Название: El Sacro Imperio Romano Germánico
Автор: Peter H. Wilson
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9788412221213
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Las operaciones de los Habsburgo, aunque no eran cruzadas plenas, contaban con el respaldo del papado y atrajeron un sólido apoyo de toda Europa, de donde llegaron voluntarios extranjeros como John Smith, futuro fundador de Virginia.32 A partir de la década de 1530 se decretaron días de oración y penitencia para enmendar los pecados de la población cristiana, supuesta causa de la amenaza turca. Las campanas turcas se tañían cada mediodía por todo el imperio para recordar al pueblo su deber de orar por el triunfo de las armas imperiales. La imposibilidad ideológica de paz favoreció la aceptación de las reformas estructurales del imperio, que preveían que todos los Estados imperiales debían contribuir a la defensa colectiva (vid. págs. 394-401, 440-455).
Las relaciones entre oriente y occidente estuvieron lejos de ser un «choque de civilizaciones». Los húngaros y los súbditos del imperio nunca dejaron de comerciar con los otomanos y el emperador consideró la posibilidad de aliarse con la Persia chií. En 1523, el sah de Persia propuso una alianza a Carlos V. Los contactos intermitentes se intensificaron en torno a 1600 con la llegada a Praga de una nutrida embajada persa. Las conversaciones quedaron interrumpidas en 1610 a causa de la diferencia de expectativas. El sah Abás confundió las vagas expresiones de amistad de los Habsburgo con un compromiso firme y atacó el Kurdistán otomano en 1603, por lo que consideró una traición la paz separada firmada por los Habsburgo y los otomanos en Zsitvatorok en 1606. Esto dejó un duradero resentimiento que desbarató todos los intentos futuros de reemprender el contacto.33
Zsitvatorok prolongó la tregua de preguerra entre los Habsburgo y los otomanos y requería que ambas partes «se tratasen con el título de emperador, no con el de rey».34 El pacto se renovó cinco veces hasta 1642 y mejoró las relaciones entre ambos al garantizar a los súbditos de los Habsburgo un trato comercial de favor en el Imperio otomano. El tributo anual pagado a los otomanos finalizó en 1606; cada renovación le había costado a los Habsburgo 200 000 florines. Las buenas relaciones fueron de vital importancia para la supervivencia de los Habsburgo, dado que el sultán, que también tenía problemas propios, rehusó aprovechar la oportunidad de la Guerra de los Treinta Años, después de considerar la idea de apoyar a los rebeldes de Bohemia. La tregua se renovó veinte años más en julio de 1649, pero el «libre donativo» de los Habsburgo se redujo ahora a 40 000 florines. Los roces persistieron, pues los intentos de los Habsburgo de aplastar a los descontentos de Hungría abrieron la puerta a la intervención otomana, que fue en aumento hasta derivar en un enfrentamiento abierto en 1662. La necesidad de coordinar el auxilio procedente del imperio consolidó los cambios constitucionales surgidos del Tratado de Westfalia y provocó que el Reichstag quedase reunido en sesión permanente a partir de 1663.35 Los Habsburgo compraron 20 años más de tregua en 1664 a cambio de 200 000 florines, pero esta vez el sultán también envió regalos, lo cual sugeriría una relación más igualitaria.
La pauta pareció repetirse de nuevo en 1683, cuando los otomanos atacaron de nuevo Viena con intención de reafirmar su autoridad tras un periodo prolongado de agitación interna en su imperio. Pero la ciudad resistió y el asedio fue levantado por fuerzas polacas e imperiales en una victoria de verdadero carácter internacional que occidente aclamó como un nuevo Lepanto. El inmenso botín capturado incluía tiendas, alfombras y no menos de 500 prisioneros turcos que fueron obligados a establecerse en Alemania. El orientalismo sacudió Europa central mucho tiempo antes de la oleada, más conocida, que siguió a la invasión napoleónica de Egipto en 1798.36 Se esperaba incluso poder recuperar Jerusalén. La euforia inicial, no obstante, dejó paso a una larga pero exitosa guerra de desgaste que culminó con la reconquista de Hungría entre 1684 y 1699.
