Purgatorio. Divina comedia de Dante Alighieri. Franco Nembrini
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Название: Purgatorio. Divina comedia de Dante Alighieri

Автор: Franco Nembrini

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Digital

isbn: 9788418746086

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СКАЧАТЬ en la oscuridad?». «Quizá sea un perro…».

      «Hay gente en la puerta…». «Quizá sea el viento…».

      «Escucho dos voces suaves, suaves, suaves…».

      «Quizá sea la lluvia que cae bellamente».

      «¿Escuchas esos toques?». «Son las campanas».

      «¿Tocan a muerto? ¿Dan las horas?».

      «Quizá…». «Tengo miedo…». «También yo». «Creo que truena:

      ¿qué haremos?». «No lo sé, hermano:

      estate cerca, estemos en paz: seamos buenos».

      «Sigo hablando, si te gusta.

      ¿Recuerdas, cuando por la cerradura

      entraba la luz?»…

      El diálogo es muy tierno: el hermano menor tiene miedo de todo y el mayor intenta darle respuestas alentadoras, razones para no temer, pero no sirve de nada, y al final no tiene más remedio que admitir que él también tiene miedo.

      Este miedo de los hermanos, que es también nuestro, nace de la oscuridad; en la «selva oscura» todo asusta porque todo resulta una amenaza desconocida. Todo es desconocido porque falta un significado que ilumine el valor de las cosas. «¿Recuerdas, cuando por la cerradura entraba la luz?». Es una imagen estupenda: antes también dormíamos con el cuarto a oscuras, la situación era la misma; sin embargo, por la rendija de la cerradura entraba una luz, pequeñísima pero real, que testimoniaba que al otro lado de la puerta estaba mamá. No la podíamos ver, pero indudablemente estaba presente.

      […] «Y ahora la luz está apagada».

      «Incluso en aquellos tiempos teníamos miedo:

      sí, pero no tanto». «Ahora nada nos conforta,

      y estamos solos en la noche oscura».

      «Ella estaba allí, detrás de esta puerta,

      y se escuchaba un murmullo fugaz,

      de cuando en cuando». «Y ahora madre está muerta».

      «¿Recuerdas?». «Entonces no estábamos tan en paz

      entre nosotros…». «Nosotros somos ahora más buenos»,

      «ahora que ya no hay nadie que se complazca

      con nosotros…», «que ya no hay nadie que nos perdone».

      Antes también tenían miedo. Las circunstancias no eran distintas, pero la presencia de su madre daba sentido a todo. ¿Cuál es la raíz de la tristeza, del dolor y la soledad? Que «ya no hay nadie que nos perdone». No hay nada más importante en la vida que saber esto. Una vez un alumno me escribió: «Solo necesito un lugar que no tenga miedo de lo que soy, que no me desprecie». El mundo es un lugar bonito, podría ser un lugar bello. Pero ¿bello por qué? ¿Porque no hay que esforzarse? ¿Porque no hay que trabajar? No. Bello porque es un lugar donde hay Alguien que no tiene miedo de nuestros límites, de nuestros errores, que no desprecia la nada que somos, que nos mira con misericordia y nos perdona.

      El Purgatorio es el viaje que hace Dante en busca de la experiencia del perdón. Pero no de un perdón genérico, sino del perdón de esa persona que sabe perdonarle. Dante va en busca de Beatriz.

      1 Infierno XXXIV v. 139.

      2 Cf. Dante Alighieri, Infierno, Universidad Francisco de Vitoria, Madrid 2020, pp. 346-347.

      3 Ibídem.

      4 Las citas bíblicas están tomadas de la versión oficial de la Conferencia Episcopal Española, BAC, Madrid 2011.

      5 Vida Nueva XI, Obras completas de Dante Alighieri, BAC, Madrid 2015, p. 542.

      6 Luigi Giussani (1922-2005), sacerdote milanés que dio vida al movimiento de Comunión y Liberación.

      7 Luigi Giussani, Stefano Alberto y Javier Prades, Crear huellas en la historia del mundo, Encuentro, Madrid 2019, pp. 188-189.

      8 La misión, dirigida por Roland Joffé, Reino Unido, 1986.

      9 Oscar Milosz (1877-1939), escritor, lingüista y periodista franco-lituano.

      10 Oscar Milosz, Miguel Mañara, Encuentro, Madrid 2009, pp. 43-45.

      11 Giovanni Pascoli, I due orfani, in Primi poemetti, Utet, Turín 2008, pp. 317-319 (ed. or. Zanichelli, Bolonia 1907); cf. traducción española en Luigi Giussani, Mis lecturas, Encuentro 2020, pp. 44-45.

      NATURALEZA Y ESTRUCTURA DEL PURGATORIO

      Pero ¿cómo es eso? ¿Cómo puede ser que Dante busque a Beatriz en el purgatorio? ¿Y qué pasa con todo lo que tenemos en la cabeza acerca del purgatorio como lugar de penitencias y castigos…? Antes de continuar, quizá convenga precisar qué clase de lugar es este.

      Las nociones de paraíso e infierno son claras e inmediatas —participación en la vida de Dios o exclusión de su presencia, plena felicidad o condena eterna—, pero la idea de purgatorio es más controvertida. Tanto es así que la Iglesia ortodoxa y las iglesias protestantes no lo reconocen; e incluso en el ámbito católico la concepción de purgatorio que nos es familiar —un lugar de purificación donde las almas pasan un tiempo a la espera de entrar en el paraíso— solo se afirma plenamente en los primeros siglos del segundo milenio, como observa Jacques Le Goff en su célebre libro El nacimiento del Purgatorio.1 Sin embargo, el purgatorio no «nace» en ese momento. Es cierto que solo entonces se hace precisa su imagen, la predicación empieza a detenerse en la estructura del mismo, las penitencias, la duración de la pena, la estancia de las almas en él; pero el núcleo central de la idea del purgatorio es mucho más antiguo y se remonta a los inicios del cristianismo.

      Su origen se remonta a la oración por las almas de los difuntos, que es tan antigua como la Iglesia misma (más aún, ya aparece en el Antiguo Testamento). Para Dante es un tema crucial, y tendremos ocasión de volver a él más veces; aquí nos limitaremos a lo esencial: si en la hora de la muerte todas las almas llegaran inmediatamente al paraíso, ¿tendría sentido rezar por los difuntos? Evidentemente, no. Orar por los difuntos incluye forzosamente la idea de que la oración puede contribuir a la purificación que el alma necesita para acceder a la bienaventuranza eterna.

      Quiero aclarar un posible equívoco al respecto. En la concepción católica, el purgatorio corresponde a un tiempo de purificación, en función de un juicio que Dios ya ha emitido; es decir, no corresponde —como se oye en ocasiones— a una especie de suspensión del juicio divino, y entonces las oraciones servirían para «convencer» a Dios de que salve a un alma. De ser así, se negaría el papel de la libertad del hombre. La salvación o la condena tras la muerte no dependen de las oraciones de los demás, sino que son consecuencia de una libre elección de la persona. Esto se ve a lo largo de todo el Infierno y lo volveremos a ver en el Purgatorio: Dios juzga a cada alma en el momento de la muerte, ni un instante antes, СКАЧАТЬ