Название: Por qué se suicida un adolescente
Автор: Héctor Gallo
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9789878372693
isbn:
En el caso de France Télécom, los empleados no eligieron tirarse por la ventana, como suelen hacerlo los franceses, ni desde un piso alto, como no pocos lo llevan a cabo en todas partes del mundo; tampoco se subieron a un puente, ni se tiraron al tren, ni decidieron ahorcarse en algún lugar solitario, ni en un hotel de mala muerte –como muchos lo hacen–, o en el dormitorio con la puerta cerrada, como lo hizo un adolescente en Medellín que se colgó dentro del clóset de su cuarto y la madre no se dio por enterada cuando escuchó movimientos, pues como el joven era drogadicto y en la noche solía hacer ruido en su cuarto, ella, cansada ya de esto, pensó que se trataba de lo mismo de siempre y decidió no averiguar qué estaba pasando.
Esos trabajadores eligieron matarse en su oficina,
[…] matarse pues, literalmente, en el trabajo, ondear el propio cadáver delante de su empresario y hacerle así un último y envenenado regalo, inmolarse sobre el altar de una entidad colectiva a la que se le ha consagrado una gran parte de la existencia y que se ha convertido, para él, en un monstruo nuevo y frío que, como los dioses de Anatole France, están sedientos de la sangre de sus adeptos. (19)
Una modalidad de suicidio como la evocada,
[…] hace que el mensaje sea bastante nuevo y que, en algunos casos, cuando el suicida deja una carta, sea lo bastante explícito y claro como para que nos tomemos la molestia y terminemos de una vez de hacer la política del avestruz. (20)
Cuando catástrofes como la anotada suceden, lo peor sería asumirlas
[…] como formando parte de los riesgos del oficio o, más horrible todavía, ahogarlo en las estadísticas de la “mortalidad nacional” tan absurdas como indecentes. Desdeñar el espejo en el que nos reflejan, sería matar otra vez a los muertos de France Télécom. (21)
Estos suicidas dan cuenta de la desesperación que implica trabajar bajo presión, no sin incertidumbre, sabiendo que hay un ojo vigilante que exige rendir, a veces de manera caprichosa. Los ejecutivos de una empresa como France Télécom, en 2013 convertida en Orange y considerada entre las más grandes de Europa, por hacer valer como imperativo categórico la exigencia del rendimiento sin preguntarse por los límites de lo humano, generaron un ambiente laboral tan toxico, que seguramente se convirtió, para cada empleado, en una tortura llegar cada día a trabajar. El acoso laboral del que eran objeto, al parecer se volvió un ensañamiento tal, que condujo a cada empleado a un grado de división subjetiva tan fuerte, que en medio de la desesperación decidieron tomar venganza contra la empresa atacándose colectivamente a sí mismos. Optaron por dejarse caer colectivamente, acción que tiene la particularidad de estar dirigida al Otro omnipotente, caprichoso y sordo. Ese suicidio colectivo dio de qué hablar y condujo hasta los tribunales franceses a varios de los ejecutivos de la empresa. Por razones que desconocemos, en lugar de los empleados ponerse en posición de hacer hablar en un lugar adecuado lo que estaban padeciendo como síntoma, prefirieron actuar y darle lugar a la emergencia de la parte autodestructiva que nos habita.
Como dice Byung-Chul Han:
Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal […] En el régimen neoliberal de la autoexplotación uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo. (22)
Hacia una clínica del suicidio
Las epidemias de suicidios que en la actualidad se producen, pues ya no se trata de casos aislados, son testimonio de una especie de nuevo malestar en la civilización, y es algo que no debemos minimizar acudiendo a inútiles diagnósticos de trastorno mental, que, por aportar poco o nada a nivel explicativo, trivializan un fenómeno subjetivo y social tan enigmático como lo es el suicidio.
