Название: Miyamoto Musashi
Автор: Kenji Tokitsu
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
isbn: 9788499101378
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Uno de los grandes obstáculos de la traducción de la obra de Musashi reside en esta falla entre sus palabras y su cuerpo. Yo he intentado colmar esta falla a partir de mi propia experiencia del budo, puesto que el Gorin-no-sho es uno de los libros que me sirven de guía en la práctica de la vía del arte marcial. El nombre y la imagen de Musashi me han sido familiares desde mi primera infancia a través de relatos, películas y más tarde de novelas.
Musashi volvió a aparecer en mi vida con el Gorin-no-sho en la época en que, después de varios años de practicar karate, comencé a hacerme preguntas sobre la relación de este arte con la tradición del sable, donde yo veía lo esencial del budo. Conviene precisar que la tradición del karate presenta diferencias, desde el punto de vista cultural e ideológico, con la del budo. El karate es una práctica local del arte del combate, transmitida en secreto en la isla de Okinawa (extremo sur de Japón), que no se incluyó en el budo hasta 1930. El grado de refinamiento técnico y de profundidad alcanzado por este arte de combate distaba entonces de igualar el del sable japonés. Sin embargo, después de su presentación ante el público japonés, se vio enseguida que este arte local encajaba bien en la vida moderna del siglo XX y que era capaz de desarrollarse como forma contemporánea del budo. Para esta disciplina, recientemente vinculada al budo, la referencia más importante era el arte del sable japonés. Basándose en esta tradición, y en particular en el kendô1 y el judo, el karate encontró su forma de budo. En lo sucesivo, los escritos sobre el arte del sable forman parte para los karatekas japoneses de las referencias técnicas y culturales de su arte.
Así es como el Gorin-no-sho me acompaña desde los últimos veinticinco años de mis cuarenta años de práctica de budo. Queda claro que la intensidad de mi práctica no es del mismo orden que la de Musashi, pero he intentado acortar la distancia entre las palabras de Musashi y el cuerpo mediante mi propia práctica, por limitada que sea.
La otra dificultad con la que se tropieza en la traducción del Gorin-no-sho es más típica: ¿cómo plasmar el sentido de una palabra cuando las culturas son tan diferentes como la del occidente actual y la del Japón del siglo XVII? Pondré un solo ejemplo. En esta obra, Musashi emplea con frecuencia el término kokoro, que se traduce habitualmente por mente o corazón. Muchas frases, traducidas literalmente, darían expresiones como: “Vuestra mente debe estar decidida, tensa, tranquila, etc.”. Puesto que nuestra lengua utiliza más expresiones en las que la persona figura como sujeto, a mi entender, la traducción que mejor se adapta a esas expresiones es: “manténgase decidido, tenso, tranquilo, etc.”; la idea expresada en japonés por kokoro está incluida, en la traducción, en la forma personal del sujeto. Cuando decimos “esté tranquilo”, la idea subyacente es que la mente debe estar tranquila, la primacía de la mente sobre el cuerpo se da por supuesta. En japonés, esta primacía no se sobreentiende de la misma manera. Musashi escribió: “El cuerpo no debe tirar de la mente, la mente no debe tirar del cuerpo”. La manera de establecer esta distinción obedece a un pensamiento y a una lengua en los que la tendencia dominante es a confundir ambos, sin jerarquía, y en los que el trabajo analítico pretende distinguirlos. Una interpretación superficial podría ver en tales palabras la afirmación de un pensamiento dualista, mientras que, por el contrario, se trata de un trabajo que pretende establecer distinciones que no son evidentes.
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La estrategia y la reflexión sobre el combate que forman el telón de fondo de la vida de Musashi confieren a éste varias dimensiones. Esta tensión hacia una escritura sobre su arte es lo que hace que la obra de Musashi sea particular.
