La derrota de lo épico. Ana Cabana Iglesia
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СКАЧАТЬ análisis del jefe de Falange de Lugo acaba con la conclusión de que esta situación se debía a «una tenaz incomprensión general». En la provincia de Pontevedra se insiste en que la población rural «apenas sigue las incidencias de la guerra», pero

      Lo que está claro es que, como expone Francisco Sevillano (2000), la Segunda Guerra Mundial dio lugar a una intensa politización de los sectores más concienciados de la sociedad, pero más allá de esto, añadimos nosotros, supuso un revulsivo para el conjunto de la población. No estamos hablando de un interés general por las cuestiones políticas, sino de la movilización y aprovechamiento de informaciones contradictorias y de los bulos extendidos por grupos opositores que demuestran cierto grado de independencia con respecto al ascendente de lo establecido por el poder. Oficialmente, el rural gallego era un espacio en comunión con las directrices dadas desde el sistema, un espacio en el que no había lugar para la existencia de una opinión popular que no fuera totalmente seguidora de los preceptos de Falange, un espacio, en fin, donde no tendría cabida la intranquilidad debida a un comportamiento no afín.

      La Segunda Guerra Mundial vino a demostrar que la sociedad rural no era apática, que era permeable a la labor de los grupos opositores y que no era favorable a las potencias del Eje, rompiendo así con la publicitada «comunidad nacional». Insultos cada vez menos escondidos, comentarios sobre «arreglar las cuentas» realizados por familias de represaliados, rumores tramposos sobre la situación de la guerra expandidos a conciencia, multas más duras por escuchar la radio, etc., dejan entrever que la «calma», siempre aducida por las autoridades locales, no era total. Como diría P. Morgan, existe un comportamiento que, si bien no se puede tildar de descontento político para con el régimen, denota «distancia psicológica» (Morgan, 1999: 163) con respecto a las disposiciones oficiales.

      El desenlace del conflicto bélico mundial provocó que la oposición al franquismo pasara de estar esperanzada e ilusionada en la rápida intervención en España de las democracias europeas vencedoras, a caer en una profunda decepción y desmoralización. Los antifranquistas, la oposición, como demuestran las memorias de Manuel Pillado, marinero de San Cibrao (municipio lucense de Cervo) y activo miembro del PCE antes y después de la Guerra Civil, tenían en el panorama internacional una vara de medir su potencialidad:

      ... la situación no variaba, pero la ilusión de tiempos mejores no faltaba. Habíamos perdido la guerra pero confiaba en que el fascismo español caería, con el alemán y con el italiano. Nunca pensé que el Eje pudiera ganar la guerra (...) después de que Alemania había conquistado media Europa, ya no las tenía todas conmigo (...) mis expectativas agonizaban al tiempo que los nazis avanzaban (Pillado, 2002: 229).

      Lo mismo ocurría con el Partido Galeguista. Las memorias de sus líderes, Ramón Piñeiro y Manuel García Barros, dejan constancia del desaliento que invadió las filas de la oposición galleguista al franquismo:

      ... así pasaron más de dos años, sin esperanza, hasta que en el otoño de 1942 el Mariscal Montgomery derrotó el África Keops, y con los italianos en el norte de África, y la guerra pareció cambiar de signo (...) En ese momento llegamos a la conclusión de que la guerra aun podía durar mucho tiempo, pero que los alemanes, durara lo que durara, ya no la ganarían. Entonces fue cuando empezamos a pensar que la derrota de СКАЧАТЬ