Название: El Sacro Imperio Romano Germánico
Автор: Peter H. Wilson
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9788412221213
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Los debates en torno a la fe y a la práctica religiosa imprimieron urgencia a la controversia sobre la gobernanza eclesiástica, dado que ambos no podían ser resueltos por separado. También se fusionaron con las discusiones de la reforma del imperio, donde la noción de que electores y señores ejercieran la responsabilidad colectiva se entrelazó con el nuevo concepto denominado conciliarismo. Esta idea, surgida en la universidad de París, sostenía que la monarquía papal debía equilibrarse con un consejo general de obispos y cardenales. La política práctica añadió ímpetu adicional. Tanto Venceslao como Ricardo II de Inglaterra fueron depuestos por conspiraciones aristocráticas con menos de un año de diferencia y en Francia estalló una guerra civil en 1407 que se amplió con la intervención inglesa cuatro años más tarde. La inestabilidad impidió en 1400 la coronación imperial de Venceslao o la de su rival, Ruperto del Palatinado. La negativa de Venceslao a renunciar, incluso después de que su hermano menor, Segismundo, fuera elegido en 1410, prolongó la incertidumbre política hasta su muerte, acaecida en 1419. Para entonces, el imperio se enfrentaba a su propio movimiento herético, los husitas de Bohemia, además del amenazador avance de los otomanos, que marchaban por el este, a través del reino de Segismundo, Hungría.
La intervención decisiva de Segismundo demostró que el ideal imperial seguía conservando su potencia. También mostró las muchas cosas que habían cambiado desde que Enrique III había puesto fin al anterior cisma de 1046. Mientras que Enrique había actuado de forma unilateral, Segismundo tuvo que tener en cuenta a otros reyes y las múltiples corrientes en el seno de la Iglesia. Primero, se alió con los conciliaristas que habían convocado un consejo general en Pisa y eligieron a su propio papa en 1409, en abierto desafío tanto a Aviñón como a Roma. Tras haber ganado apoyos, convocó su propio consejo en Constanza en noviembre de 1414. Con esto, Segismundo superó a tres papas, que hacia 1417 habían abdicado o habían sido depuestos, lo cual permitió reunificar a la Iglesia bajo la dirección de un papa de tendencias reformistas, Martín V.140
El Gran Cisma dejó muy debilitado al papado, que ahora tenía que hacer frente a los conciliaristas más radicales, que en 1439 eligieron al que sería último antipapa de la historia, el duque Amadeo VII de Saboya. Aunque el conciliarismo se apagó con la abdicación, diez años más tarde, de Amadeo, el nuevo cisma permitió a los monarcas europeos obtener nuevas concesiones del papado romano. Esto resultó de extraordinaria importancia para el imperio, donde la autoridad monárquica estaba pasando de basarse en la aplicación de prerrogativas imperiales al control directo de extensas posesiones dinásticas… Método perfeccionado por los Habsburgo, que gobernaron el imperio desde 1438, con una única interrupción, hasta su desaparición en 1806. El Concordato de Viena conseguido por Federico III el 17 de febrero de 1448, sumado al de Worms de 1122, constituyó el documento fundamental que reguló la Iglesia imperial hasta 1803. No llegó al extremo de su homólogo francés, que prohibió toda tasa papal en el interior del reino, pero, aun así, recortó la influencia del pontífice en los nombramientos en todos los rangos de la jerarquía eclesiástica del imperio. Al contrario que la Iglesia galicana nacional de Francia, no hubo una única ecclesia Germania. En lugar de ello, entre 1450 y 1470, los grandes príncipes negociaron sus propios concordatos, con arreglo al modelo de Viena, para regular el clero menor de sus jurisdicciones.
Aun así, el conciliarismo había favorecido una mayor cohesión de los obispados, considerados ahora obispados nacionales, entre ellos los de Alemania. El sínodo de los obispos alemanes de 1455 en Maguncia redactó el primer Gravamina nationis Germanicae, o quejas de la Iglesia germana, que se presentó al papa. Las cuestiones fueron planteadas en la asamblea imperial en 1458 y las subsiguientes gravamina se convirtieron en elementos integrales de la política imperial, en especial debido a que a menudo servían a los intereses imperiales en las continuas disputas con el papado con respecto a las jurisdicciones de la Italia septentrional.141
Las relaciones Habsburgo-papado
El éxito de Segismundo en 1417, poner fin al Gran Cisma, pareció retrotraer las relaciones papado-imperio a la era de Carlos IV. Segismundo fue el primer monarca germano en ir a Italia tras el fiasco de la abortada expedición romana de Ruperto, en 1401-1402. Su coronación imperial, el 31 de mayo de 1433, fue la primera desde 1220 celebrada por un papa aceptado universalmente y representaba la culminación de dos años de presencia pacífica en Italia. El Concordato de Viena allanó el camino para la coronación imperial de Federico III, el 19 de marzo de 1452, la cual resultó la última oficiada en Roma.142 También fue la última ocasión en que un emperador rindió servicio de palafrenero a un papa. La ceremonia contradecía la nueva correlación de fuerzas políticas, pues los Habsburgo estaban amasando lo que pronto fueron las mayores posesiones personales controladas por una familia imperial, que proporcionaban unas bases completamente nuevas a la autoridad del emperador.
La implicación de los Habsburgo en las guerras italianas hizo obvia la nueva realidad. Estas guerras dieron inicio en 1494 con un intento francés de suplantar la influencia imperial sobre el norte de Italia, al tiempo que imponían control directo sobre el sur. Las ambiciones francesas fueron frustradas primero por el hijo y sucesor de Federico III, Maximiliano I, y más tarde revertidas por completo por su bisnieto, Carlos V, quien, desde 1519, era a un tiempo rey de España y emperador. El poder de Carlos excedía con mucho incluso el de Enrique VI, lo cual permitió a los Habsburgo completar el proceso, en marcha de forma intermitente desde 1130, de eliminación de la participación papal en el título imperial. Ya en 1508, el papa aceptó que Maximiliano I podía asumir el título de emperador electo, pero sus enemigos franco-venecianos le cortaron el paso en los Alpes cuando se dirigía a su coronación. Ese año se publicó en formato de libro el tratado más importante del título imperial, el de Lupold de Bebenburg, gracias al recién inventado medio de comunicación, la imprenta; esta permitió difundir los argumentos en los que se basaban los cambios constitucionales del siglo XIV. Mientras tanto, el imperio estaba experimentando una transformación fundamental por medio de un crecimiento institucional que consolidó su forma definitiva de comienzos de la Edad Moderna: una monarquía mixta en la que el emperador compartía el poder con una jerarquía cada vez más estratificada de príncipes, señores y ciudades, conocidos por el nombre colectivo de Estados imperiales (vid. СКАЧАТЬ