Название: Por qué se suicida un adolescente
Автор: Héctor Gallo
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9789878372693
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Dos muchachitos, como de 15 o 16 años, que a cada uno lo dejó la novia, se tomaron un frasco de formol. Uno murió y otro estaba mal, pero alcanzó a pedir ayuda y lograron llegar. A él le preguntaban: “¿usted por qué se arrepintió?”. Y decía que porque le dolía ver su amigo así. (33)
Ver al amigo agonizando operó como un límite que lo detuvo, le impidió permanecer en silencio, y de este modo rompió el silencio con respecto al Otro, silencio que es propio del pasaje al acto, pues la pulsión autodestructiva encuentra, en el pasaje al acto suicida, su momento más esplendoroso para ponerse en escena en forma silenciosa.
El hecho de que los dos adolescentes hubieran intentado acabar con su vida a partir de una ruptura amorosa reactivó en la joven entrevistada un episodio semejante, que con anterioridad la había dejado en una condición psíquica que interpretó como similar a la de los adolescentes. Ella, igual que los adolescentes, tuvo una desilusión amorosa, estuvo mal psíquicamente y debió tomar antidepresivos, pero en lugar de pasar al acto suicida, se conformó solo con pensarlo.
La joven considera que la causa de la tragedia fue que seguramente no tenían quién los apoyara: “¡ay, no!, yo pienso que si usted tiene quien lo apoye, quien lo escuche, quien lo anime a salir adelante, uno no se encierra y no toma esas decisiones”. (34) “Apoyo” evoca sostén, algo que sirve de soporte en un momento dado para no caer, es una especie de salvavidas en momentos de urgencia.
A la desilusión amorosa de la joven entrevistada también se sumó, en el pasado, el intento de suicidio de un familiar. Al parecer, se tomó unas pastillas porque estaba aburrido e igualmente intentó ahorcarse. En este caso, ella se explica el acto aduciendo que “tenía como una tristeza por aburrimiento”. (35)
Dice haber escuchado que su familiar
[…] se había intentado quitar la vida porque había peleado con la esposa, que era su único apoyo. Perdido el apoyo, le tocó irse para la finca porque la esposa le había dicho que no quería vivir más con él; era también la soledad. Entonces yo también pienso que es la falta de apoyo de él, de la familia. (36)
En este caso, más que de un pasaje al acto suicida, se trata es de un acting-out, es decir, de algo dirigido al Otro, de un llamado a su familia, de tal manera que el cálculo suicida fue hecho inconscientemente para que el acto no fuera letal.
La joven dice que al familiar le encontraron “algo de base psicológica”, pero que afortunadamente la esposa vino y lo rescató, y ya vive con ella y cuenta con el apoyo de los hijos. Alguien se intenta suicidar o se suicida, cuando supone que ya no hay quien lo rescate. En este caso, el convencimiento del desamparo no era absoluto, pues su intento de suicido fue un acting-out que se constituyó en un llamado al Otro para ser rescatado. El llamado fue escuchado, pues “ya están más pendientes de él, se lo llevan para donde un hijo, después para donde el otro”. (37) El sujeto se hizo ver empleando una vía extrema y le dio a entender a la familia lo fundamental que era para él.
Aparte de las explicaciones ya dadas por la joven entrevistada acerca de por qué se suicida una persona, tenemos estas otras que me parecen dicientes. Refiere que si una persona
[…] no mira muy bien lo que tiene, se gana la espalda de todo el mundo, y esto lleva a tener que llamar la atención con un intento de suicidio o haciendo algo para que le den a uno el cuidado que uno espera o merezca o quisiera, pues a quien le dan la espalda es porque seguramente tampoco siembra mucho amor. (38)
Esta sabiduría popular indica que uno recibe lo que siembra y que en este sentido es plenamente responsable de lo que cosecha.
La joven entrevistada también se refirió a un niño de 13 o 14 años, que llevaban mucho al hospital porque siempre se tomaba alguna cosa, e igualmente había personas de mayor edad que hacían lo mismo.
