La derrota de lo épico. Ana Cabana Iglesia
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СКАЧАТЬ los fenómenos represivos también variaron en mayor medida, lo que refleja las transformaciones del régimen en sí mismo y su grado de consolidación, así como las condiciones exteriores.

      Así pues, no se puede acometer el análisis del disenso en el mundo rural gallego sin tener en cuenta las alteraciones graduales en la calidad y en la apariencia del régimen franquista, ya que estas ocasionaron los correspondientes cambios en los modelos de protesta. El empleo de la violencia, caracterizada por diferentes niveles de intensidad en la incierta frontera entre lo legal y lo ilegal, y los modos de socialización fueron combinándose al socaire de dicha evolución en diferente grado. Establecer que la violencia, física y psicológica, es un elemento consustancial al régimen no exime de reconocer que esta experimentó modificaciones e intensidades distintas a medida que las circunstancias imponían cambios. Es lógico, por otro lado, que exista esa transformación paulatina del tipo de coerción, teniendo en cuenta que el régimen sobrevive a contextos muy diferentes. En el exterior la presión internacional, que lo veía como un resto de los Estados fascistas vencidos en la Segunda Guerra Mundial, provocó que el franquismo maquillara cuando menos su sistema de dominación, optando por vías menos sanguinarias. En el interior, la represión de los primeros momentos dio rápidamente frutos, por lo que la violencia física dejó su lugar predominante a encarcelamientos y detenciones arbitrarias que generaron un nuevo tipo de preso.

      En nuestra opinión, cabe diferenciar tres periodos en la evolución de los modos de oposición y de resistencia en lo que se refiere al rural gallego.

      1 En un primer momento, que corresponde a los años cuarenta y principios de los cincuenta, se hizo explícita una vía insurreccional en contra del régimen, representada por la oposición ejercida por la guerrilla y las organizaciones pasadas a la clandestinidad, que acompañó a toda una serie de formas de resistencia civil que responden a la legislación agraria inicial y a las disposiciones de primera hora de los sublevados.

      2 Un segundo momento, que cubre la segunda parte de la década de los cincuenta y sesenta, se caracteriza por la práctica ausencia de oposición y por el protagonismo de las formas de resistencia civil. Esta exclusividad es sintomática de un periodo de consolidación del franquismo y de declive de la oposición política, con la desaparición del movimiento guerrillero.

      3 En un tercer momento surgen nuevamente formas de oposición por parte de grupos organizados en la clandestinidad que coexisten con formas de resistencia civil que les sirven de sustrato. Esta etapa cubriría la última parte del periodo dictatorial hasta su disolución en 1975.

      Al igual que en el caso alemán, según ha puesto de manifiesto Martin Broszat (1991), la oposición se alzó exclusivamente en las fases inicial y final del régimen, quedando la resistencia civil como única protagonista de la intermedia. Son momentos caracterizados por una visión posibilista sobre el derrumbe del sistema, ya fuera basada en las esperanzas infundidas por la situación exterior (la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial), ya en perspectivas interiores (la decadencia personal del dictador y, con él, de su régimen). En la fase intermedia, la más larga en el tiempo, cuando se da la efectiva consolidación del poder franquista, la oposición se debilitó tremendamente y el descontento se expresó en exclusiva mediante actos de resistencia civil. Se trata de una resistencia de carácter mucho más funcional y amplia a las reglas e imposiciones franquistas, nuevas reglamentaciones que infringían los patrones de vida cotidiana y las normas internas de convivencia. Estas provocaron una escalada de actitudes en contra, desde las más aparentemente triviales, pasando por actitudes indolentes y de falsa ignorancia, hasta respuestas de protesta más organizadas.

      Lo que cambió en los años setenta no fue la aparición del descontento, sino las metas y las formas de organización de este. La inflexión observada en los esfuerzos organizativos de la oposición hay que ponerla en relación con los cambios sufridos por la población del rural, por el régimen y con la politización de ese descontento y no en función de un descontento ex novo con respecto al régimen franquista.

      1. La Segunda Guerra Mundial: un antes y un después

      En la etapa de resistencia que nos interesa por la acotación temporal de nuestro trabajo, la primera, conviven oposición y resistencia civil. La importancia del contexto internacional que, como las diferentes teorías sobre revoluciones tratan de explicar, contribuye a fortalecer o debilitar los movimientos de protesta, está muy presente en la configuración del tipo de protesta ante el franquismo en este periodo, y define dos subperiodos.

      La influencia del conflicto armado europeo no es algo exclusivo del caso español. Fernando Rosas (1995) describe la agitación social que recorrió los campos portugueses durante la Segunda Guerra Mundial, sobre todo entre 1941 y 1945. La tensión, señala el historiador portugués, se dejaba sentir en la documentación oficial y estaba en relación con la protesta contra la requisa obligatoria de productos de primera necesidad y la inoperatividad del sistema de racionamiento salazarista.

      Como acertadamente advierte Óscar J. Rodríguez al estudiar el impacto que el conflicto armado europeo tuvo en la provincia de Almería, la Segunda Guerra Mundial es

      un acontecimiento que llenará de esperanza e ilusiones a las personas de sentimientos antifranquistas (...) Aquellos que asistieron impotentes a la derrota de la República, pusieron sus esperanzas en la intervención de las potencias democráticas tras la victoria en la Segunda Guerra Mundial (Rodríguez Barreira, 2007: 229-230).

      Y a pesar de que en muchos informes sobre el «ambiente» reinante realizados por las autoridades falangistas en las provincias gallegas se trata de mostrar una total normalidad, se deja entrever que la guerra europea era un asunto seguido y comentado por la población. En un parte quincenal correspondiente a julio de 1940, el jefe de Falange en Lugo insistía en que «si existe alguna característica especial en Lugo es la indiferencia en una inmensa masa de población», aunque puntualiza a continuación que

      Pese a los intentos de las autoridades por negar que hubiera algún tipo de concienciación e interés por parte de la población, la evolución de la guerra europea era sentida como un problema en relación con el ambiente reinante en Galicia. En los casos en los que el ocultamiento no era expreso, los informes dan cuenta de que la opinión popular era mayoritariamente «simpatizante de Inglaterra» y de que había una

      mayoría muy absoluta de partidarios de los aliados, lo son los ricos por su creencia de que una orientación inglesa pudiera satisfacer mejor sus ambiciones y también lo son los pobres por la tendencia a conseguir su redención a través de las democracias. СКАЧАТЬ