Legends, Tales and Poems. Bécquer Gustavo Adolfo
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Читать онлайн книгу Legends, Tales and Poems - Bécquer Gustavo Adolfo страница 18

Название: Legends, Tales and Poems

Автор: Bécquer Gustavo Adolfo

Издательство: Public Domain

Жанр: Зарубежная классика

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СКАЧАТЬ 1: El Moncayo. See p. 8, note 1.]

      [Footnote 2: Marqueses de Almenar. A title taken doubtless from the little town of Almenar (650 inhabitants) situated in the province of Soria near the right bank of the Rituerto river, southwest of the Moncayo, and not far from that mountain.]

      [Footnote 3: señalara. A relic of the Latin pluperfect (in -aram, -eram), popularly confounded with the imperfect subjunctive. Its use is now somewhat archaic, and is restricted to relative clauses. See Ramsey's Spanish Grammar, H. Holt & Co., 1902, § 944.]

      Pero todo fué inútil. Cuando el más ágil de los lebreles llegó á las carrascas jadeante y cubiertas las fauces de espuma, ya el ciervo, rápido como una saeta, las había salvado de un solo brinco, perdiéndose entre los matorrales de una trocha, que conducía á la fuente.

      –¡Alto!… ¡Alto todo el mundo! gritó Iñigo entonces; estaba de Dios que había de marcharse.

      Y la cabalgata se detuvo, y enmudecieron las trompas, y los lebreles dejaron refunfuñando la pista á la voz de los cazadores.

      En aquel momento se reunía á la comitiva el héroe de la fiesta, Fernando de Argensola,[1] el primogénito de Almenar.

      [Footnote 1: Argensola. A name familiar to students of Spanish literature from the writings of the illustrious brothers Bartolomé and Lupercio Leonardo de Argensola (sixteenth century). It is also the name of a small town of some 560 inhabitants in the province of Barcelona.]

      —¿Qué haces? exclamó dirigiéndose á su montero, y en tanto, ya se pintaba el asombro en sus facciones, ya ardía la cólera en sus ojos. ¿Qué haces, imbécil? ¡Ves que la pieza está herida, que es la primera que cae por mi mano, y abandonas el rastro y la dejas perder para que vaya á morir en el fondo del bosque! ¿Crees acaso que he venido á matar ciervos para festines de lobos?

      –Señor, murmuró, Iñigo entre dientes, es imposible pasar de este punto.

      –¡Imposible! ¿y por qué?

      –Porque esa trocha, prosiguió el montero, conduce á la fuente de los Alamos; la fuente de los Álamos, en cuyas aguas habita un espíritu del mal. El que osa enturbiar su corriente, paga caro su atrevimiento. Ya la res habrá salvado sus márgenes; ¿como la salvaréis vos sin atraer sobre vuestra cabeza alguna calamidad horrible? Los cazadores somos reyes del Moncayo, pero reyes que pagan un tributo. Pieza que se refugia en esa fuente misteriosa, pieza perdida.

      –¡Pieza perdida! Primero perderé yo el señorío de mis padres, y primero perderé el ánima en manos de Satanás, que permitir que se me escape ese ciervo, el único que ha herido mi venablo, la primicia de mis excursiones de cazador.... ¿Lo ves?… ¿lo ves?… Aún se distingue á intervalos desde aquí … las piernas le faltan, su carrera se acorta; déjame… déjame… suelta esa brida, o te revuelco en el polvo.... ¿Quién sabe si no le daré lugar para que llegue á la fuente? y si llegase, al diablo ella, su limpidez y sus habitadores. ¡Sus! ¡Relámpago! sus, caballo mío! si lo alcanzas, mando engarzar los diamantes de mi joyel en tu serreta de oro.

      Caballo y jinete partieron como un huracán.

      Iñigo los siguió con la vista hasta que se perdieron en la maleza; después volvió los ojos en derredor suyo; todos, como el, permanecían inmóviles y consternados.

