Pensamientos y afectos en la obra de Elizabeth Jelin. Sergio Caggiano
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Название: Pensamientos y afectos en la obra de Elizabeth Jelin

Автор: Sergio Caggiano

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788418929151

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СКАЧАТЬ como entran los temas.

      Hubo, si se quiere, una sobreactuación, una idea de que se estaba revolucionando los saberes. Recuerdo cuando algunas que seguían a Carole Pateman decían que el feminismo proponía un nuevo concepto de poder.25 Yo decía, “muéstrenmelo”. Solo así podíamos ver si podíamos revolucionar el concepto de poder dominante. Hubo momentos en los que el activismo académico iba muy lejos. Hay cosas que sí fueron muy revolucionarias. Entre ellas mencionaría la preocupación por la relación entre la reproducción y la producción, que estaba ausente en el marxismo; la lógica del cuidado y la demanda social por políticas de cuidado; y las respuestas limitadas sobre conciliación entre trabajo y familia para las mujeres.

      Esto alimenta un desarrollo en la economía propiamente feminista, que yo creo que está abriendo caminos no solo en el mundo académico sino también en el mundo político. Las demandas están y, por ejemplo, Uruguay tiene un Sistema Nacional de Cuidado. Nadie sabía de qué se hablaba cuando se usaba la palabra “cuidado” hace diez años. Recuerdo que cuando preparamos el libro sobre las lógicas del cuidado infantil con Valeria Esquivel y Eleonor Faur (Esquivel, Faur y Jelin, 2012), la gente nos decía que nadie iba a entender el concepto de cuidado. Este es un ejemplo de un campo en el cual el feminismo tuvo un impacto muy significativo. Hay otros, por supuesto, y creo que hoy en día las perspectivas feministas están penetrando en los modelos analíticos de manera más cabal. Todo llega…

      He seguido el debate más político sobre las demandas de cuotas o paridad en el sistema político. Me parece que ahí hay otro campo que vale la pena mirar. Lo mismo que en otros temas relacionados a las nuevas demandas, como la violencia de género. Este es un tema que ves hoy, y nadie puede decir que no es un tema. Pero hace unos cuantos años era como abrir una punta donde poco o nada se había hecho. Me parece que hay aperturas de temas que tienen que ver con desarrollos en las disciplinas y con desarrollos en el movimiento.

      — ¿Los temas que aparecen en la discusión sobre género en América Latina van en tándem con la discusión anglosajona o europea? ¿Son más independientes o idiosincráticos?

      — Hay muchos puntos de contacto, pero también hay muchas cosas que van para otro lado.

      Por ejemplo, hay una palabra que se usa mucho en la academia, “interseccionalidad”. Esta palabra quiere decir que no se puede analizar solo una desigualdad, sino que las desigualdades son múltiples e interrelacionadas. Entonces, si una va a mirar desigualdades de género, también hay que ver clase, raza, etnia, origen, etc. Yo lo tomo como una exhortación, no como una teoría. Además, mi trabajo, de alguna manera, fue mostrar que esto no es nuevo, que esto ya estaba presente en el pensamiento latinoamericano de los años sesenta, aunque de manera fragmentaria. Está presente en los trabajos de Florestan Fernandes sobre raza y clase, de Isabel Larguía sobre clase y género, o de Stavenhagen sobre clase y etnicidad. Ellos veían clase y raza, clase y etnia, y género separadamente.26 Pero este nuevo debate sobre la interseccionalidad que se dio en Europa, especialmente en Alemania, pareciera descubrir la rueda con una “teoría de la interseccionalidad”. Acá no hablamos de esas cosas de la misma manera.

      Las iniciativas de dar vuelta las miradas es algo que forma parte de otro de mis grandes temas políticos de los últimos años. Algo que yo llamo “descentrar el centro”. Hay ahí algo que, desde los márgenes, incluyendo a las mujeres, cuestiona los paradigmas dominantes y la geopolítica de los flujos del conocimiento.

      Derechos humanos y memoria

      — Hablando de los temas de derechos humanos y memoria, ¿cuál ha sido tu contribución sobre esos temas?27

      — Mi entrada al tema de memoria se dio, si recuerdo correctamente, en el 88, cuando pasé un semestre en la Universidad de Chicago. Yo llegué a este campo siguiendo movimientos sociales, siguiendo al movimiento de los derechos humanos de una forma muy empírica. El movimiento de derechos humanos empieza, poco antes de la transición, a decir “recordar para no repetir” y “nunca más”. Y yo me pregunto, ¿qué quiere decir eso? Entonces me pongo a estudiar qué es lo que se había hecho en Europa en relación a la Shoá,28 y qué es esto de “memoria.”