Unos tomaban Límpido [un blanquedor], otros pastillas, veneno, y ellos mismos a veces buscaban el servicio de urgencias. Entre los intentos de suicidio de señores de la tercera edad, hubo uno que hace mucho tiempo había tenido un accidente, y no movía mucha parte del cuerpo, pero si se valía por sí solito, y vivía en una finca, y se tomó un tarro de veneno que porque él ya era un estorbo para la familia. (39)
La joven piensa del suicidio
[…] que no todos tenemos la misma capacidad de solucionar los problemas, pero suicidarse es muy duro, nunca se sabe qué pudo haber llevado a la persona hasta allá. Debe tratarse de alguien que se siente muy poquito y que a la vez es muy decidido, no le da miedo de las cosas que duelen. (40)
El suicida decidido, como sucede con el drogadicto o el adicto al juego, difícilmente toma la decisión ética de oponerse seriamente a su empuje autodestructivo. Para ilustrar lo decidido que es un suicida, la joven se refiere, por ejemplo, a los que se ahorcan:
[…] uno mismo coger la cuerda; si a uno le da miedo que le pongan una inyección, ahora uno buscar una cuerda para uno mismo ahorcarse o tomarse unas pastillas. El muchacho del formol decía que eso le había dolido demasiado; entonces, si es algo que le duele a uno, no se entiende por qué se busca. (41)
La razón por la que se buscan ciertas formas de suicidio, aunque duelan, podemos explicarla hipotéticamente del siguiente modo: que la satisfacción ligada a la pulsión de muerte ha llegado a ser tan intensa, que obnubila, en el sujeto, la posibilidad de representarse, en la vida, de un modo distinto a como se siente en el momento en que está pensando en que no vale la pena seguir aquí en el mudo de los vivos. Si no seguir aquí llegara a convertirse en una certeza imposible de matizar con alguna duda o con algo simbólico –un hijo, una mujer, una madre, un amigo– que sirva de límite, el pasaje al acto es seguro que se precipitará.
Por otro lado, la joven entrevistada considera que
[…] para alguien sentirse un estorbo o que se lo digan y lo hagan a un lado, es porque tiene una mala condición de vida, o en su familia no tiene una red de apoyo o fracasa en todo lo que hace, pues es normal que todo mundo se sienta solo. (42)
O sea que nadie se suicida por sentirse solo, pero la soledad es mucho más fuerte cuando no se cuenta con apoyo.
El apoyo simbólico más protector de la vida y más preventivo del daño de sí es el cultivo de una pasión deseante, pues, de lo contrario, el sentimiento de frustración será más o menos constante, no solo por no ser lo que uno quiere, porque las cosas no salen como uno quiere, o porque por más que quiera salir adelante, no le funciona.
De todas maneras, dice la joven entrevistada,
[…] suicidarse es llegar a un lugar muy extremo, es también ser muy tonto, pues vivir es muy bueno por más líos que uno tenga. Hasta que tuve la depresión, yo pensaba que definitivamente la gente que intenta suicidarse es porque no le ve salida a la vida. (43)
De nuevo aparece el sentimiento de sin salida.
Un intento de suicidio, uno no lo hace porque está contento, sino porque está muy triste o ya no puede con lo que tiene, o con la carga que tiene, o con el estado de ánimo que tiene, y eso es una depresión como tal. (44)
De la depresión se sale
[…] buscando mucho apoyo, si usted la vive solo no es capaz, así usted quiera. Ahí no vale decir “¡ah!, es que yo soy capaz”; uno no es capaz, uno se queda solo y empieza a pensar maricadas, a echarse la culpa de las cosas. Nunca pensé en quitarme la vida cuando estaba deprimida, quizás porque tenía a Juan [su hijo] y la vida es muy bonita. (45)
Pero si me ponía a pensar: yo que hice mal, cómo voy a seguir mi vida, en qué estoy СКАЧАТЬ