En su juventud, alrededor de los veintidós años, Musashi ya escribió un Tratado titulado Escritos sobre el arte del sable de la Escuela Enmei (Enmei ryû kempô sho). Enmeiryû es el primer nombre utilizado por Musashi para designar su escuela, que significa círculo o perfección, mei, claridad. Esta imagen proviene de una de las posiciones técnicas de la escuela, en la que el adepto coge los dos sables de tal modo que recuerda la forma de un círculo. Esta obra contiene veintidós instrucciones que se refieren únicamente a las técnicas del sable. El Gorin-no-sho fue preparado por otras obras, cuyos esbozos pueden apreciarse en cierta medida. En 1641 Musashi escribe las Treinta y cinco instrucciones sobre estrategia (Hyôhô sanjû-go-kajô), obra dirigida a Hosokawa Tadatoshi, Señor de Kumamoto en Kyûshû, que había recibido a Musashi en el último período de su vida. Este Tratado, compuesto por instrucciones sobre el arte del sable, presenta gran similitud con el Gorin-no-sho. Yo he traducido las partes cuyo contenido difiere de lo que está escrito en el Gorin-no-sho. Por último, justo antes de su muerte, Musashi redacta un último texto, La vía que hay que seguir solo (Dokkôdô), en el que condensa sus últimos pensamientos.
La mayoría de las veces la reflexión que suscita la práctica profunda del arte marcial se sumerge en la propia práctica, y no se exterioriza, salvo por medio de breves aforismos. Personalmente, al practicar budo experimento esta dificultad de ponerlo por escrito, como si, después de sumergirme en el agua, pretendiera de inmediato volver las páginas de un libro sin mojarlas.
La obra de Musashi es tanto más relevante cuanto que son muy pocos los adeptos que han escrito sobre artes marciales, sobre todo en una época en que el sistema de transmisión era directo. Como prueba pondría el corto número de obras sobre arte del sable escritas en los dos siglos y medio del período Edo (1603 –1867), sobre todo teniendo en cuenta el número de adeptos.
Varias razones permiten explicar por qué se han escrito tan pocos textos sobre las artes del combate.
La dificultad de explicar la práctica técnica mediante palabras
Generalmente, los adeptos se han contentado con avanzar ellos mismos por la vía de la práctica sin escribir. Puesto que la práctica intensiva requiere que una persona se sumerja por completo en sus actos, resulta difícil escribir de forma objetiva, porque ello requiere distanciarse un poco de la práctica. Si echamos mano del lenguaje, la mayoría de las veces de forma puntual, es más para hacer surgir una intuición que para seguir una línea lógica.
Además, profundizar en la práctica del arte del combate no siempre es compatible con la escritura sobre dicho arte, si uno la practica a fondo, puesto que ir hasta el fondo en la práctica del arte del combate significa adquirir una capacidad de reacción sensoriomotriz que supera nuestra actividad reflexiva. Los movimientos espontáneos y la comprensión intuitiva se refuerzan y la separación entre percepción y reacción no debe ser aumentada por los escollos de una especulación intelectual. La reflexión forma parte del budo, pero se trata de un retorno reflexivo e introspectivo, que no debe intervenir en el instante del combate, donde se requiere la espontaneidad de los gestos. Pero, como escribía Musashi, el combate no está circunscrito al momento de su desarrollo.
En su época, en la que los enfrentamientos eran directos, a la mayoría de los adeptos les bastaba con sumergirse profundamente en su práctica y utilizar pocas palabras; en lugar de palabras utilizaban sobrentendidos inteligibles para sus alumnos. En la transmisión del arte de una escuela se formaba a veces un lenguaje ininteligible para los de fuera, que jugaba con un registro intuitivo muy amplio y que raramente iba en el sentido del encadenamiento lógico. Desde ese punto de vista, debido a su construcción, la obra de Musashi ocupa un lugar excepcional. Sin embargo, vista desde la actualidad, su lógica no siempre parece coherente y el sentido de las palabras no siempre es preciso. Si sus palabras fueran recibidas directamente, sable en mano, esas inexactitudes y ambigüedades verbales no tendrían importancia, puesto que el cuerpo y los sables de Musashi habrían disipado de sobra cualquier ambigüedad. Sin embargo, tres siglos y medio nos separan de aquello.
Quien practica profundamente un arte marcial y se entrena todos los días hasta el agotamiento tiene tendencia a mantener una relación prosaica o puntual con las palabras, СКАЧАТЬ