Название: Frente al dolor
Автор: Roberto Badenas
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9788472088573
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«El mayor dolor del mundo
No es el que mata de golpe,
Sino aquel que, gota a gota,
Horada el alma y la rompe».
Sin embargo todas las pruebas pueden servirnos para aprender. La experiencia nos enseña a ser más sabios, más prudentes, a protegernos. Entendemos que no se trata, tampoco, de levantar barreras de protección tan altas que acaben por aislarnos de la realidad. Porque si tras un desengaño amoroso no volvemos a amar, podemos caer en el resentimiento y el odio. La decepción, si no se trata, degenera en amargura, y la amargura en cinismo. Cuando tras el naufragio tocamos fondo, solo intentando nadar de nuevo podremos salir a flote.
Es propio del ser humano cometer errores. Pero uno de los aprendizajes más importantes de la vida es el de sacar lecciones positivas de nuestras equivocaciones y pasar página. Si nos complacemos en nuestra situación de víctimas, si nos empeñamos en echar la culpa de todo a los acontecimientos, si nos anclamos en situaciones de queja y lástima, difícilmente podremos tomar las riendas de nuestra existencia. El resquemor y la frustración no hacen más que exacerbar el sufrimiento. La curación de los malos recuerdos no se obtiene luchando contra ellos sino cultivando los buenos.
La sombra del pasado
Una de las mayores fuentes de infelicidad puede ser la sombra del pasado. No podemos olvidar a voluntad con solo desearlo, y cuanto más nos esforzamos por no recordar ciertos problemas, más los tenemos presentes. La memoria es caprichosa y selectiva. Olvida innumerables beneficios disfrutados, pero recuerda reveses, derrotas, decepciones, afrentas y traiciones… Alguien ha dicho que «la memoria es un monstruo: vosotros olvidáis; ella no. Lo graba todo y para siempre. Guarda los recuerdos […] para sacarlos cuando ella quiera. Creéis poseer memoria, pero es la memoria la que os posee».14 Si le dejamos hacer, la memoria es capaz de llevarnos al cementerio de las decepciones, de enterrarnos en el pasado, y de recrearse sin piedad en recordarnos nuestros sueños muertos.
Quizá nada produzca más desazón que la dicha perdida. Por haberla tenido, el aguijón de la tristeza se clava con más saña que si no se hubiera conocido nunca. La bella famosa vive con el alma en vilo luchando contra canas, sobrepeso, arrugas o flacidez. El atleta que fue admirado por su físico padece su marchitamiento en mayor medida que quienes fuimos siempre corrientes o feos. Los que amaron y fueron amados se desesperan tras el abandono. Quienes poseyeron riquezas y las perdieron son mucho más desgraciados que quienes fueron siempre pobres. Lo queramos o no, nuestro pasado proyecta sus sombras sobre el presente.15 Como dijo Lord Byron, «el recuerdo de la felicidad ya no es felicidad, pero el recuerdo del dolor es todavía dolor».
El actor que fue un ídolo no soporta haber caído en el olvido. El deportista que teme ser desbancado intenta prolongar su carrera a base de química… De los triunfos pasados –de la gloria perdida– cuesta curarse. El escritor se deprime si su siguiente libro se vende menos que el anterior, y el cantante se ensombrece si le contratan menos galas... Lejos de estar contentos con lo que la vida nos otorgó durante un tiempo, sentimos que lo pasado ya no cuenta, por excepcional que fuera. El dinero acumulado ya no satisface, si no se sigue ganando. La admiración cosechada no vale nada, si ha dejado de suscitarse. La belleza que se tuvo un día se convierte en un maldito recuerdo cuando se ha perdido.
