Un cuento de magia. Chris Colfer
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Название: Un cuento de magia

Автор: Chris Colfer

Издательство: Bookwire

Жанр: Книги для детей: прочее

Серия:

isbn: 9788412407426

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СКАЧАТЬ la sociedad? Tardé décadas en convencer a mi reino de que las patatas no son venenosas, y aun así, ¡la gente las ignora en los mercadillos!

      Madame Weatherberry negó con la cabeza, desconcertada.

      —¿Está comparando a un grupo de personas inocentes con patatas, señor?

      —Entiendo su objetivo, madame, pero el mundo no está preparado. Maldita sea, ¡ni siquiera yo estoy preparado! ¡Si quiere salvar a las hadas de un castigo injusto, le sugiero que les enseñe a mantenerse calladas y a reprimir la urgencia de usar la magia! Eso sería mucho más fácil que convencer a un mundo terco de que cambie sus costumbres.

      —¿Reprimir la urgencia? Señor, ¡no puede estar hablando en serio!

      —¿Por qué no? La gente normal evita tentaciones a diario.

      —Porque usted está dando por sentado que la magia aparece cuando se acciona un interruptor, como si fuera una especie de elección.

      —¡Por supuesto que es una elección!

      —¡No! ¡Claro! ¡Que! ¡Nooo!

      Por primera vez desde que habían empezado a hablar, el agradable temperamento de madame Weatherberry cambió. El destello de una ira que hacía tiempo que tenía controlada atravesó su espíritu alegre, y en su rostro apareció una mirada fría e intimidante. A Campeón le dio la sensación de que estaba frente a una mujer distinta..., una mujer a quien debía temer.

      —La magia no es una elección —repitió madame Weatherberry con firmeza—. La ignorancia sí lo es. El odio también. Y la violencia. Pero la mera existencia de alguien nunca se puede elegir y tampoco es un error, y mucho menos un delito. Sería muy inteligente por su parte que se informara.

      Campeón estaba demasiado asustado como para decir nada más. Quizá fueran imaginaciones suyas, pero habría jurado que la tormenta se intensificaba a medida que el temperamento de madame Weatherberry cambiaba. Y resultaba evidente que se trataba de un estado al que rara vez se rendía, ya que sus aprendices parecían igual de preocupadas que el rey. El hada cerró los ojos, respiró hondo y se tranquilizó antes de seguir hablando.

      —A lo mejor deberíamos hacerle una demostración a Su Majestad —sugirió madame Weatherberry—. ¿Tangerina? ¿Cielene? ¿Me hacéis el favor de mostrarle al rey Campeón XIV por qué la magia no es una elección?

      Las aprendices intercambiaron una sonrisa de entusiasmo: llevaban rato esperando ese momento. Se levantaron de un salto, se quitaron las túnicas y se desataron los turbantes. Tange­rina lucía un vestido hecho con parches de panales de abeja y, en lugar de pelo, una colmena anaranjada, hogar de todo un enjambre. Cielene, por su parte, dejó al descubierto un traje de baño de color zafiro y de su cabeza empezó a fluir una cortina de agua que le bañaba todo el cuerpo y se evaporaba al llegar a sus pies.

      El monarca se quedó boquiabierto ante lo que las niñas habían ocultado. En todos los años que llevaba en el trono, jamás había visto la magia tan materializada en la apariencia física de alguien. El misterio del zumbido extraño y los ruidos sibilantes acababa de resolverse.

      —Dios mío... —dijo el rey, casi sin aliento—. ¿Todas las hadas son así?

      —La magia nos afecta de maneras diferentes —dijo mada­me Weatherberry—. Hay personas que llevan vidas completamen­te normales hasta que la magia se aparece por sí sola, mientras que otras presentan rasgos físicos desde el día en que nacen.

      —No puede ser verdad —cuestionó el rey—. Si la gente naciera con rasgos mágicos, ¡las prisiones estarían llenas de niños! Y nuestros tribunales jamás han encarcelado a un bebé.

