Besos de seda. Verity Greenshaw
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Название: Besos de seda

Автор: Verity Greenshaw

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: eLit LGTBI

isbn: 9788413756387

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СКАЧАТЬ Se llevaron detenido a Chandler, porque Danielle decidió, al final, acusarlo. Era él o ella en la guillotina, y no quería verse como cómplice de una situación tan terrible porque había sido en su casa en la que ocurrió semejante incidente.

      La camarera, según escuchó Hailey, no quería presentar cargos, tan solo que la dejaran en paz para irse a su casa a bañarse y olvidar lo ocurrido. No quería la atención de nadie. La socia de Burke & Burke se ofreció a llevar a su empleada a la casa, pero la muchacha también rehusó argumentando que se iría con todo el grupo como se había dispuesto desde un inicio.

      Cuando tuvo oportunidad, Hailey decidió intervenir, y se acercó a la chica. Ahora que podía verle el rostro, la recordaba.

      —Eh, tú estabas hoy en mi oficina —le dijo con suavidad—. Bianca, ¿verdad?

      Ahora estaban en la pequeña salita de la planta alta, y ya todos los invitados habían desalojado el sitio.

      —¿Qué quiere? —preguntó abrigada con un albornoz grueso que le facilitó, porque no podía ser para menos, Danielle. Tenía el labio inferior lastimado y el pómulo izquierdo un poco amoratado.

      —Lo siento —murmuró acomodándole un mechón de cabello tras la oreja. Bianca tembló, pero no tenía que ver con una reacción de miedo, sino con algo parecido a un contacto eléctrico que pareció inquietarla. Hailey apartó la mano con rapidez—. Debí intervenir antes… —dijo con remordimiento—. Vi a Chandler contigo, pero no pude imaginar que tendría esta clase de comportamiento… Hasta que noté que tanto tú como él habían desaparecido no creía que debería considerar la situación como sospechosa. —Bajó levemente la mirada y meneó la cabeza—. Chandler es fastidioso, aunque siempre, hasta donde entiendo, ha sido inofensivo.

      —¿Lo defiendes? —preguntó tuteándola. Le daba igual.

      —Claro que no —dijo horrorizada ante la posibilidad—. De hecho, considerando que este es tu trabajo, imaginé que no irías a arriesgar la posibilidad de un ingreso por un polvo.

      —¿Y eso lo dedujiste porque eres vidente? —preguntó, apartando la mirada.

      —No, porque sé leer las señales —replicó Hailey con suavidad. Entendía que Bianca estuviera agitada, y en shock.

      —Te felicito —replicó—, y agradezco que hayas aparecido cuando lo hiciste. Me salvaste, pero ya es momento de que me dejes tranquila. Necesito irme a casa.

      —Hagamos un trato —dijo Hailey, molesta por lo que acababa de ocurrir—. Sé que tu jefa puede llevarte a tu casa o incluso podrías irte con tus compañeros, pero…

      En ese momento, se abrió la puerta principal capturando la atención de los pocos que estaban alrededor, y apareció la última persona que Bianca hubiera querido ver esa noche. Soltó una maldición por lo bajo.

      —No creo que sea lo más adecuado —dijo apartando la mirada de Hailey—. No quiero hacer ningún trato, ni necesito ayuda.

      El equipo de Burke & Burke estaba terminando de recoger la vajilla, así como limpiando todo el sitio. Danielle les había prometido una bonificación, así como sendas recomendaciones entre sus contactos. La fiesta estaba arruinada, y nada le fastidiaba más a la rubia que ser el centro de la atención por las razones equivocadas.

      —¿Qué demonios, Danielle? —preguntó Gregory a viva voz al entrar—. Me prometes la fiesta del año, pero no sabía que incluía policías yéndose de tu propiedad. Uno que llega tan solo ligeramente retrasado y…

      Pronto, la expresión del hombre cambió por completo, y se borró su sonrisa al reparar en la persona que estaba junto a Hailey Morgan-Scott. Se acercó de inmediato.

      —¿Bianca? ¡¿Qué te ocurrió?! —quiso saber mirando a su hermana—. Ese moratón… Hace tanto tiempo que no te veo y resulta que lo hago en estas circunstancias. Si la tonta de Danielle hizo…

      —Ah, qué bonito, una reunión familiar —murmuró Bianca interrumpiendo con fastidio. La expresión sorprendida de Hailey se extendió a Marlo, quien estaba a unos pasos de ella—. No sé si te informaron que soy una persona que trabaja por lo que quiere… A veces no siempre obtengo buenos resultados —dijo con un gesto que la instó a sobresaltarse, la herida del labio le recordó que era mejor no hacer muecas.

      —¿Familia? —preguntó Hailey con suavidad.

      —Hola, Hailey, perdona mis modales, pero no imaginé encontrar a mi hermana aquí, menos en estas condiciones —aclaró—. ¿Me puedes explicar lo que sucedió? Al parecer, Bianca continúa siendo obstinada.

      Hailey procedió a relatarle lo ocurrido, ante la expresión de hartazgo de Bianca.

      —Quiero irme a casa —dijo Bianca mirando con expresión implorante a Jennifer, quien se sentía culpable por no haber revisado su móvil.

      —Te llevaré —expresó Gregory sin opción a esperar reproches. Miró por sobre el hombro y reparó en Jennifer—. Hola, Jenn, ¿vienes con nosotros? —La mejor amiga de Bianca asintió—. Perfecto.

      —Lamento lo que te ocurrió —intervino Hailey con sinceridad, pero Bianca decidió que ya había tenido suficiente por esa noche.

      —De acuerdo, gracias por ayudarme —dijo Bianca. Miró a su hermano—: Vamos a mi casa, pues… No quiero escuchar críticas del sitio, ni el barrio en el que vivo. ¿Te queda claro, Gregory?

      El hombre se frotó el puente de la nariz con exasperación.

      —Solo tú puedes pensar en lo que voy a decir, en lugar de preocuparte por poner una denuncia.

      —¿Y de qué me serviría? —preguntó con fastidio, mientras era seguida por Jennifer—. No tengo dinero, no tengo…

      —Porque eres demasiado orgullosa para buscarme y pedir ayuda. Yo puedo…

      —No quiero nada de ti, Gregory, porque todo lo que tienes es herencia de una familia que no me acepta por quién soy. ¿O acaso te has olvidado de aquel episodio?

      —Bianca… La compañía de la familia la dirijo yo. Mi padre se retiró hace dos años, y tanto él como mamá están más tiempo fuera de Estados Unidos ahora…

      Ella lo miró con fastidio cuando entraron al elevador. No le importaba.

      —He tenido suficiente por hoy. ¿Puedes callarte, Gregory?

      Él cerró los ojos, y se presionó el puente de la nariz. Ya tendrían oportunidad de hablar sobre el elefante en la habitación.

      —De acuerdo.

      —Todo estará bien —intervino Jenn rodeando a Bianca en un abrazo—. Hablaremos cuando te sientas lista para ello.

      Miró a su amiga con agradecimiento.

      —Gracias, Jenn —murmuró Bianca.

      ***

      Cuando Gregory entró al pequeño apartamento de su hermana, maldijo por lo bajo. Llevaba mucho tiempo sin saber de ella. No era indiferente ante la injusticia que su padre cometió, así como el silencio de la madre de ambos, sin embargo, él tenía СКАЧАТЬ