Название: Fútbol total
Автор: Jürgen Weineck
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
Серия: Fútbol
isbn: 9788499108490
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El nervio simpático -que es el opuesto al de la recuperación y de regeneración vago- regula el ajuste del organismo al esfuerzo. A través de él aumentará de forma adecuada al esfuerzo la actividad cardiocirculato- ria y el metabolismo energético. La disminución de la tensión del simpático podrá verse claramente en la disminución -esto corresponde a una eco- nomización- de la reserva de las hormonas de estrés (adrenalina, noradrenalina).
Ilustración 24. Influencia del entrenamiento sobre la secreción de hormonas (adrenalina, noradrenalina) en diferentes intensidades de ejercicio (7ma60%, 3 ma 100 %,2ma 110 % de la capacidad máxima de absorción de oxígeno) en los jugadores entrenados y en los no entrenados (según Kjaer, 1989, pág. 8).
La ilustración 25 muestra claramente que al aumentar la capacidad de resistencia con el mismo esfuerzo no sólo se produce menos lactato sino que también se libera menos cantidad de hormonas de estrés. La determinación de las hormonas de adrenalina y noradrenalina también sirve, por lo tanto, para hacer un diagnóstico del rendimiento.
El análisis del comportamiento de las catecolaminas permite no sólo sacar conclusiones sobre el esfuerzo corporal en el comportamiento de resistencia en el entrenamiento, sino que también permite extraer conclusiones del comportamiento psíquico. Las investigaciones de Lehmann et al., 1989, pág. 18, muestran que los deportistas que mejores resultados obtienen en las competiciones registran una menor segregación de catecolami- nas que los deportistas con una capacidad de rendimiento inferior. En este mismo entorno es interesante ver que los deportistas con pobres resultados de rendimiento ya empiezan a segregar catecolamina durante la noche anterior a la competición o entre los entrenamientos y la competición (ver Lehmann et al. 1989, 18).
Ilustración 25. Comportamiento de la adrenalina y la noradrenalina al aumentar gradualmente el ejercicio durante tres años de entrenamiento (según Lehmann et al, 1989, pág. 15).
Los jugadores que antes del inicio de la competición se ven atacados por inquietudes psicomotoras fuertes unido a molestias vegetativas («fiebre de candilejas»), y el rendimiento no se corresponde con el entrenamiento, deberían comprobar si tienen suficiente control de la tonicidad del simpático. Debido a que, al aumentar el esfuerzo, las reservas de catecolaminas aumentan exponencialmente (hasta unas 10 veces el valor inicial), mediante la identificación de la adrenalina puede determinarse bastante bien el esfuerzo individual y comprobar si existe alguna falta de control del simpático en la fase de control anterior a la competición (ver Lehman/Keul 1985,312). Además esto también permite comprobar si hay un «sobreentrenamiento» (ver pág. 176): a los jugadores que se han esforzado demasiado durante el entrenamiento se les reduce la segregación de catecolamina basal (catecolamina = adrenalina y noradrenalina) remarcablemente por debajo de los valores normales, y los valores máximos también quedan disminuidos (ver Lehmann et. al., 1989, p. 20).
Resumiendo puede determinarse que mediante los fenómenos de ajuste de las células del músculo causados por el entrenamiento -aumento de las reservas de energía, aumento de la capacidad de producción enzimáti- ca, optimización de los mecanismos de regulación hormonal- puede conseguirse una mejora del rendimiento en general. El grado de mejora y la calidad de este proceso metabólico depende de los métodos de entrenamiento y el contenido del mismo. Si se cometen errores al seleccionar los métodos, si el entrenamiento está demasiado objetivizado, si la recuperación es insuficiente -normalmente causado por un entrenamiento de equipo sin tener en cuenta el individuo- y la alimentación no es la adecuada (ver pág. 25), pueden producirse problemas de ajuste que no permiten llegar hasta el objetivo propuesto provocando también caídas del rendimiento.
Factores cardiocirculatorios
Para que la capacidad de rendimiento de los músculos que se estén ejercitando no quede limitada antes de tiempo se necesita un sistema de transporte efectivo, concretamente el sistema cardiocirculatorio. El corazón representa el motor de este sistema. Bombea la sangre (como medio de transporte) a través de los vasos (como vía de transporte) hasta el usuario final, que son las células musculares.
Mediante diferentes métodos de entrenamiento puede influirse de forma más o menos notoria sobre este sistema. Existen métodos de entrenamiento que, por ejemplo, conducen a un aumento del tamaño del corazón relativamente rápido y que por el contrario no conllevan una mejora de la superficie de intercambio entre los capilares (los capilares son las venas más finas por las cuales tiene lugar el intercambio metabólico con las células musculares). Otros métodos de entrenamiento, por el contrario, tienen una gran influencia sobre la capilarización (aumento de los capilares) y menos sobre el aumento del tamaño del corazón. De esta forma queda demostrado que los tamaños cardiocirculatorios que se obtienen gracias a los diferentes métodos y contenidos de entrenamiento tienen una influencia muy diferente.
Abastecimiento a los vasos sanguíneos y capacidad de resistencia
La preparación y la transformación de la energía en la célula muscular depende del transporte del oxígeno y de sustratos al músculo y de la evacuación de las impurezas del metabolismo mediante los capilares. Para garantizar la capacidad metabólica del músculo es importante, por tanto, el aumento del riego sanguíneo producido mediante el aumento de la superficie de intercambio de los capilares en la periferia (ver Barclay, 1975, pág. 119). En la musculatura ejercitada se produce, mediante ampliaciones y reducciones selectivas de los vasos sanguíneos, una redistribución de la corriente sanguínea en la región que no está haciendo esfuerzo, de manera que en lugar del 20 % aproximado que hay en estado de descanso, durante el esfuerzo un 80 % de la circulación sanguínea es en provecho de la musculatura que está trabajando (ver Strauzenberg/Schwidtmann, 1976, pág. 400; Treumann, 1969, pág. 44; Heyer/Kóhler, 1975, pág. 75 entre otros). La circulación sanguínea local aumenta entre unas 15-20 veces.
Mediante el entrenamiento la regulación del riego sanguíneo puede mejorarse todavía más.
De esta forma queda garantizado que a pesar de aumentar el riego sanguíneo tan súbitamente y a pesar de la doble velocidad cardíaca, el tiempo de permanencia de la sangre en los capilares será el normal y de esta forma continúan prevaleciendo las condiciones óptimas para el intercambio me- tabólico (según Strauzenberg/Schwidtmann, 1976, pág. 499).
Diferentes investigaciones muestran que en aquellos jugadores entrenados en resistencia el grosor de los capilares aumenta todavía más. Schmidt (1978, pág. 14) encontró un aumento de los capilares por fibra muscular de un 41,2 % en comparación con personas no entrenadas en resistencia (ver también Senger/Demath 1977, 392; Mellerowicz/Meller 1972,4).
La ilustración 26 muestra que mediante el correspondiente entrenamiento se consigue un aumento relativamente rápido del grosor de los capilares. Para el futbolista es importante que tenga lugar una reconstitución de los vasos sanguíneos, especialmente cuando se corre durante un espacio largo de tiempo -al menos unos 30 minutos- con un aumento constante de la presión sanguínea. Al correr se produce el conocido como «alta presión sanguínea de trabajo» con la presión sistólica a unos 60 mmHg. Se supone que mediante una presión constante se activará la producción de nuevos vasos capilares -se habla de «capilarización»-, de forma que el intercambio metabólico se optimiza debido a que la superficie de intercambio СКАЧАТЬ