Besos de seda. Verity Greenshaw
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Название: Besos de seda

Автор: Verity Greenshaw

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: eLit LGTBI

isbn: 9788413756387

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СКАЧАТЬ idea era empezar en territorio norteamericano para luego proponerle la distribución en otros países. Aquella no era una meta tan sencilla, porque Levesque tenía reputación de ser esquivo, sin embargo, Hailey no iba a detenerse.

      Adquirir un contrato de distribución como aquel no solo lograría ampliar el poder financiero de Jupiter Resources, sino que consolidaría su imagen interna como empresaria capaz de alcanzar objetivos complejos. No habría más murmullos a sus espaldas, ni cotilleos que buscaban desprestigiarla, por creer que todo lo que poseía era gracias a sus conexiones familiares, mas no a su esfuerzo per se.

      A ella estaba tomándole el triple de esfuerzo conseguir que la mirasen con la misma equidad que a otros ejecutivos de negocios. Su vida no era una cama de rosas como querían creer muchos. Sí, el dinero conseguía abrir ciertas puertas que en otras circunstancias resultaría imposible. Esa riqueza no podía comprar la libertad, pues se sentía presa de sus miedos y fantasmas que la atormentaban cuando las puertas de su apartamento la dejaban a solas con sus pensamientos.

      ***

      El tipo de chaqueta azul cielo estaba colmando la paciencia de Bianca. Llevaba gran parte de la noche diciéndole guarradas. La excusa que soltaría, si ella lo acusaba, era el efecto alcohol. ¿Acaso no era mediocre la sola idea?

      Dios, esa era de aquellas cosas que odiaba de trabajar como camarera en eventos. No podía exigir perfección, así como tampoco le había tocado los cambios de turno en el mismo grupo con Jennifer. Quejarse no estaba en su repertorio.

      De momento, agradecía al universo porque su hermano no se hubiera presentado todavía, aunque Gregory no destacaba por su puntualidad. Él era de aquellos que solía llegar tarde incluso para los estándares de Nueva York.

      Le escribió un texto a Jennifer, pero su amiga no respondió. No era raro que eso sucediese si estaban trabajando. «Grrr», pensó frustrada. Hablar con Celeste tampoco serviría de nada, pues al parecer el número de invitados sobrepasaba los esperados y estaban delegando más tareas, además de servir, al equipo de Burke & Burke. Claro, seguro sería más dinero, pero no para Bianca, porque ella continuaba fija en lo que implicaba llevar bandejas con exquisiteces del chef de un lado a otro.

      Estaban próximos a servir la cena.

      Uno de los espacios del dúplex había sido adecuado para que el bufé fuese servido con todas las comodidades. No era una cena formal. Sería imposible que así fuese considerando, que la anfitriona era una de las mujeres más pendencieras de la élite de la ciudad y que pretendía romper esquemas. Además, era una influencer, y disfrutaba haciendo las cosas de manera distinta para dar de qué hablar. ¿Qué burrada era una influencer, sino alguien con ávida necesidad de recibir atención?, pensaba mientras disponía las bebidas en orden de acuerdo a las marcas.

      —¿Me llevas una copa de champán a la habitación de invitados? Estoy quedándome a dormir aquí, y me apetece mucho descansar con un Dom Pérignon.

      Bianca se giró para ver, otra vez, al tipejo de la chaqueta azul.

      —Estoy trabajando, señor —murmuró tratando de ser cordial.

      —Soy Chandler, por si te lo preguntabas —dijo con una sonrisa. Tenía una ligera abolladura en el diente frontal, y esos ojos grises no parecían amigables.

      Ella contó mentalmente hasta tres. Esbozó una sonrisa que no tenía nada alegre.

      —Claro —trató de salir del paso—, ¿me da permiso, por favor? —preguntó, porque no cometería jamás la equivocación de tutear a una de esas personas.

