a destacar la “derrota” de aquel momento, se retoma con fuerza la profundidad y la imperceptibilidad, a veces, de las transformaciones que se dan a finales de los años sesenta. Como lo sugiriera Braudel, este año puede estar al mismo nivel que el Renacimiento o la Reforma.
A mediano plazo, Fazio reconoce en 1968 cambios importantes en materia económica y social. A partir de aquellos años se da inicio a la tercera revolución industrial, determinada por la introducción de la robótica y la informática en la economía capitalista. El autor también destaca el papel medular de los nuevos medios de comunicación y su incidencia en la modificación de la temporalidad. A finales de los años sesenta se inicia el declive de los “años dorados” del capitalismo de posguerra, una de cuyas expresiones es el quiebre del modelo de Bretton Woods y del patrón oro. En el ámbito sociopolítico, y casi dos décadas antes, el 68 es un punto de continuidad y quiebre en el esquema bipolar de la Guerra Fría, situación que está íntimamente asociada a la emergencia de los nuevos actores sociales que Immanuel Wallerstein denomina como antisistémicos.
A largo plazo, los cambios propiciados a partir del 68 son más profundos. En primer lugar, se inicia un proceso de acentuación del individualismo como efecto de una mayor dilatación del presente. La consecuencia más inmediata son los cambios en el régimen de historicidad de la Modernidad clásica. El ensanchamiento del presente se enmarca en una mutación profunda del capitalismo en razón del tránsito, con mayor fuerza, de la transnacionalización del capital. En términos productivos, esto se conoce como el paso del fordismo al posfordismo. Estos cambios profundos se comprenden mejor si se considera que el mismo proyecto de la Modernidad deja de ser aquel ideal universalista –con claro sesgo eurocéntrico–, para convertirse en una trama de aspiraciones de modernidades regionales y locales. Recapitulando, Fazio sugiere tres СКАЧАТЬ