Investigación y problematización. Guillermo Londoño Orozco
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СКАЧАТЬ se requieren asignaturas previas que aporten la fundamentación y permitan dar sentido a la interpretación de los contextos y a la intervención profesional.

      Los proyectos de investigación y las prácticas profesionales constituyen espacios para concretar aprendizajes adquiridos en los niveles fundamentadores y aportan a la proyección social que la academia desarrolla en contextos locales, regionales y nacionales.

      La práctica social es una fortaleza fundamental de Trabajo Social: permite la interacción con sectores sociales, así como generar conocimientos y movilización en torno a sus derechos y compromisos sobre el propio desarrollo, desde la relación con contextos sociales (Cifuentes, 2009).

      Pedagogía social: dialógica e interestructurante

      La pedagogía social aporta a la formación profesional en investigación y en práctica y al reconocimiento del desarrollo multidimensional de las capacidades e intereses de las y los estudiantes, en interacción con el contexto. Estudiantes y docentes vinculados a una institución trabajan en forma cooperativa en el análisis crítico de problemas sociales y sus alternativas de solución, mediante el conocimiento o la intervención que construyen en proyectos específicos, a través del fortalecimiento de procesos cognitivos básicos, actitudes y disposiciones para la interacción social. Según Flórez (2005), el proceso de enseñanza-aprendizaje en este enfoque reúne cuatro requisitos:

      1 a. Los retos y problemas que se van a estudiar se toman de la realidad: no son ficticios ni académicos y la búsqueda de su solución ofrece la motivación intrínseca que requieren los estudiantes.

      2 b. El tratamiento y la búsqueda de la situación problémica se trabajan de manera integral; no se aísla para llevarla al laboratorio, sino que se trabaja con la comunidad involucrada, en su contexto natural, mediante una práctica contextualizada.

      3 c. Se aprovecha la oportunidad de observar compañeros en acción, no para imitarlos ni criticarlos, sino para revelar los procesos ideológicos implícitos, sus presupuestos, concepciones y marcos de referencia, generalmente ocultos, pero que les permiten pensar de determinada manera.

      4 d. La evaluación es dinámica, pues se evalúa el potencial de aprendizaje, el cual se vuelve real gracias a la enseñanza, a la interacción del alumno con aquellos que son más expertos que él.

      En el enfoque pedagógico dialogante e interestructurante se reconoce el papel activo del estudiante en su aprendizaje y el rol esencial de los mediadores en el proceso. El conocimiento se construye fuera de la institución educativa y se reconstruye de manera activa e interestructurada a partir del diálogo pedagógico entre estudiante, saber y docente.

      Es indispensable la mediación adecuada de un maestro, que favorezca el desarrollo integral del estudiante (Not, 1983, citado en De Zubiría, 2006). Se reconocen las dimensiones humanas cognitiva, afectiva y práxica de sujetos estudiantes que “sienten, actúan y piensan”; la responsabilidad de la unidad académica y de los docentes, que aportan a la formación de sujetos éticos “que se indignen ante la vulneración de los Derechos Humanos, se sensibilicen socialmente y se sientan responsables de su proyecto de vida individual, social y profesional” (De Zubiría, 2006, p. 195).

      En la investigación y en la práctica profesional en Trabajo Social median el docente y otros actores como colegas que coordinan la práctica en las instituciones, equipos interdisciplinarios en los cuales interactúan el estudiante y los sujetos sociales que participan en los proyectos. En la comunidad académica también dialogan pares docentes y pares estudiantes. La docencia, en este caso, trasciende el aula y los diálogos particulares con los estudiantes con respecto a los contenidos metodológicos de la investigación o la práctica, al vincular otras voces que aportan significativamente a los procesos. La formación y la proyección social se contextualizan.

      Asumir el enfoque pedagógico dialogante implica para las y los docentes proponer estrategias didácticas asociadas a la enseñanza-aprendizaje “como proceso que se realiza por fases y niveles de complejidad creciente, reivindicar su papel directivo y mediador, junto al papel activo del estudiante” (De Zubiría, 2006, p. 231). El docente orienta la intencionalidad formativa hacia la comprensión, la trascendencia, la actividad reflexiva permanente y la mediación de la significatividad, que de acuerdo con Eggen y Kauchak (2001) “se refiere al número de conexiones o asociaciones entre una idea y otras; cuantas más conexiones haya, más significativa será una idea” (p. 32). Se descartan opciones didácticas que fomenten la mecanización rutinaria de contenidos conceptuales o metodológicos.

      La evaluación dialogante se realiza de manera sistemática, se orienta al desarrollo de competencias, a la apropiación de procesos y estrategias de aprendizaje, al trabajo intelectual y al conocimiento disciplinar, como aporte a la formación de profesionales autónomos, interesados en el conocimiento social y comprometidos éticamente con procesos sustentados en los Derechos Humanos y la justicia social.

      Aspectos didácticos

      Quiero entender la didáctica como un saber hacer.

      Como una conjugación de reflexión y acción, como

      una práctica. La didáctica es una disciplina en donde

      cada cosa, palabra o acto debe ser puesto delante del

      que está al frente para que aprenda. Enseñar es, por

      lo mismo, poder y saber mostrar.

      Fernando Vásquez (2007)

      El Programa de Trabajo Social, en correspondencia con el Proyecto Educativo de la Universidad de La Salle (PEUL,{5} 2008), desarrolla procesos de formación en los cuales la investigación y la intervención profesional son relevantes, porque inciden socialmente: se proyectan a la transformación social desde valores como la dignidad humana y el reconocimiento de la participación de sujetos sociales en la construcción de procesos de cambio.

      El carácter social del programa se manifiesta en la articulación entre conocimiento y acción transformadora. En los syllabus se especifican las intencionalidades, los contenidos y los aspectos didácticos para el proceso de enseñanza-aprendizaje. Se incluye la exposición de proyectos y la evaluación académica de las y los estudiantes.

      El ejercicio docente es un proceso intencionado y planeado, de complejidad creciente; incide antes, durante y después del desempeño práctico de las y los estudiantes en las instituciones, mediante actividades didácticas de tutoría (investigación) y asesoría (práctica profesional), acompañadas de observaciones, reflexiones y orientaciones claras, pertinentes y constructivas para que las y los estudiantes, en el actuar, reflexionar, elaborar, leer contextos y textos, releer, rescribir y reelaborar el conocimiento, comprendan y potencien la intervención profesional en todas sus dimensiones y logren óptimos niveles de formación integral, aprendizaje autónomo y pensamiento crítico.

      La didáctica de investigación se concreta en las estrategias del taller (diseño y desarrollo de proyectos) y seminario de investigación (trabajo de grado I y II). Se promueve el aprender haciendo: aprender a investigar investigando, en subgrupos de máximo siete estudiantes, con el acompañamiento de un docente. En el trabajo de grado se desarrolla un proceso de formación investigativa, en grupos de máximo cuatro estudiantes con la dirección de un/a asesor/a que busca acceder a la comprensión y el análisis de los problemas sociales para su transformación, a través de investigaciones que realizan en instituciones públicas o privadas.

      Las prácticas profesionales I y II se realizan de manera individual, por medio de proyectos de intervención en contextos sociales. Se prevé un proceso de СКАЧАТЬ