Название: Frente al dolor
Автор: Roberto Badenas
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9788472088573
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1 . «Dad palabras al dolor. La desgracia que no habla, murmura que no puede más en el fondo del corazón, hasta que lo quiebra» (Shakespeare, Macbeth).
2 . Dorothee Sölle, Suffering, Filadelfia: Fortress Press, 1975, p. 76.
3 . En J. J. Mateo, “Te sangran los dedos y disfrutas del sufrimiento”, en El País, 30.1.12, p. 43.
4 . Borja Vilaseca, “¿Qué necesito de los demás para ser feliz?”, El País Semanal, p. 68.
5 . Ibíd.
6 . Stefan Zweig fue un escritor austriaco que vivió entre 1881 y 1942.
7 . Pascal, Pensamientos, § XV.
8 . W. Brueggerman, The Message of the Psalms, Mineápolis: Augsburg Fortress, 1984, p. 51-52.
9 . Citado por Reine Caulet, « Je crée donc je souffre », dossier Douleur, p. 35-36.
10 . Antonio Rabinad, Cartas a Theo, Barcelona: Paidós Estética, 2004, p. 395.
11 . Ibíd., p. 35.
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Atentos a las
señales de alarma
«El arte de la vida es el arte de evitar el dolor».
Thomas Jefferson
Según William James, el mayor descubrimiento de nuestra época es que los humanos podemos influir sobre numerosos aspectos de nuestra vida con solo cambiar nuestras actitudes mentales.1 Shakespeare ya decía poéticamente que, «estamos hechos de la misma materia que nuestros sueños».2 O como afirmaba de modo más directo Ramón y Cajal, «todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro».3 Hasta ahora lo decían los artistas y los sabios: ahora también lo sostiene la ciencia.
«Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro [...]. Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad».4 Esto implica, según los expertos, que «los procesos de curación dependen en gran medida de lo que ocurre en la mente del paciente. El desafío de la medicina es encontrar la manera de poner en acción los asombrosos poderes de recuperación que tiene el organismo».5
El dolor tiene aliados
Lo que ocurre en la mente de la persona es el aspecto del sufrimiento más difícil de comprender y controlar.6 Haciendo una carrera con sus amigos, un niño se cae y se rasguña la rodilla. Pero en la excitación de llegar el primero prosigue corriendo sin hacer caso. Terminada la carrera el dolor de la rodilla recupera su atención. Al ver sangre, toma conciencia de lo ocurrido, se asusta y se echa a llorar corriendo hacia su madre. Esta lo abraza, lo tranquiliza, le limpia el rasguño y le pone una tirita. Pronto el niño se vuelve a sus juegos y se olvida de su herida. Hay hombres que trabajan en oficios duros (matarifes, carniceros, etc.) o que practican deportes violentos (rugby, boxeo, etc.) que requieren mucha fuerza y resistencia ante golpes, pero que son incapaces de presenciar hasta el final el parto de sus propios hijos, o que se desmayan en el hospital al ver acercarse la aguja de una jeringuilla hipodérmica.7
Hay factores que potencian la percepción del dolor y otros que la atenúan. Pero en gran medida los ignoramos. El psicoanalista Carl Jung decía que todos tenemos una parte oculta de nuestra realidad personal a la que no podemos enfrentarnos abiertamente y que no podemos cambiar. Se trata de nuestro inconsciente, que él llamaba simplemente nuestra zona de “sombras”. No podemos huir de ella ni hacerla desaparecer. «Las sombras forman parte de nuestra vida».8 Nos conviene escuchar lo que tengan que decirnos. Ahora bien, escuchar el dolor no significa dejarse acaparar por él. Porque hay determinados grados de atención que agravan las situaciones.
El miedo
El miedo es, sin duda, nuestro peor aliado ante el dolor. El sufrimiento se acrecienta siempre por el espectro del miedo. Todos tenemos más o menos miedo a sufrir. Pero a menudo nuestro propio temor agrava el dolor y lo intensifica, convirtiéndolo en una obsesión tan destructora o más que la propia causa del daño. El miedo comporta un estrés adicional que puede paralizar la vida o hacerla insoportable cuando encierra al doliente en una cárcel de pánico. Para los que viven bajo la constante amenaza de una espada de Damocles, es muy difícil no pasar el tiempo auscultándose.9 Pero eso no resuelve sus problemas sino que los agrava. El dolor puede ser inevitable, pero nuestro sentimiento de miseria es en cierta medida opcional.10 De ahí la conveniencia de aprender a enfrentar los problemas con realismo y asumir el control de nuestras reacciones emocionales.
Muchas personas consiguen dominar el miedo poniendo su confianza en alguna forma de ayuda externa, ya sea profesional o espiritual.11 Pero, ¿cómo superar el miedo cuando no se cuenta con la ayuda de nadie?
La soledad y el desamparo
El hecho de que el sufrimiento sea una sensación tan privada hace que se acompañe muy a menudo de un fuerte sentimiento de soledad. Las personas que sufren de modo crónico agravan su situación, muchas veces con el sentimiento de que nadie las entiende ni las compadece como merecen. Si de ahí pasan a pensar que son un estorbo, o que molestan, todavía aumentan más su malestar.
Hay muchas formas de dolor que no podemos combatir solos. En innumerables casos el recurso a los profesionales de la salud se impone. Pero también la familia, los amigos o la comunidad religiosa pueden ayudar con eficacia a sobrellevar los avatares del dolor. La soledad es uno de los aspectos del sufrimiento más penosos de llevar. Si son compartidas, las penas se aligeran. Si no conseguimos compartirlas con nadie, lo habitual es que se agraven. Por eso, cuando sufrimos, lo que más necesitamos no es que alguien nos explique el porqué, sino que nos acompañe con su presencia y nos exprese su simpatía. Al mismo tiempo no hay nada que mitigue tanto las penas –ajenas y propias– como volcarnos en acompañar a otros en su dolor. Para ello la formación profesional es útil pero no necesaria. Lo principal es la sensibilidad. Sentarse al lado del que sufre y escucharle en silencio puede bastar.12
La frustración y el desánimo
Mucho de nuestro sufrimiento viene de la mera constatación de que nuestra realidad no responde a nuestros deseos. СКАЧАТЬ