Название: Purgatorio. Divina comedia de Dante Alighieri
Автор: Franco Nembrini
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Digital
isbn: 9788418746086
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Imaginad que somos una clase estupenda, una panda de buenos amigos, todos para uno y uno para todos. En un momento dado, una de las amigas del grupo empieza a faltar al colegio. Descubrimos que se ha metido en una historia muy fea de alcohol, drogas, malas compañías… Obviamente estamos dolidos porque era de los nuestros, era una amiga, compartíamos grandes planes para el futuro. ¿Por qué habrá querido perderse así? Imaginaos que seis meses después esta chica viniera a decirnos: «¿Me aceptáis de nuevo entre vosotros? He hecho muchas tonterías, lo he pasado muy mal y me he acordado de que con vosotros se está bien. ¿Me aceptáis?».
Y nosotros ¿qué hacemos? Naturalmente, la perdonamos. Es más, como dice el Evangelio, organizamos una gran fiesta, sacamos una buena botella para celebrarlo. Nos daba tanta pena que no estuviera con nosotros que, ahora que ha vuelto, la perdonamos de corazón. El problema es que el tipo de vida que ha llevado le ha afectado al hígado y está enferma, y esto no depende de nuestro perdón. Nosotros la hemos acogido y perdonado, pero si quiere volver a la vida que tenía antes con nosotros tiene que ir al hospital para curarse y recobrar su salud.
Es un ejemplo que cojea, como todos los ejemplos, pero creo que capta lo esencial. El perdón es el gesto de Dios, y también el de los amigos que nos vuelven a acoger sinceramente; pero el paso por el purgatorio es necesario como un tiempo para reponerse, para recuperar las condiciones imprescindibles para poder gozar del paraíso. Ir al paraíso con dolor de hígado no es bueno, si uno va al paraíso es para disfrutarlo plenamente. Por tanto, el purgatorio corresponde a la estancia en el hospital, durante la cual uno se restablece para poder gozar plenamente de la vida. Y, en este período, lo sabéis muy bien por experiencia, el consuelo de los amigos —sus visitas, su apoyo— es fundamental.
A modo de confirmación, expongo algunas observaciones sobre cómo organiza Dante «su» purgatorio. ¿Cómo es el purgatorio de Dante? Es muy sencillo: se trata de una montaña con siete círculos, siete cornisas o gradas. En la parte baja de la pendiente Dante sitúa una zona a la que no da un nombre específico, pero que los comentaristas definen comúnmente como antepurgatorio; ahí una puerta custodiada por un ángel abre paso al purgatorio propiamente dicho. En la cima del monte, más allá de un muro de fuego, se encuentra el paraíso terrenal o jardín del Edén, desde donde las almas que han terminado su penitencia ascienden al cielo.
En sentido estricto, el purgatorio está precedido por un antepurgatorio, como antes del infierno había un anteinfierno. Pero esta similitud espacial solo sirve para sacar a la luz la diferencia entre los dos: en el anteinfierno están los ignavos, es decir, los que en vida nunca eligieron; en el antepurgatorio están los que solo se decidieron al final de su vida. Por eso, antes de que empiece su penitencia, tienen que pasar en ese lugar un tiempo proporcional al que han pasado en vida antes de convertirse. Enseguida nos viene a la mente el dicho popular «más vale tarde que nunca», pero así es…
Después, sobre cada una de las siete cornisas de la montaña se purifica uno de los siete pecados capitales, ordenados según el nivel de gravedad que la teología medieval les atribuía: soberbia, envidia, ira, pereza, avaricia, gula y lujuria. A continuación, Dante introduce un elemento más para clasificar estos pecados, que comentaremos en breve.
El paso de Dante y Virgilio por cada grada está construido según una secuencia rigurosa, que se repite fielmente: cuando Dante llega a una cornisa, presenta ejemplos —casi siempre tres— de la virtud contraria al pecado que se purga en ella; antes de salir, nombra a algunos de los personajes que fueron castigados por ese pecado; al final, proclama la bienaventuranza opuesta a dicho pecado. Tanto los ejemplos de las virtudes como los de los pecados están sacados alternativamente de la Biblia —Nuevo Testamento y Antiguo Testamento— y de la historia o la mitología antiguas; entre las virtudes el primer ejemplo incluye siempre a la Virgen.
