Название: Fotografía infantil
Автор: Manuel Santos
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
Серия: FotoRuta
isbn: 9788412251302
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Nuestros tres fotógrafos coinciden en que las sesiones con niños tienen que desarrollarse en algo menos que una sesión equivalente con adultos; aunque si se suma el tiempo que hay que darles a los pequeños para acostumbrarse a un nuevo entorno y para descansar entre tomas en realidad el tiempo requerido viene a ser muy similar. Si una sesión de retrato de adultos con tres o cuatro cambios de ropa viene a durar una hora y media, calcule que tendrá alrededor de una hora si se trata de un niño pero añada al menos otra media hora para aclimatación y descanso entre tomas. Si parte de esa hora de trabajo real en estudio y considera en unos cinco minutos el tiempo necesario para realizar cada cambio de vestuario, el tiempo real que le quedará para fotografiar será de unos cuarenta y cinco minutos o sea unos 10 a 15 minutos para cada atuendo.
Para Alba Soler, la clave es no agobiar al niño con el tiempo: “No voy acelerada haciendo la sesión, así que me tomo de una hora y media a dos horas y media máximo. Prefiero ir con tiempo, porque a lo mejor nada más llegar el niño necesita adaptarse al entorno o exige parar un cierto tiempo la sesión, porque necesite descansar, merendar o jugar sin que nadie le esté diciendo donde colocarse todo el tiempo. Mucha gente piensa que dos horas es mucho para un niño; pero es al contrario, el niño se estresa menos si vamos con más tiempo”.
Manuel González, lógicamente bajo su criterio y experiencia de trabajar en fotografía infantil desde hace muchos años, opina que “los niños de 1 a 4 años aproximadamente no aguantan más de una hora metidos en el estudio. Pasado este tiempo el crío va perdiendo la energía y el consiguiente interés por todo lo que le rodea. Por regla general mis sesiones infantiles tienen una duración de una hora, exceptuando recién nacidos que van de 3 a 5 horas”.
Algunos fotógrafos, como Pepa Valero, han diseñado varios tipos de sesiones con distinta duración dependiendo de la edad: “Puedo ir de una sesión mínima de 45 minutos hasta 4 o 5 horas. Si los padres quieren algo muy extenso, en estudio y exteriores, con y sin familia, hay veces que divido la sesión en dos días. Ese tipo de sesiones largas únicamente son posibles a partir de los siete años en adelante. Hay muchos niños que se cansan y entonces es conveniente saber parar la sesión, para quizás continuar al día siguiente si es necesario”.
Los niños son criaturas fascinantes, aproveche los momentos mágicos que seguro le brindarán, por ejemplo cuando tienen menos de 10 años todavía no son completamente conscientes de su propia imagen y, por tanto, son mucho más espontáneos y menos reservados a la hora de disfrazarse o actuar. Con muy pocos elementos que usted aporte y una oportuna sugerencia de aventura podrá activar su imaginación. Alba Soler indica “la importancia de incluir en la mochila de equipo algunos pequeños objetos, por ejemplo unas mariposas de plástico, y después simplemente con preguntarle ‘¿de dónde ha venido esta mariposa?’ es suficiente para que el niño se concentre en ella, se olvide de la cámara y brote la magia de su fantasía. Para mí los niños o la infancia serían como los momentos ideales para soñar, donde no tienes ningún prejuicio ni ninguna responsabilidad. Puedes pensar libremente: ¿qué voy a hacer de mayor?, ¿dónde voy a vivir? Al realizarle una foto a un niño estamos recogiendo dichas sensaciones. Cuando le hacemos una foto con los ojos cerrados, estamos transmitiendo todo eso: ¿qué estará soñando?, ¿cómo va a ser su vida?”.