      El hombre se frotó la barba con los dedos, pensativo. Inclinó la cabeza hacia un lado y la recorrió con la mirada de arriba abajo.

      —Te he pedido una copa de champán —repitió.

      —Por supuesto, ahora mismo…

      —En la habitación de invitados —interrumpió. La sonrisa no estaba más, y había sido reemplazada por una expresión que daba a entender que rechazaría cualquier indicio de una respuesta negativa—. ¿Comprendes?

      Bianca miró a todas partes tratando, entre el mar de gente, encontrar a alguno de sus compañeros del turno de ese momento. La música estaba en volumen alto, el olor a cigarrillo y marihuana no podía pasar desapercibido, y el constante ir y venir hacía difícil captar la atención de alguna persona en particular.

      —Será mejor que…

      Él no le dio oportunidad a continuar hablando. La agarró del codo y empezó a subir a trompicones con ella por las escaleras hacia el piso superior.

      Nadie parecía considerar que era una acción grotesca, sino, más bien, creían que eran dos personas tratando de llegar pronto a algún sitio para fines muy personales. Y no se equivocaban, la gran diferencia era que una de esas dos partes de la ecuación estaba tratando de alejarse sin éxito.

      Bianca no podía agarrar el teléfono para llamar, esta vez sí que tenía el argumento perfecto, a Celeste. Sabía que Jennifer no iba a responderle, porque era imposible escuchar algo entre ese barullo de gente. Empezó a entrar en pánico, mientras era llevada hacia una de las habitaciones. Sin parpadear, Chandler la hizo entrar y cerró de un portazo, su modo de soltarla fue lanzarla al centro del colchón de la cama de dos plazas sin arreglar. Tenía impregnado el aroma a la colonia de él.

      Ella trató de retroceder, pero él, a pesar de la cantidad de licor que había ingerido, actuó más rápidamente. Se abalanzó sobre Bianca restándole capacidad de movimiento. Empezaron a forcejear, y Chandler le abrió los botones de la camisa con facilidad, y estos volaron por el suelo de parqué.

      —No, por favor —susurró, mientras él le agarraba los pechos con dureza, lastimándole la piel, al tiempo que le abría las piernas con las suyas, y trataba de besarla en la boca. Bianca giraba la cabeza de un lado a otro, intentando patearlo sin éxito.

      —Poca cosa, a mí nadie me rechaza, ¿es que no lo sabes? —preguntó sin esperar respuestas. Se desabotonó el pantalón y se sacó el miembro. Su mirada la recorrió con repugnante ansia sexual, excitado ante la posibilidad de violarla tan solo porque se creía con el derecho de hacerlo.

      —Hay muchas mujeres que pueden aceptar tus avances —lo tuteó con desprecio—, ¿por qué tienes que forzar a una que no te encuentra atractivo?

      Eso pareció acicatear la furia de Chandler, quien le propinó una bofetada. Ella sintió el sabor metálico de la sangre sobre su labio inferior. Intentó, sin éxito, contener las lágrimas por el dolor.

      —Vas a tener entonces que aprender un par de cosas, camarerilla ingenua.

      Chandler tenía ambas manos de Bianca sujetas con fuerza con las suyas, y con la que tenía libre maniobraba. Le era fácil al ser más grande y corpulento, a diferencia de ella, que apenas podía con la brutalidad de su fuerza.

      Ella se removía, pero estaba en shock, además de inmovilizada. «¿Cómo puede pasarme esto?», pensó con angustia. La boca asquerosa de ese hombre estaba por todo su cuello y sus pechos. Cuando él le agarró el sexo sobre las bragas, le dieron arcadas. En el instante en que se las desgarró y le acarició los labios vaginales, Bianca gritó de rabia.

      A punto estaba Chandler de penetrarla con el pene cuando la puerta se abrió de sopetón, y alguien encendió el interruptor de la luz. Ella parpadeó y aprovechó un instante СКАЧАТЬ