Para comprender mejor lo que estamos diciendo, fijémonos en un par de casos.
Al entrar en la cornisa de los soberbios, Dante se topa con bajorrelieves que presentan escenas de humildad, lo contrario de la soberbia: el primero representa a María ante el anuncio del ángel, el segundo al rey bíblico Saúl y el tercero un episodio de la vida del emperador romano Trajano. Al dejar la cornisa, Dante ve una serie de grabados que representan imágenes de la soberbia castigada, entre las que figuran Lucifer, los gigantes de la mitología griega y el rey asirio Senaquerib, que se cita en la Biblia. La escena concluye con un canto que proclama «Beati pauperes spiritu» (Purgatorio XII v. 110, «Bienaventurados los pobres en el espíritu»).
La cornisa de los iracundos es introducida por otros tres ejemplos de la virtud opuesta a la ira, el espíritu de la paz: María cuando encuentra a Jesús entres los doctores del Templo de Jerusalén; un acto magnánimo de Pisístrato, tirano de Atenas; y el martirio que san Esteban acepta con alegría. Al salir de la cornisa, Dante cita a Procne, una figura de la mitología griega que, para vengarse de su marido, había matado a su hijo y se lo había dado para comer; a Amán, un personaje bíblico que ordenó una masacre de judíos; y a Amata, personaje de la Eneida que, en un arranque de ira, se había quitado la vida. Al final, la cornisa se cierra con la afirmación «Beati pacifici» (Purgatorio XVII vv. 68-69, «Bienaventurados los mansos»). Y así sucesivamente.
En todo esto hay un aspecto que siempre me ha fascinado: el bien se presenta primero. En cada cornisa se purga un pecado, una faceta del mal, pero, antes de encontrarse con él, Dante presenta el bien correspondiente. Es como si dijera que siempre, incluso donde se purga el mal, el bien nos precede. Y, por analogía, esta precedencia remite a la relación entre pecado y perdón: también aquí, por paradójico que pueda parecer, el perdón precede a la culpa.
Porque dentro de una experiencia amorosa —no solo la de Dios con los hombres, sino también en nuestras experiencias cotidianas— sucede siempre así. Entre padres e hijos, entre enamorados, entre maridos y mujeres, el perdón no viene después de la culpa, no es una concesión gentil de quien hace la vista gorda con respecto a lo que ha hecho el otro. ¿Qué es el amor? Es el acto, el juicio con el que tú le dices al otro: «Daría la vida por ti, ahora, sin necesidad de pedirte nada, sin pedirte primero que cambies. Vales el sacrificio de mi vida porque eres tú». Por eso el perdón está inscrito desde el origen en el acto del amor; decir «te amo» es decir «te perdono de antemano, te perdono los errores que puedas cometer». Por eso dice Dante de la Virgen (Paraíso XXXIII vv. 16-18):
Tu benignidad no solo socorre a quien pide, sino que muchas veces libremente se anticipa a la petición.
La «benignidad» —la misericordia, el perdón— «se anticipa»: va por delante, se da antes. Hay una palabra maravillosa que ha introducido en nuestro vocabulario el papa Francisco: el amor de Dios nos «primerea»,2 su perdón nos primerea; y esto sucede también en cualquier amor humano que sea reflejo del primero (estamos hechos a «imagen y semejanza suya»…).
La presencia de ejemplos de virtudes y pecados castigados y la conclusión con una bienaventuranza no son los únicos compases estructurales del Purgatorio, encontraremos otros a lo largo del camino. Aquí me limito a anticipar dos de ellos: una serie de repeticiones del número de versos en los distintos cantos y la presencia constante de oraciones procedentes de la liturgia. Las señalaremos cuando las vayamos encontrando.
En conjunto, creo que al terminar la lectura del Purgatorio nadie podrá evitar tener una impresión similar a la mía, que es la de haber recorrido una inmensa catedral. Una catedral de palabras en la que, al igual que en las de piedra, cada elemento tiene su papel, su función, cada uno se relaciona con los demás, remite a los que están a su СКАЧАТЬ