Con niños mayores, Alba Soler prepara sesiones más tranquilas donde busca captarlos absortos en su mundo interior y menos atentos a la cámara. Con algunos funciona muy bien ofrecerles algunos libros antiguos con ilustraciones atractivas y dejarles un rato para que los curioseen. Después puede indicarles que se recuesten e imaginen en cual de esas historias les gustaría aparecer junto a los personajes. Alba preparó una iluminación sencilla, situando un Flash Profoto con reflector de belleza (Beauty Dish) arriba a la izquierda, para incrementar un poco la iluminación en la zona central de la imagen que estaba en la sombra del árbol y ajustando su potencia para que la propia luz natural le sirviera como luz de relleno de sombras.
Canon 5D Mark III, Sigma 50 mm f/1,4, ISO 400, f/4,5, 1/200 s.
Las claves
Cada niño es un mundo en sí mismo; no obstante hay una serie de patrones comunes de comportamiento que dependen mucho de la edad del pequeño y por ello le insistiré en los capítulos siguientes cómo abordar su forma de tratarlos durante la sesión fotográfica. Hay edades cuando podrá convencerlos fácilmente para seguir sus instrucciones, mientras que en otras el niño deseará imponer sus condiciones y tendrá que negociar con él.
En general, procure que el niño llegue relajado a su estudio y se mantenga así la mayor parte de la sesión. Para ello es fundamental que los padres no creen demasiadas expectativas al pequeño sobre la sesión en las conversaciones previas; más vale que bromeen con él sobre el estudio o el fotógrafo y le cuenten de forma divertida cómo le hicieron fotos a los padres cuando eran pequeños, a que lo atosiguen con indicaciones absurdas sobre cómo tiene que comportarse y lo que se espera de él.
Un buen fotógrafo de niños es una equilibrada combinación de madre, padre, sicólogo, compañero de juegos… ¡y por supuesto experto en fotografía! No obstante, de nada le servirán sus amplios conocimientos de fotografía si no logra calmar una rabieta o proponerle un juego que le entusiasme. Para ello es fundamental que conozca las peculiaridades de cada edad, sus problemas más habituales y cómo enfrentarse a ellos con éxito. Nunca pierda la oportunidad de aprender de los niños, incluso cuando no está fotografiándolos y, simplemente, se encuentra visitando a una pareja de amigos con niños pequeños. Pepa Valero reconoce que “el día a día me ha hecho conocer al niño y saber las peculiaridades de cada edad. Es curioso que hay veces que estoy en la playa y oigo una rabieta detrás de mí y digo ‘un niño de dos años’, escucho a otro y calculo un año y medio…¡Y no fallo!, ¡los tengo cronometrados! Me los conozco al dedillo”.
Mientras más domine sus peculiaridades y haya interactuado previamente con niños de todas las edades, con mayor facilidad logrará que fluya la sesión fotográfica sin problemas. Quizás por ello, tantos fotógrafos de niños consideran que han empezado realmente a saber cómo fotografiar a los pequeños cuando han tenido sus propios hijos y han debido afrontar las peculiaridades y problemáticas del desarrollo del niño en cada edad. Pepa Valero considera que “no es fundamental tener hijos para entenderlos, al igual que hay excelentes profesores que no los tienen, pero es natural que a raíz de ser padre o madre tu forma de trabajo cambia”.
Manuel González opina que “bajo mi criterio, el ser papá de dos crías maravillosas, Natalia de 12 años y María de 10 años, pienso que no me ha cambiado mi forma de trabajar con críos, Eso sí, he de decir que esa combinación de la que hablabais arriba de madre, padre, psicólogo, compañeros de juego, quizás me haga tener otra visión a la hora de abordar una sesión infantil. Pero lo que si tengo clarísimo que a quien no le gusten los críos y tenga esa paciencia, con toda probabilidad le cueste más abordar las sesiones. La paciencia y dejar fluir la sesión son primordiales para que el crío se encuentre cómodo en el espacio extraño en el que está. Por regla general seguir esta forma de actuar me lleva a conseguir una sesión con éxito”.