      El montero exclamó al fin:

      –Señores, vosotros lo habéis visto; me he expuesto á morir entre los pies de su caballo por detenerle. Yo he cumplido con mi deber. Con el diablo no sirven valentías. Hasta aquí llega el montero con su ballesta; de aquí adelante, que pruebe á pasar el capellán con su hisopo.[1]

      [Footnote 1: hisopo = 'aspergillum.' A brash or metallic instrument for the sprinkling of holy water. As to the efficacy of holy water against evil spirits St. Teresa of Avila (1515–1582) speaks as follows:

      I have learned from frequent experience that there is nothing better (than holy water) to drive them away and to prevent them from returning: they flee at the sight of the Cross, but return. The virtue of holy water must be great indeed.

      See Escritos de Santa Teresa, "Libro de su vida," capítulo 31, in the Biblioteca de Autores Españoles, Madrid, Rivadeneyra, 1861, p. 94.

      L'Abbé Jean Joseph Gaume has written a work, entitled l'Eau lénite au XIXe siècle (Paris, 1866), in which he also advocates the use of holy water to-day for similar purposes.]

      II

      —Tenéis la color quebrada; andáis mustio, y sombrío; ¿qué os sucede? Desde el día, que yo siempre tendré por funesto, en que llegásteis á la fuente de los Álamos en pos de la res herida, diríase que una mala bruja os ha encanijado con sus hechizos.

      Ya no vais á los montes precedido de la ruidosa jauría, ni el clamor de vuestras trompas despierta sus ecos. Sólo con esas cavilaciones que os persiguen, todas las mañanas tomáis la ballesta para enderezaros á la espesura y permanecer en ella hasta que el sol se esconde. Y cuando la noche obscurece y voivéis pálido y fatigado al castillo, en balde busco en la bandolera los despojos de la caza. ¿Qué os ocupa tan largas horas lejos de los que más os quieren?

      Mientras Iñigo hablaba, Fernando, absorto en sus ideas, sacaba maquinalmente astillas de su escaño de ébano con el cuchillo de monte.

      Después de un largo silencio, que solo interrumpia el chirrido de la hoja al resbalarse sobre la pulimentada madera, el joven exclamó dirigiéndose á su servidor, como si no hubiera escuchado una sola de sus palabras:

      –Iñigo, tú que eres viejo, tú que conoces todas las guaridas del Moncayo, que has vivido en sus faldas persiguiendo á las fieras, y en tus errantes excursiones de cazador subiste más de una vez á su cumbre, dime, ¿has encontrado por acaso una mujer que vive entre sus rocas?

      –¡Una mujer! exclamó el montero con asombro y mirándole de hito en hito.

      –Sí, dijo el joven; es una cosa extraña lo que me sucede, muy extraña.... Creí poder guardar ese secreto eternamente, pero no es ya posible; rebosa en mi corazón y asoma á mi semblante. Voy, pues, á revelártelo.... Tú me ayudarás á desvanecer el misterio que envuelve á esa criatura, que al parecer solo para mí existe, pues nadie la conoce, ni la ha visto, ni puede darme razón de ella.

      El montero, sin despegar los labios, arrastró su banquillo hasta colocarlo junto al escaño de su señor, del que no apartaba un punto los espantados ojos. Éste, después de coordinar sus ideas, prosiguió así:

      –Desde el día en que á pesar de tus funestas predicciones llegué á la fuente de los Álamos, y atravesando sus aguas recobré el ciervo que vuestra superstición hubiera dejado huir, se llenó mi alma del deseo de la soledad.

      Tú no conoces aquel sitio. Mira, la fuente brota escondida en el seno de una peña, y cae resbalándose gota á gota por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su cuna. Aquellas gotas que al desprenderse brillan como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reunen entre los céspedes, y susurrando, susurrando con un ruido semejante al de las abejas que zumban en torno de las flores, se alejan por entre las arenas, y forman un cauce, y luchan con los obstáculos que se oponen á su camino, y se repliegan sobre sí mismas, y saltan, y huyen, y corren, unas veces con risa, otras con suspires, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no sé lo que he oído en aquel rumor cuando me he sentado solo y febril sobre el СКАЧАТЬ