      Pasé unos meses en el 91 en Holanda, y me dediqué a leer como loca. Leí cosas como Modernidad y Holocausto, de Zygmunt Bauman (1998), donde todos los principios de la racionalidad moderna están puestos en cuestión. Una cosa que me golpeó muy fuerte personalmente fue un libro de Helen Epstein, Los hijos del Holocausto (Epstein, 1979). Eran testimonios de gente nacida en la posguerra, de padres sobrevivientes. Como yo tenía esa carga familiar –como te dije al comienzo, mi mamá tenía una forma especial, quizás vicaria, de ser sobreviviente– me identifiqué totalmente. Fue un periodo en que estaba sola, durante dos meses o algo así. Había días en los que no salía de la casa, leyendo y trabajando sobre estos temas.

      Desde aquel momento, de fines de los ochenta, se ha desarrollado un campo de estudios sobre memoria con una autonomía y todos los rasgos de profesionalización que uno quiera imaginar: revistas propias, organización internacional, congresos, maestrías… todos los atributos. Yo no sé si estoy tan feliz con esto, con la constitución tan fuerte de un campo. Valoro más que el campo se constituya de tal manera que no sean solo memorias de regímenes dictatoriales o sufrimientos en situaciones límites, sino sobre memorias sociales.

      Mi temor es que la memoria sea vista como buena en sí misma: cuanta más memoria, mejor. Me vuelve loca escuchar cosas como “ustedes en Argentina tienen mucha memoria y eso es importante”. También me preocupa la memoria en singular, porque las memorias son plurales, porque son sujetos que actúan en función de sus experiencias pasadas, porque siempre están en conflicto y lucha. Me pone muy mal cuando hay una exhortación al “deber de memoria”. No creo que sea una cuestión moral. Creo que lo que es una cuestión ética y moral es no acallar voces, y confrontar memorias con historia. Esto de los fake news que se discute mucho hoy en día es básicamente lo mismo que cuando te quieren socavar datos históricos, algo que ocurrió con la Shoá.

      En estos temas, como en muchos otros y en distintos momentos de mi trayectoria, me posiciono en el escenario del debate público, más allá del debate de ideas académicas.

      — ¿Hacia dónde crees que van los trabajos de memoria? Mencionaste el tránsito de memorias en situaciones límite a memorias sociales.

      — Eso estaba presente cuando Maurice Halbwachs hablaba de la memoria colectiva y del encuadre social de la memoria, en la década del veinte (Halbwachs, 2010). Él no hablaba de sufrimientos, dolores o represiones. Él estaba hablando de la memoria encuadrada por las instituciones en las cuales se transita: la familia, la escuela, la religión, el Estado. Halbwachs está hablando de las memorias “normales”. Pierre Nora, en Les Lieux de Memoires (sitios de memoria) (Nora, 1984-92), escribe sobre lugares franceses que pueden ser recuerdos de la Primera Guerra Mundial, pero muchísimos otros son figuras como el notario, que tienen que ver con la vida normal, no con aquella que está suspendida por violencias. El tema es cómo combinar las memorias de violencias políticas con las otras, que pueden tener también violencias, pero de otro tipo.

      ¿Hacía dónde van los trabajos de memoria? Los cambios que a mí me interesan últimamente son, en primer lugar, la ampliación temática. Diría que no es que yo abandone o esté en proceso de cerrar el tema de memoria. Estoy en proceso de cerrar mi interés en investigar memorias de violencias sociales macro. La memoria familiar y local es algo que me interesa. Segundo, algo muy importante, está relacionado a mi respuesta frente al giro lingüístico y la proliferación de los análisis de discurso. Hay una movida en los estudios de memoria hacia las materialidades más que a las palabras, que incluya no solo palabras o testimonios, sino también objetos. Me parece útil esta tendencia. Eso es algo que también se vincula con mi interés en trabajar con y a partir de imágenes. No podemos evitar las palabras, porque ellas acompañan, interpretan, explican. Pero también hay algo material СКАЧАТЬ