Monsil. Jeong-saeng Kwon
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Название: Monsil

Автор: Jeong-saeng Kwon

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Colección literatura coreana

isbn: 9786077640943

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СКАЧАТЬ había muchos niños de su edad en Norusil y Monsil fácilmente hizo amistad y jugaba con ellos.

      A veces las señoras del pueblo la visitaban, pero al marcharse se iban chismorreando.

      —Tiene nueve años, pero parece no tener vergüenza.

      —Es la hija de la mujer que abandonó a su esposo vivo y se casó de nuevo.

      —De todos modos, está pasando un trago amargo.

      —Espero que su papá consiga otra esposa lo más pronto posible, pero ¿quién quiere casarse con un sirviente?

      —Tch, tch…

      Monsil abrió sorpresivamente la puerta. Al darse cuenta de que Monsil las escuchaba, las señoras se dispersaron sintiendo un poco de vergüenza.

      Monsil sufría mucho a causa de estas señoras. Entre ellas había una señora que sentía sincera compasión por la situación de Monsil. Era la mamá de Nam-ju.

      Nam-ju estudiaba en la escuela primaria que estaba en el pueblo de la estación de tren. Monsil tenía la edad de Nam-ju, pero no podía ni pensar en ir a la escuela.

      Monsil manejaba bien la pequeña vida doméstica porque había trabajado diligentemente en la casa del señor Kim en Detgol. Su padre Chung hacía las tres comidas en casa del patrón y Monsil comía sola. Recogía hierbas de la montaña y preparaba sopas, lavaba los harapos de su papá y limpiaba la casa.

      Monsil era solitaria. Solía sollozar distraídamente sentada en la terraza. Lloraba cuando se sentía llena de tristeza. El padre Chung la consolaba cuando lloraba, y como lo hacía con mucha frecuencia, el señor Chung se enojaba mucho.

      —¿Por qué quieres ver a tu mamá que es una puta? Si quieres verla, vete ya —le dijo el señor Chung golpeando la mejilla de Monsil con su manota.

      Monsil lloró desconsoladamente cubriendo su mejilla hinchada y roja.

      El señor Chung se emborrachaba a menudo, regresaba tarde por las noches y tumbado con las piernas y brazos extendidos roncaba mucho. Monsil tenía que dormir en un rincón enroscada como un camarón.

      Pensaba en el señor Kim de Detgol y lo comparaba con el señor Chung, sin poder distinguir entre uno y otro. Había mucho parecido entre ambos.

      El señor Chung golpeaba muy duro a la señora Milyang. Los hombres eran iguales cuando estaban borrachos.

      Llegó el verano. Una noche Monsil fue a recoger caracoles de río con Nam-ju y Kyung-e. El verano era muy largo y tedioso. Cierta vez que Monsil regresó a casa con la falda mojada y la jícara de calabaza llena de caracoles de río, tenía visita. Eran la tía y una desconocida. De repente le palpitó el corazón a Monsil: “¿Madrastra?”

      Monsil imaginó que la tía había llevado a la nueva esposa de su padre. La tía miraba continuamente de reojo a Monsil y, ya entrada la noche, la llevó a un rincón del patio y le dijo:

      —Monsil, ¿te agrada esa señora?

      —…

      Monsil dejó caer su cabeza sin decir nada.

      —Cuando vivas con ella, verás que será una buena mamá. Pensando en ti me esforcé mucho para conseguirte una buena madre. Esta señora tiene el defecto de ser débil, pero tiene buen corazón. Tienes que llamarla mamá, y ambas estarán en manos de la otra.

      —…

      Monsil no podía hablar. Cada vez bajaba más la cabeza y se soltó a llorar en ese instante. La tía le secó las lágrimas con la manga de su blusa y sintió un poco de pena.

      La madrastra se llamaba señora Bukchon y venía del norte de Norusil. Era una mujer muy callada. A veces tenía un semblante doloroso y no se sabía la razón de su debilidad. Ella llevaba con sencillez la casa pobre y solitaria. Remendaba muy bien el chogori roto y limpiaba los zapatos de goma del papá.

      —Monsil.

      La señora Bukchon la llamaba en voz baja. Monsil, sin saber porqué, no podía dejar de sentirse incómoda. No podía tutearla como a su mamá y sólo respondía con un sí respetuoso.

      Esto impedía el acercamiento entre las dos. Más que antes, Monsil añoraba a su mamá que vivía en Detgol y también a Young-deuk.

      Todas las noches lloraba contando las estrellas, acostada en la estera del patio. En sueños veía a su mamá que se había quedado en Detgol.

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