La derrota de lo épico. Ana Cabana Iglesia
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СКАЧАТЬ que ensalzan cualquier episodio de resistencia por parte del campesinado gallego en términos de rebelión (como las detenciones de labradores que se negaban a entregar las requisas).51 La realidad está justo en medio. Multitud de casos relatados en la documentación interna de Falange, junto a comentarios vertidos por las autoridades en ámbitos que entendían como privados, desmienten el panorama de una opinión popular identificada con los presupuestos del Partido Único y del régimen, como ya hemos apuntado al tratar de la influencia de la Segunda Guerra Mundial. Nada más irreal que el dibujo de una «comunidad nacional» que se trazaba de puertas para afuera. Nada más lejano tampoco que un campesinado imbuido de ideología comunista dispuesto a acabar con las requisas mediante la lucha directa contra las autoridades como primer paso hacia el fin de la dictadura.52

      Lo que se constata es que, a pesar del miedo y las sanciones, algunas personas se negaron a obedecer ciertas normas y mantuvieron una posición renuente y repetida de desobediencia en momentos en que dicho comportamiento era definido como delito. Y esto los convirtió en «disidentes», en los protagonistas de la resistencia civil, porque el franquismo los tildó de tales al entender que todo acto o actitud fuera de lo establecido constituía una muestra de «no conformidad» con el sistema. Las comunidades rurales van a defender aquello que consideran sus derechos de esta manera, evidenciando su no conformidad. En su día a día muestran su indignación y descontento, aunque no actúan de modo que pongan en riesgo el orden establecido. Entendemos así el término disenso en un sentido amplio y comprensivo de toda forma de desacuerdo y actitud negativa, que puede transformarse en apatía, desobediencia civil, protesta o posición contraria, y que convive con el consentimiento respecto a otros aspectos.

      La dura represión acabó con muchas de las posibilidades de una rebelión, pero la protesta descansó en una cultura popular autónoma que no era factible (o, cuando menos, no era fácil) reprimir. En ella se encuentran muchas muestras cotidianas de descontento, ya difuso y excluido, ya articulado y verbalizado, con la situación sociopolítica imperante, que si bien pocas veces se traducía en un posicionamiento consciente y comprometido de oposición al régimen, requería la toma de decisiones y la realización de acciones que en ningún caso remiten a la pasividad, a la resignación o al acatamiento. El grado de resistencia parece estar definido por las posibilidades existentes en cada momento, que podían ir desde acudir a reuniones esporádicas con otros vecinos para escuchar Radio Pirenaica o la BBC, lo que ya era considerado acto de conspiración por el régimen franquista, hasta la colaboración con la guerrilla. Se trata, si se quiere, de actuaciones de mantenimiento de niveles de autonomía con respecto a un Estado cada vez con más presencia y con medios para ejercer un fuerte control de la vida cotidiana.

      durante los años de la posguerra, y a pesar de los «apoyos» institucionales y sociales de los que dispuso el Nuevo Estado, la mayoría de los españoles mostraron un acatamiento aparente del régimen como consecuencia de la completa desarticulación de la sociedad civil por la coerción social y el control estatal de los medios de información, extendiéndose la apatía política entre la población (...) relegada al ámbito de la vida privada (...) Sin embargo, dentro de este amplio sector de la sociedad caracterizado por su pasividad existía tanto un «apoyo difuso» a la dictadura, como una «disidencia» que se manifestaron puntualmente en los momentos de máxima tensión política y social en el país (...) Detrás de esa diferencia subyacía un creciente malestar motivado fundamentalmente por los problemas más inmediatos a los ciudadanos (...) (Sánchez Recio et al., 1995: 89).

      Lo mismo ocurre en el rural gallego. Lo que emerge es lo que ha verbalizado I. Kershaw (1983: 154) en su análisis de las opiniones y actitudes de la población alemana hacia el Tercer Reich, y es la compatibilidad de la «no satisfacción» en aspectos económicos, sociales o de políticas concretas con una «aceptación» genérica del sistema. Como los sistemas de poder son múltiples, la resistencia a un nivel puede significar subordinación a otros. Por eso, debe identificarse la existencia de un abanico de estrategias específicas de resistencia en ámbitos locales y cotidianos, como bien han señalado L. Abu-Lughod (1990) y M. Richards (1999).

      La amenaza popular hacia al sistema estuvo fuera de todo cuestionamiento, ya que la autoconservación individual o familiar fue lo primero, casi lo único en las fases iniciales del régimen. Pero el disenso fue una constante que se evidencia a través de muchas actuaciones que ponían en cuestión el discurso social dominante y las formas de control establecidas. Esta coexistencia proporciona una explicación a la pregunta de por qué actitudes de discrepancia no se convirtieron necesariamente en actividades de oposición, circunscribiéndose a la esfera de la resistencia civil. De la naturaleza de las formas de crítica y descontento recogidas durante el periodo de la posguerra en el rural gallego se extrae una característica en común: el disenso era fragmentario. El repudio y la no conformidad con algunas áreas de actividad del régimen convivieron con la aceptación y el consentimiento activo en otras.

      Valga como muestra la actuación de los vecinos de Toiriz, del municipio lucense de Pantón. Ellos decidieron invadir la zona repoblada con su ganado para inutilizar los trabajos de repoblación llevados a cabo por el personal del Patrimonio Forestal ante la decisión de repoblar incluso las 150 hectáreas que la comunidad había conseguido preservar de la repoblación (otras 201 hectáreas habían sido consorciadas forzosamente para reforestar). El informe del ingeniero jefe de Patrimonio en Lugo demuestra el alcance de dicho acto de resistencia:

      ... el 21 de diciembre de 1954 se produce la primera invasión en zona repoblada. A partir de esa fecha, con ostentosidad, pues llegaron a hacer fiestas, se repite la entrada de ganado en el monte con la excusa de una anterior licencia de pastoreo (...) sufriendo la guardería forestal toda clase de abusos por parte de los paisanos, hasta tuvo que retirarse para evitar el empleo de armas, (...) a partir del día 21, siguieron enviando toda clase de ganado al monte (...) arrancando ellos mismos los pinos salvados de la boca del ganado.

      El grado de preocupación que se transmite es evidente, junto con el efecto de ratificación personal y colectiva de los vecinos de Toiriz (de ahí la «ostentosidad» y la realización de festejos que acompañaron a sus СКАЧАТЬ