¿Por qué valoramos tan poco lo conseguido, una vez que ha pasado? Un número creciente de personas desquiciadas se operan cien veces y se inyectan cualquier veneno en el cuerpo con tal de aparentar menos años, para convertirse a menudo en seres deformes... Y hasta hay algún político engreído que no hace ascos a cualquier apaño por mejorar su imagen intentando conseguir los votos que le permitan perpetuarse en el poder…
La frase “El tiempo lo cura todo” expresa una verdad relativa. Las heridas, es cierto, suelen cicatrizar. La piel vuelve a unirse, a renovarse hasta formar de nuevo una barrera contra la infección. Pero la nueva piel, la zona curada, suele permanecer siempre más sensible que la zona que la rodea. Más frágil. Y cada vez que la cicatriz entra en contacto con un objeto extraño, hay un recuerdo de la herida inicial. La lesión se cura pero la fragilidad sigue. Lo mismo ocurre cuando una palabra, un recuerdo, una imagen, nos traen a la memoria un sufrimiento lejano. La herida está curada, pero la fragilidad del recuerdo permanece. Los años pasan y la cicatriz sigue… mientras dure el amor o la memoria.16
El sentimiento de fracaso
Los humanos somos los únicos seres vivos que tropezamos mil veces con la misma piedra y encima le echamos la culpa a la piedra. Sin embargo, el padecimiento sufrido podría ayudarnos a identificar la causa de nuestros tropiezos. Esta toma de conciencia puede permitirnos asumir la responsabilidad personal en lo que nos pasa, cuestionar las creencias que la sociedad nos impone, y cambiar de rumbo. Así lo piensa José Luis Montes (Puertollano, 1965), ex directivo de multinacionales como Epson, Xerox y Tech Data: «Me creí eso de que el éxito consiste en llegar a lo más alto y ganar mucho dinero», confiesa. «Conseguí todo lo que este sistema dice que debes lograr para ser feliz, pero cuando alcancé la cima me sentí vacío».17
Movido por un profundo anhelo de recuperarse a sí mismo y de emprender un proyecto de vida basado en valores y no en el lucro, Montes vendió su empresa hace unos años. Lo que él llama su “transformación interior” le ha llevado a convertirse en el fundador del Movimiento Social Wikihappiness. Este exempresario de éxito imparte ahora conferencias para directivos, en las que reflexiona sobre el triunfo y el fracaso.
«Cuando no sabes quién eres ni qué quieres, eres esclavo de tu baja autoestima e inseguridad. Esta falta de confianza te lleva a pensar y hacer lo que piensan y hacen los demás. Las personas auténticas son libres, coherentes y honestas consigo mismas. Desde pequeñitos nos llenan la cabeza de ideas preconcebidas acerca de cómo hemos de vivir la vida. Nos condicionan para triunfar a toda costa, y entrar así en el templo de la felicidad. Pero es una gran mentira. Yo he vivido en ese lugar y está vacío. La felicidad no está relacionada con lo que poseemos, sino con lo que somos y con nuestra capacidad para vivir en coherencia con nosotros mismos. A menudo la carrera por poseer se convierte en un obstáculo en el sendero del ser.
»He verificado –sigue diciendo Montes– que si tu principal objetivo es conseguir éxito, poder y dinero, necesitas ser egoísta y ambicioso, y terminas por destruir la humanidad innata que hay en ti… Te desconectas de tu esencia y te olvidas de los valores y proyectos que sí valen la pena. Nos han programado para ser infelices, y la mayoría lo son, solo que muy pocos tienen la humildad y el coraje de reconocerlo. Nuestro mayor enemigo es el autoengaño, no querer reconocer el malestar que sentimos interiormente. No hay mayor fracaso que fijar objetivos equivocados y conseguirlos. Por eso hay tantas personas de éxito que son tan infelices: porque han hecho lo que el sistema les ha impuesto y no lo que les dicta su corazón. El éxito es ser coherente contigo mismo, con los dictados de tu conciencia. Si no aprendes a ser feliz por ti mismo seguro que terminas sintiéndote un fracasado».18
El sentimiento de fracaso es una de las mayores fuentes de sufrimiento. Y de la frustración a la ira no hay más que un paso.
La ira y el sentimiento de culpa
La ira es una emoción casi inevitable suscitada por la contrariedad. Es positiva cuando nos rebelamos contra injusticias o abusos. Pero se vuelve negativa, e incluso peligrosa, cuando bloquea la capacidad de pensar, se ciega con el deseo de venganza o se obstina СКАЧАТЬ