Curso de sociología general 2. Pierre Bourdieu
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Название: Curso de sociología general 2

Автор: Pierre Bourdieu

Издательство: Bookwire

Жанр: Социология

Серия: Biblioteca clásica de siglo veintiuno

isbn: 9789878010915

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СКАЧАТЬ todavía maîtres à penser? (Esta expresión misma daría motivos para pensar). ¿Los Gide, los Camus, los Sartre?”. Aquí se presupone que estos tres fueron maîtres à penser. (Aprovecho que hoy no somos muchos y hago una suerte de interludio, para avanzar al ritmo con que habría que avanzar si se trabajara verdaderamente bien, es decir, de manera extrapedagógica, pero voy aún más rápido de lo que sería necesario).

      “Lire interrogó a varios centenares de escritores, periodistas, profesores”, estudiantes, políticos, etc. (Aquí hay una elipsis y más adelante se aclarará:) “La pregunta se envió a seiscientas personas. El 11 de marzo, habían respondido cuatrocientas cuarenta y ocho. Nuestro agradecimiento a ellas. A continuación, sus nombres”. “Respondieron masivamente” (sería interesante estudiar este “masivamente”). Ahora comenzamos a reaccionar; el orden es importante: “escritores”, “periodistas”, “profesores”, “estudiantes” (creo que los intercalaron), “políticos”. Habría que reflexionar sobre lo que quiere decir el lugar otorgado a esas personas. A continuación, “respondieron masivamente”. Como antes han leído “referéndum”, es evidente (“masivamente”, “referéndum”) que va a ser un plebiscito, vale decir, una consulta de masas a la cual ha respondido gran cantidad de personas. Así, nos hacen la jugada del efecto de número: el juicio que va a producirse –la palabra “producir” puede tomarse en varios sentidos– es socialmente sancionado por una colectividad que en apariencia se ha definido (los escritores, etc.) y que es numerosa. Se trata por tanto del efecto de masa, el efecto de consenso, de consensus omnium, pero jamás se dice que es omnium. Se moviliza así una definición implícita de la intervención de la población que participa. Nos dicen: “Van a leer el resultado de un referéndum en el cual el conjunto de las partes interesadas, prácticamente la totalidad de los jueces competentes para juzgar lo que debía juzgarse –salvo algunos tipos raros que consideraron demasiado complicada la pregunta o que no tenían tiempo–, ha respondido”. Y el subítem agrega: “Respondieron masivamente. Confesando su turbación. No plebiscitando a nadie. Pero reconociendo la influencia de Lévi-Strauss, Aron y Foucault”.

      Esto, desde luego, también vale para las personas que hacen historia de la literatura, sociología de la literatura, historia de la filosofía, etc.: “¿No hago a mi autor, a mis autores, a mis textos, etc., preguntas que ellos no podían hacerse?”. Lo cual no quiere decir que no respondan a esas preguntas –siempre se puede hacer responder–, pero es importante saber que se ha hecho algo al hacer determinada pregunta.

      De ese modo, el subítem está lleno de supuestos. Insisto mucho en que esos supuestos son inconscientes. Sería muy necesario interrogarse sobre la palabra “inconsciente”. Yo la utilizo de manera estrictamente negativa para decir que no se trata de una estrategia consciente: no es deliberada, no está “hecha para”, no es producto de una intención individual. Si los autores de esta encuesta estuvieran en la sala, probablemente se sentirían muy asombrados por todo lo que digo. Se levantarían para desmentirme: “Pero, en fin, ¿qué es lo que busca con eso? No somos tan malos…”.

      Una dificultad del análisis sociológico –lo dije el otro día un poco rápido– es que el mero hecho de explicitar estrategias implícitas cambia el estatus de estas y transforma en intención el producto de intenciones objetivas. En otras palabras, todo lo que puedo descubrir en ese palmarés, en esa lista, aparece como portador de una intención objetiva y se presenta, cuando se lo analiza, como orientado hacia ciertos fines, dotado de una suerte de finalidad inmanente, como si fuera algo deliberado. De ahí el “todo sucede como si” que pongo muchas veces en mis frases y que no es una coquetería, sino una manera de recordar todo el tiempo (así como los matemáticos ponen cuantificadores) que todo sucede como si tuviera un fin. Pero sería un error teórico y político fundamental pensar que todas las intenciones que se revelan en lo que hace la gente son producto de una intención. Aquí[, en el caso del palmarés,] estamos en presencia de un conjunto de intenciones objetivas y, en el fondo, yo podría en última instancia resumir con una frase todo lo que he dicho: “Todo esto aparece como resultado de la intención objetiva de promover a los periodistas y, más especialmente, a los periodistas-intelectuales y los intelectuales-periodistas al estatus de jueces de las producciones intelectuales”. Todo lo que podría contar durante horas podría resumirse de esta manera.