Monsil. Jeong-saeng Kwon
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Monsil - Jeong-saeng Kwon страница 5

Название: Monsil

Автор: Jeong-saeng Kwon

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Colección literatura coreana

isbn: 9786077640943

isbn:

СКАЧАТЬ Monsil, la tomó de la mano y la llevó al patio trasero de la casa de Chung-sik, que estaba en la esquina. La señora Milyang la jalaba de la mano y, sin saber por qué, Monsil dejó en el suelo el onbegi y se escondieron.

      —¿Mamá, por qué tenemos que escondernos aquí?

      —Por nada. No te muevas.

      Monsil aguantaba la respiración y temblaba de frío, sujetándose de la falda de la señora Milyang. Pasó una, dos horas. Tenía frío en los pies y daba pequeños brincos. La señora Milyang abrazaba a Monsil y le daba palmaditas en los hombros.

      —¿Todavía no podemos salir?

      —No, aguanta un poco más.

      En aquel momento se oyó la voz de un hombre enojado que caminaba por la callejuela con pasos toscos.

      A Monsil le pareció que la sangre se le subía a la cabeza. Era la voz familiar de un hombre que había escuchado antes. ¡Ah! Era la misma voz del que peleaba con su madre. Era la voz de su padre, el señor Chung, que había escuchado miles de veces.

      Monsil miró a la señora Milyang. Su inteligencia natural le permitió reconocer la voz de su padre, a pesar de no haberlo visto durante año y medio.

      —Mamá —intentó decir Monsil, pero ella le tapó la boca con la mano.

      —No te muevas. Silencio, silencio.

      Por fin desapareció la voz del señor Chung y dejaron de sentirse sus pasos. Monsil no quería dejar de escuchar la voz, aunque tenía miedo. Soltó la mano de su madre y dijo: “Papá, papá…”

      La madre de Monsil, con todo su cuerpo, quiso callarla.

      —Monsil, no hagas esto. No… —pedía en voz muy baja, como una plegaria.

      Monsil aguantaba dolorosamente.

      Después de unas horas, la señora Milyang permitió salir a Monsil del patio trasero de Chung-sik con el onbegi de ropa. Salió hasta el camino grande y miró hacia lo lejos el camino de la cumbre. No había nadie. Sólo hacía un viento fuerte y no se veía ni la sombra de su padre Chung.

      —¿Monsil, qué miras? Regresemos a casa deprisa.

      Monsil la siguió sin fuerzas. Al llegar a casa, su padrastro Kim, que cargaba a Young-deuk en la espalda, estaba enojado. La señora Milyang todavía con la cara muy pálida se le acercó para recibir en los brazos a Young-deuk.

      —Young-deuk, ven, te daré el pecho.

      Inesperadamente, el señor Kim no le entregó a Young-deuk, la evitó como si escondiera al niño y la enfrentó.

      —Ya no te necesitamos. Vete con tu esposo y con Monsil.

      La señora Milyang se sorprendió.

      —Mi vida, ¿por qué dices eso? Young-deuk tiene hambre, dámelo para amamantarlo.

      —No te preocupes por Young-deuk y vete de esta casa.

      Pelearon durante mucho tiempo. La señora Milyang pedía que le dieran a su bebé y el señor Kim insistía en que no. Finalmente, Young-deuk, que seguía en la espalda del señor Kim, empezó a llorar.

      El señor Kim dio un puñetazo a la señora Milyang y ella se cubrió la cara con las manos. Monsil, que estaba a su lado, lloraba agarrada a la falda de su madre.

      —Mamá, regresemos con papá.

      Monsil cayó con las piernas levantadas, y aún se encontraba en esta posición cuando el cuerpo de la señora Milyang le cayó encima.

      —¡Ayyyyy!

      Monsil pegó un grito agudo y lastimero.

      La señora Milyang se levantó rápidamente y ayudó a Monsil, que no podía levantarse. La rodilla de la pierna izquierda estaba volteada y rota.

      Monsil gritó una vez más y quedó en silencio. La verdad es que se había desmayado.

      La señora Milyang la abrazó y la arrastró hasta la cocina. Le dio agua, la sacudió, y tocaba su pierna cuidadosamente. Esperaba que Monsil despertara, pues la abuela que estaba en el cuarto de al lado y el señor Kim en el cuarto principal, no les hacían caso y habían cerrado las puertas.

      Oscurecía. La señora Milyang no podía preparar la cena, ni la comida de la vaca en el establo. En la oscuridad de la cocina temblaba abrazando a Monsil sin importarle el frío.

      —Monsil, Monsil…

      La señora Milyang le acariciaba las mejillas y le tocaba el pecho, esperando impacientemente que Monsil despertara.

      El cuarto estaba silencioso. No se escuchaba el lloriqueo de Young-deuk, que tal vez se había quedado dormido en la espalda del señor Kim.

      La noche avanzaba.

      De repente, de la boca de Monsil salió un débil gemido. El gemido creció y por fin Monsil abrió los ojos.

      —Mamá —dijo, pero luego gritó—: ¡Ayyy, ayyy!

      —Monsil, ¿qué pasó? ¿Dónde te duele? —preguntó la señora Milyang dándole palmaditas en el cuerpo.

      —La pierna… la pierna…

      La señora Milyang tocaba la pierna izquierda de Monsil, percatándose de que estaba hinchada, aunque no veía nada.

      —Monsil, aguanta. Si haces ruido, tu papá te va a regañar.

      Monsil aguantaba el dolor con mucho esfuerzo, tragándose sus lágrimas. El dolor era insoportable y sollozaba quedamente, arrimándose al pecho de su madre.

      Así pasaron la noche en blanco Monsil y su mamá, sentadas en el suelo de la cocina.

      Cuando amaneció, la señora Milyang abrió vacilante la puerta del cuarto principal con Monsil en brazos. El señor Kim dormía y a su lado estaba Young-deuk. La señora Milyang, sin hacer ruido, la acostó a un lado.

      Con el ruido, el señor Kim despertó. Levantó un poco la cara para ver qué sucedía, pero no dijo nada. Se levantó lentamente y salió abriendo la puerta. Poco después se oyó que encendía el fuego en el bracero. Pareció que preparaba la comida para la vaca.

      La señora Milyang por fin se tranquilizó. Sabía que el enojo del señor Kim más o menos había pasado. Dejó a Monsil acostada en el piso y abrazó suavemente a Young-deuk, que dormía tranquilamente. Young-deuk agitó los brazos e hizo una mueca. Ella le dio el pecho lleno de leche; el bebé empezó a mamar.

СКАЧАТЬ