En el interior del imperio, este siguió evolucionando hacia una monarquía mixta. Esto significó un cambio de importancia en la relación entre los Habsburgo y los otomanos, los cuales aceptaron al fin una paz permanente, firmada en Karlowitz en 1699. Los Habsburgo se hicieron con el control de toda Hungría y Transilvania, donde borraron rápidamente cualquier rastro de 150 años de presencia musulmana. El sultán también prometió dar mejor tratamiento a los católicos de sus territorios. Pero el elemento religioso se desvanecía. Hasta la década de 1730, el emperador siguió recibiendo ayuda germana e italiana para hacer la guerra al turco, pero estos conflictos cada vez se veían más como asuntos exclusivamente austríacos. Las campanas turcas doblaron por última vez durante la guerra de 1736-1739. Cuando, en el siguiente conflicto (1787-1791) se sugirió que se volvieran a tocar de nuevo, se rechazó la sugerencia por poco ilustrada.37 Mientras tanto, los avances adicionales contra los turcos de 1716-1718 consolidaron a los Habsburgo como una gran potencia con independencia del título imperial, lo cual transformó su relación con el imperio y con otras potencias europeas.
El zar
El prolongado conflicto contra los otomanos entre 1683 y 1718 acabó implicando a Rusia, lo cual aceleró la integración de ese país en el incipiente sistema de Estados europeos. Aunque en un principio fue considerado un aliado útil contra los otomanos, pronto fue evidente que el zar había reemplazado al sultán en el papel de adversario principal de las aspiraciones de los Habsburgo de ser los monarcas principales de Europa. Rusia surgió de los varegos (vikingos), llamados rus por los eslavos, que habían conquistado Kiev.
La familia reinante de los Rúrik, tras ser cortejada por misioneros bizantinos y latinos, acabó por adoptar el cristianismo oriental, que les permitía emplear la liturgia eslavónica. La conversión del príncipe Vladímir, en 988, estableció las bases de una monarquía sumamente personalizada y sacralizada: los príncipes de la dinastía Rúrik aportaron una tercera parte de los 180 santos rusos entre los siglos X y XIII.38 Las disputas internas redujeron los principados ruríkidas rivales después de 1054, todos los cuales fueron conquistados por los mongoles, que superaron el temible invierno ruso con el empleo de los ríos helados como vías de comunicación para su caballería. En 1240, los mongoles formaron la Horda de Oro en el bajo Volga, desde donde impusieron tributo a los príncipes de la dinastía rúrika. El principado de Moscú emergió de los restos de estos hacia 1325 y, a partir de 1438, creció gracias a la fragmentación de la Horda de Oro. En 1480 se dejó de pagar tributo. Cinco años más tarde, Moscovia tomó Nóvgorod, con lo que eliminó a un importante rival y dejó ver su intención de expandirse hacia el Báltico.
Al igual que ocurrió con los otomanos, la rápida expansión rusa fomentó la ambición de consolidar su prestigio por medio de imaginería imperial. Iván III el Grande desposó en 1472 a Zoe de los Paleológos, sobrina del último emperador bizantino, y se proclamó soberano de todas las Rusias. Asumió el título de zar, palabra que también derivaba de Caesar. Aunque ya había sido empleada antes, ahora se hacía de forma consciente en el sentido de emperador, al contrario que el antiguo título del principado de Kiev, kniaz, que significa «príncipe» o «rey».39 El vínculo con la antigua Roma quedó reforzado por el rechazo de la Iglesia ortodoxa rusa de la breve reunificación de las Iglesias griega y latina impuesta en 1439 por el emperador bizantino. Filoteo, abad de Pskov, desarrolló una versión propia de la traslación imperial. Esta argüía que la primera Roma cayó a causa de la herejía, la segunda (Constantinopla) fue conquistada por el infiel, pero que la tercera (Moscú) resistiría hasta el Día del Juicio. Al igual que sus equivalentes occidentales, la importancia de tales ideas no derivaba de su carácter de planes prácticos, sino del fomento de un clima intelectual favorable al imperialismo. Los soberanos rusos aspiraban a «liberar» Constantinopla СКАЧАТЬ