Название: Cuerpo, función tónica y movimiento en Psicomotricidad
Автор: Miguel Sassano
Издательство: Bookwire
Жанр: Медицина
Серия: Psicomotricidad, cuerpo y movimiento
isbn: 9788418095306
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- Tono de actitud, que es el que nos permite mantener una actitud: el simple hecho de estar de pie pone en juego la función tónica de actitud que lucha contra el peso. Permite mantener cualquier actitud sin demasiado cansancio. El tono de reposo se regula a nivel medular, el tono de actitud se regula a nivel superior, en los centros subcorticales, en los núcleos grises centrales. Fue Sherrington el primero en hablar del tono de actitud.
- Tono de acción, que es una función que acompaña a la actividad muscular y que es indisociable de la fuerza muscular.
“Es así –dice Henri Wallon (1949)– como se ha distinguido un tono residual o tono del músculo en reposo; un tono ortostático, que asegura la permanencia de pie, y cuya superficie de excitación periférica es la planta de los pies; un tono de equilibración, o tono laberíntico; un tono explosivo, que corresponde a los movimientos en preparación; un tono de sostenimiento, que acompaña y sostiene a los movimientos en curso de ejecución; un tono catatónico, que sirve a la conservación de las actitudes”. Pero precisa, no obstante, que “la diversidad de sus caracteres no autoriza, sin embargo, a yuxtaponerlos simplemente, como si cada uno de ellos dependiera de una naturaleza o de una esencia particular…; es a las acciones padecidas por el tono adonde hay que remontar la determinación de sus diferentes aspectos”.
El tono y el reposo
Otros de los aspectos que analizaremos es el carácter comunicativo del tono. En primer lugar y siguiendo a Coste (1978), hablaremos del tono, el reposo y la relajación.
“El sueño y el reposo en general no son simplemente interrupciones de la actividad, pues aun en el más profundo descanso la inactividad muscular es solamente relativa y muy variable. Pareciera haber un solo ejemplo de la relajación muscular total, pero pasajero. Es el que acompaña a la iniciación rápida y profunda del sueño. El niño muy pequeño muestra claramente en su actitud la persistencia de un importante tono muscular, puesto que se recoge sobre sí mismo hasta encontrar la posición fetal. En un mismo individuo se verifican durante el sueño actitudes características que objetivamente y anatómicamente no parecieran favorecer un descanso óptimo. Por ejemplo, la posición de «gatillo de fusil», la posición fetal, el brazo debajo de la cabeza, etcétera. Pero corresponden a las estructuras personales que a veces reaparecen en todos los miembros de una misma familia” (ibid.).
Hay, por otra parte, modos muy distintos de iniciar el sueño: algunos pueden hallar reposo en cualquier momento del día y distenderse completamente en cuanto se procuran un instante de calma. Otros acceden al sueño sólo al cabo de un largo y preciso ritual: lectura, luz, movimientos sobre sí mismo en la cama; otros, sólo si están familiarizados con el marco de objetos que lo rodean (ibid.).
Efectivamente, el tono y su comportamiento, su movilización excesiva (hipertonía) o deficiente (hipotonía), dependen de los estímulos del medio tanto como del sujeto que las percibe. Sea como fuere, “cualquier actitud y cualquier posición, tanto en el sueño como en la vigilia, dependen de la actividad tónica, es decir, de esa actividad que da a los músculos un grado de consistencia y una forma determinada” (Wallon, 1949).
Por ello, continúa Coste (1978), aun durante el sueño, cuando los músculos conservan cierta consistencia, la actividad tónica persiste.
“No obstante, entre el tono y la distensión muscular hay una relación muy estrecha. Según Dupré, la relajación, es decir, la distensión muscular es otro aspecto de la motricidad. Para la Psicomotricidad reviste tanto interés el movimiento, al que subyace cierto comportamiento tónico, como la relajación, que no es simple inacción sino un comportamiento tónico específico, puesto que apunta justamente a la resolución tónica, al descenso del tono residual de fondo, a la distensión muscular. Se advierte de tal modo que en una situación terapéutica privilegiada el sujeto, buscando la distensión en la posición más adecuada (decúbito dorsal, cabeza, mano y pliegue del poplíteo apoyados en almohadones), se ve llevado a percibir variaciones tónicas cada vez más finas, hasta llegar a un completo relajamiento del conjunto de la musculatura periférica” (Coste, 1978).
Lo que podría llamarse el “tono de relajación” es característico de una distensión completa, a la inversa de la hipnosis, en la que sugestión induce el relajamiento muscular mediante un condicionamiento psíquico (ibid.).
La relajación muscular induce la distensión psíquica y enriquece la imaginación corporal pues hay una estrecha relación entre el comportamiento tónico y el psiquismo. En su obra La relajación terapéutica en la infancia, Bergès y Bounes muestran que los niños inestables son capaces, después de una terapéutica de relajación, de proyectar en las planchas del test de Rorschach percepciones globales y en movimiento (factor K, por “kinestesia”), mientras que anteriormente eran fragmentarias y estáticas, como si la resolución tónica de la inestabilidad hubiese permitido recuperar, en el nivel de la imaginación, la energía gastada sin objeto en los movimientos incontrolados del inestable (ibid.).
No obstante, según las expresiones de Coste, “la definición de esa «energía» y las modalidades de su paso del «soma» a la «psique» siguen siendo completamente misteriosas. Pertenecen al mismo orden que los fenómenos que Charcot y después Freud habían observado en relación con la histeria (y con la hipnosis), y de los que la conceptualización energética (a la manera del siglo XIX) no permite una clara comprensión” (ibid.).
Esta relación entre el tono y el psiquismo, entre el movimiento y el pensamiento, es muy evidente en las manifestaciones que Ajuriaguerra llama “tónico-emocionales”.
Las emociones reflejadas en el tono muscular
Los sentimientos son nuestros amigos.
Carl Rogers
En segundo lugar, hablaremos sobre el tono en la expresión de las emociones. Las manifestaciones emocionales, que implican la problemática de la emoción, pertenecen a un orden del que desde hace mucho tiempo se ocupó la psicología clásica. “Desde Descartes –para quien la pasión es una irrupción de la vida corporal en el plano del alma, que debe dominarla– a W. James, que hace de la emoción el único ingreso en la conciencia de un desorden orgánico («no lloramos porque estamos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos»), muchos pensadores han intentado explicar este fenómeno particular, que muchas veces se presenta como una sucesión de reacciones sin orden ni coherencia y que pareciera que no es posible sistematizar” (Coste, 1978).
H. Wallon (1949) plantea claramente el problema:
“O bien la emoción es esencialmente una perturbación, una gradación de la actividad, y el lugar que ocupa en el plano las reacciones biológicas es el de la enfermedad, o a lo sumo, de los defectos que contrarían el normal juego de las funciones, o bien tiene, entre las funciones, su razón de ser, pero hay que explicar las manifestaciones perjudiciales o molestas que siempre la acompañan”.
Nos limitaremos ahora sólo a las manifestaciones emocionales СКАЧАТЬ