El suicido es transclínico, pues no es propio de ninguna estructura clínica en particular. Lo puede llevar a cabo tanto un psicótico como un sujeto obsesivo o histérico. La estructura en la que hay mayor facilitación subjetiva para que se realice un acto suicida es la melancolía, que hoy suele ser confundida por los psiquiatras con la llamada “depresión profunda” y el denominado “trastorno bipolar”. Este trastorno está de moda, a tal punto que, en la actualidad, es aplicado a no pocos casos de histeria y obsesión, vía por la cual no pocas mujeres y hombres que no deberían ser medicados se encuentran consumiendo antipsicóticos y antidepresivos.
“La melancolía se caracteriza psíquicamente por un estado de ánimo profundamente doloroso, una cesación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución de amor propio”. (23) La llamada “disminución del amor propio”, concomitante a un sentimiento de pérdida, tiene en la melancolía la particularidad de que no se sabe “qué es lo que el sujeto ha perdido”. (24)
Cuando el amor propio se encuentra aporreado o ha desaparecido, la posición subjetiva que define la relación con el otro se caracteriza por la indignidad. Esta implica el sentimiento de no merecer ni siquiera el aire que se respira, hasta el punto de que, en algunos casos, puede conducir, como dice Freud, “a una delirante espera de castigo”. (25) El empobrecimiento del “yo”, que produce esta espera patológica de castigo, lo deja sumido en una condición indigna “de toda estimación, incapaz de rendimiento valioso alguno y moralmente condenable. Se dirige amargos reproches, se insulta y espera la repulsa y el castigo”. (26)
El suicidio melancólico corresponde, entonces, a una venganza del sujeto contra sí mismo, por haberse vuelto su peor enemigo, al juzgarse a sí mismo alguien fallido para la vida y sus retos. Después del sujeto humillarse ante sí mismo y ante los demás, se suicida para librar a los más íntimos del estigma que representa para ellos. El suicidio melancólico se acompaña de una sensación de empequeñecimiento, disminución y desprecio de sí, y este devoramiento no cede por más que se le trate de mostrar al sujeto que su “yo” en nada se parece al que recibe la crítica. Este empecinamiento del sujeto en presentarse como el ser más despreciable del mundo da cuenta de que sin duda encuentra una enorme satisfacción en la destrucción de sí mismo, abrumándose con sus críticas y engrandeciendo “sus propios defectos”. (27)
Entrevistas a personas que a pesar de no considerarse melancólicas han intentado suicidarse alguna vez, han tenido ideas suicidas o también han sido testigos del suicidio o intento de suicidio de vecinos, amigos o familiares, o que han estado encargados, específicamente en un pueblo del departamento de Antioquia, Colombia, de recibir los reportes de suicidio dentro del sistema de salud, dan cuenta de la circulación, en el discurso cotidiano, de una serie de significantes propios del sentido común que aparecen referidos a un mal de vida que se actualiza cuando empiezan a insistir, en la consciencia, ideas suicidas. Las personas entrevistadas (28) coinciden en asociar el suicidio con un estado de disminución personal, un ensombrecimiento, soledad, falta de quién escuche y, en general, una sin salida que evoca impotencia absoluta.
Entre las expresiones que suelen asociarse con el instante en que alguien decide suicidarse, empieza a planear el suicidio o a ser invadido por ideas suicidas, tenemos las siguientes: “uno cree que se le cierra el mundo”, “que ya no hay solución para nada”. Objetivamente, el mundo no está cerrado para nadie, y lo poco o mucho que ofrece la vida que se lleva está ahí para que cada quien se sirva de lo que esté a su alcance. Sin embargo, dado que para disfrutar la vida no basta con tenerla, sino que hay que autorizarse íntimamente para lograrlo, y que la realidad no es como es, sino tal como nos la representamos a nivel imaginario y simbólico, el hecho de vivirla como una entidad que ha perdido su sabor es suficiente para que se convierta en invivible.
En boca de quienes se han intentado suicidar СКАЧАТЬ