      Madame Weatherberry bajó la cabeza y miró al suelo con tristeza.

      —Eso es porque la mayoría de las hadas son asesinadas o abandonadas cuando nacen. Sus padres temen las consecuencias de traer un niño mágico a este mundo, y hacen lo necesario para evitar el castigo. Fue un milagro que yo encontrara a Tangerina y a Cielene antes de que les hicieran daño, pero hay muchos que no tienen tanta suerte. Su Majestad, entiendo su cautela, pero lo que les hacen a estos niños es cruel y primitivo. Si despenalizara la magia lograríamos algo más que justicia: ¡salvaríamos vidas inocentes! Seguro que puede encontrar algo de empatía y comprensión en su corazón.

      Campeón XIV sabía que vivía en un mundo cruel, pero nunca había sido consciente de actos tan horribles. Se meció en la silla mientras su falta de voluntad le declaraba la guerra a su empatía. Como madame Weatherberry había notado que estaba progresando con el rey, decidió sacar un sentimiento que estaba guardando para el momento justo.

      —Piense en lo distinto que sería el mundo si la gente sintiera más compasión por la comunidad mágica. Piense en lo distinta que sería su vida, Su Majestad.

      De pronto, la mente de Campeón XIV se inundó de recuerdos de su madre: su rostro, su sonrisa, su forma de reír, pero, sobre todo, el fortísimo abrazo en el que se fundieron justo antes de que fuera arrastrada hacia una muerte prematura. A pesar de lo mucho que se había oxidado su memoria con el paso de los años, esas imágenes se habían quedado grabadas para siempre en su mente.

      —Me gustaría ayudarlas, pero despenalizar la magia podría ser más problemático que productivo. ¡Obligar al pueblo a que acepte lo que odia y teme podría provocar una rebelión! ¡Las cacerías de brujas como las conocemos podrían convertirse en un completo genocidio!

      —Créame, conozco la naturaleza del ser humano —dijo madame Weatherberry—. La legalización de la magia no debe forzarse, sino manejarse con sutileza, paciencia y perseverancia. Solo es posible que el mundo entero cambie de parecer si se lo anima a ello, no a la fuerza. Y nada anima más a la gente que un buen espectáculo.

      El rostro del rey se tensó, nervioso.

      —¿Un espectáculo? —preguntó con temor—. ¿Qué clase de espectáculo tiene en mente?

      Madame Weatherberry sonrió y abrió aún más sus brillantes ojos: esa era la parte que había estado esperando ella.

      —Cuando conocí a Tangerina y a Cielene, eran prisioneras de su propia magia. Nadie podía acercarse a Tangerina sin que las abejas lo atacaran, y la pobre Cielene tenía que vivir en un lago porque mojaba todo lo que pisaba. Por eso decidí hacerme cargo de ellas y les enseñé a controlar su magia. Ahora son dos jóvenes perfectamente adaptadas. Me rompe el corazón pensar en todos los niños que están ahí fuera luchando contra quienes son. De ahí que haya tomado la decisión de abrirles mis puertas y darles una formación adecuada.

      —¿Va a abrir una escuela? —preguntó el rey.

      —Exacto. Y la voy a llamar Academia para Jóvenes Practicantes de Magia de Madame Weatherberry, aunque el nombre es provisional.

      —¿Y dónde estará? —preguntó.

      —Hace poco reservé unas tierras en el lado sudeste del Entrebosque.

      —¿El Entrebosque? —protestó el rey—. ¿Está usted loca? ¡El Entrebosque es demasiado peligroso para los niños! ¡No puede abrir una escuela allí!

      —En eso estoy de acuerdo con usted —dijo madame Weatherberry—. El Entrebosque es extremadamente peligroso, pero solo para quienes no están familiarizados con él. Sin embargo, muchos miembros СКАЧАТЬ