Название: Por qué se suicida un adolescente
Автор: Héctor Gallo
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9789878372693
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Pasaje al acto: entre clínica y teoría
Introducción
En este capítulo, la reflexión se orienta a una primera formulación teórica y clínica, tanto del pasaje al acto como del acting-out, la cual se irá profundizando cada vez más a medida que se avanza en el análisis del problema. Se enfatiza en la íntima relación del pasaje al acto con la pulsión y del acting-out con el Otro, y de igual manera se alude a las motivaciones psíquicas diversas que son puestas en juego en cada situación en donde el movimiento de la emoción se introduce de una forma que puede ser más o menos trágica.
La íntima relación del pasaje al acto con significantes como “impulsión”, “impulsividad”, “ansiedad”, “brutalidad”, “inmotivación”, “ruptura”, “caer”, “arrojarse”, “ser arrojado” o “verse arrojado” y la evocación de una discontinuidad con respecto al modo como se ha vivido implica que, desde las primeras aproximaciones a dicho concepto, se evidencia la puesta en acto de una pulsión en escenas demostrativas. De acuerdo con estas connotaciones preliminares propias de la urgencia implicada en el pasaje al acto, “la orientación clínica será por tanto reinstalar al sujeto en su relación con el Otro simbólico”. (1) Aquí, “reinstalar” quiere decir involucrarlo a partir de la localización de los significantes amo que le han servido de ordenamiento en el campo subjetivo y social, aquellos que le han servido de protección subjetiva.
Dice el colega Pablo Muñoz que Jacques Lacan realiza una subversión “de la noción criminológica y psiquiátrica de pasaje al acto”, (2) que resume en cuatro puntos:
1. Le da consistencia clínica en oposición a su función “descriptiva de conductas desviadas, violentas, criminales, delincuenciales […]”. (3)
2. Si bien no rompe con la dimensión brutal que lo caracteriza, en lugar de reducirlo a una conducta desviada o desadaptada, precipitada por una relación estímulo-reacción, se pregunta por el lugar del sujeto en juego, por el objeto y el Otro.
3. El aspecto más original del abordaje lacaniano del pasaje al acto es el del “estrecho e íntimo vínculo con la angustia […]”. (4)
4. Es gracias al vínculo con la angustia, que “el pasaje al acto como concepto psicoanalítico pierde sus referencias criminológicas, morales y psiquiátricas”. (5)
De la orientación inconsciente hacia el daño de sí
Dice Sigmund Freud que el
[…] automaltrato, que generalmente tiene la estructura de un acting-out en aquellos casos en que no se propone una completa autodestrucción como finalidad, sino más bien un llamado al Otro, no tiene en nuestro estado de civilización actual más remedio que ocultarse detrás de la casualidad o manifestarse imitando el comienzo de una enfermedad espontánea. Antiguamente era signo usual de un duelo y podía ser expresión de ideas de piedad y renunciamiento al mundo. (6)
No son pocos los seres humanos en quienes, por distintos medios, se evidencia una tendencia a la autodestrucción, manifestando cierto furor contra la propia integridad y la propia vida, un cierto desprecio del cuidado de sí y el empecinamiento compulsivo en hábitos de vida nada saludables. Esta tendencia inconsciente a la autodestrucción –que, por cierto, contradice la idea del cuidado de la vida como valor fundamental– aprovecha momentos de debilitamiento existencial y alguna culpa inconsciente que empuja hacia el autocastigo, para ponerse en escena bajo la forma del daño.
Los daños autoinflingidos comúnmente son una transacción entre el impulso autodestructivo “y las fuerzas que aún actúan contra él. También en los casos en que se llega al suicidio ha existido anteriormente, durante largo tiempo, dicha inclinación, con menor o mayor fuerza o como tendencia inconsciente y reprimida”. (7) O sea que no se suicida sino aquel en quien ha existido una fuerte inclinación autodestructiva; de ahí que, al momento de llevarse a cabo el pasaje al acto suicida, es seguro que ya se habrán producido distintos movimientos orientados contra sí mismo de un modo real o simbólico.
Tanto la intención inconsciente de suicidarse como la intención consciente “escoge su tiempo, sus medios y su ocasión”. (8) Son numerosos los casos de desgracias que parecen casuales o debidas a la mala suerte; por ejemplo, accidentes automovilísticos o peatonales, tropiezos en la calle que producen caídas con graves daños en el cuerpo, heridas causadas a sí mismo o a otros por estar limpiando un arma de fuego o jugando con ella. Esto suele suceder en el ejército y en las casas de familia en donde imprudentemente se dejan armas al alcance de los niños. En estos casos, los lejanos pueden interpretar el acto como algo accidental, pero algunos de los cercanos pueden llegar a reconocer íntimamente que las circunstancias en que ocurrió “justifican una sospecha de suicidio [o de homicidio o intento de homicidio] inconscientemente tolerado”. (9)
Inspirados en el texto de Freud Contribuciones al simposio sobre el suicidio, (10) podemos afirmar que los suicidios infantiles y juveniles los podemos encontrar en cualquier nivel educativo –en la escuela primaria, en la secundaria, en la universidad, en las instituciones técnicas– y también en las empresas, como sucedió en 2005 en France Télécom, en París, donde 24 personas se suicidaron en las oficinas de la empresa, pero ya había sucedido también en la Renault, en la Peugeot y en la Educación Nacional. (11)
La interpretación de Freud hace más de 108 años sobre los suicidios de los escolares es la siguiente: “que el colegio reemplaza ante sus educandos aquellos traumas que otros adolescentes experimentan en sus particulares condiciones de vida”. (12) En la actualidad, en algunos niños, sobre todo en aquellos que son tímidos, temerosos, que por habitarlos cierta cobardía viven con miedo de todo, y por no ser osados y despiertos fácilmente experimentan exclusión y rechazo, y suelen ser asediados y sometidos a diversas humillaciones por sus camaradas. Estas circunstancias de maltrato y violencia escolar pueden llegar a convertirse en detonantes de suicidio.
A propósito del suicidio de los trabajadores de France Télécom, dice el filósofo Bernard Henri Lévy que “un suicidio es un misterio. Por supuesto que nada es más azaroso, peligroso, incluso odioso, que querer interpretar, a posteriori, actos a menudo sin palabras y que eligen, en esos casos, ocultarse tras su propio secreto”. (13)
El suicidio de un ser humano, se lleve a cabo individual o colectivamente, es un misterio sin solución, algo frente a lo cual no hay vacuna que funcione. Cada vez que se trata de una epidemia en donde está involucrada la subjetividad, el modelo epidemiológico para explicarla e intervenirla se queda muy corto, pues ataca la causa objetiva y deja intacta la causa subjetiva, que nunca es univoca, sino múltiple y variable. La variable desconocida del suicidio exige ser despejada de manera muy cauta, nadie tiene la solución con respecto al mismo, y habrá que pensar detenidamente qué posibilidades hay de prevenirlo tanto a nivel subjetivo como familiar, social, educativo, e incluso empresarial. Nada de lo que se diga del suicidio logrará despejar el misterio inefable que alberga.
Con respecto a la cuestión preventiva, Freud señala que una institución educativa –agreguemos también la institución familiar–,
[…] ha de cumplir algo más que abstenerse simplemente de impulsar a los jóvenes al suicidio: ha de infundirles el placer de vivir y ofréceles apoyo y asidero en un periodo de su vida en el cual las condiciones de su desarrollo lo obligan a soltar los vínculos con el hogar paterno. (14)
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