Investigación y problematización. Guillermo Londoño Orozco
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СКАЧАТЬ sobre este asunto refiere la manera como la educación universitaria parece servir al mantenimiento del sistema y no a la crítica que permita su transformación: “Muchos universitarios parecen más interesados en sacar brillo a su currículo que en blandir pancartas. Los profesores describen una nueva generación de abejas obreras expertas en obedecer el sistema pero desprovistas de chispa personal” (p. 24).

      La acción trascendente en la Universidad es necesariamente acción en contexto social. Así, la práctica docente es un nexo disciplinar o interdisciplinar entre conocimiento y realidad. El contexto, en este sentido, se asume no como la realidad dada, sino como la apropiación que puede hacer un estudiante de situaciones problemáticas que le permiten construir su contexto como orientador de su formación profesional.

      Descentración y contexto son, de esta forma, comprensiones clave de la práctica docente universitaria, a partir de las cuales a continuación se nombrarán ideas que, en perspectiva de la investigación acción educativa, pueden ser puntos de partida de ejercicios, diseños, reflexiones o críticas acerca de la práctica docente en la Universidad.

      Fuera del aula

      Como ya se advirtió, el contexto es una forma de comprensión de situaciones sociales. En este sentido, la Universidad está necesariamente inmersa en esas situaciones problemáticas que deben ser develadas por el estudiante. Si se entiende a la Universidad de esta forma, que dista de la posición que la abstrae de la realidad y la ubica como observatorio distante y neutral ante una realidad que ocurre lejos de ella, será posible reflexionar acerca de la función de las asignaturas en esta relación Universidad-sociedad.

      Se suele entender a la asignatura como una delimitación rígida en la que se provee a un docente de un aula para concentrar a un grupo de estudiantes que recibirán saberes de él, que actúa como experto en un tema específico. El aula funciona entonces como un dispositivo concentrador de la atención del estudiante, facilitador de la distribución de saberes expertos y controlador de rendimientos del aprendizaje del estudiante. Evidentemente, el aula aún cumple —y debe cumplir— con aspectos relacionados con estas funciones; es decir, es importante contar con espacios facilitadores de diálogos que propicie el docente y también puede ser importante controlar aprendizajes de los estudiantes desde una perspectiva académico-administrativa que vigile procesos para formar profesionales.

      Sin embargo, es visible también que el aula vista así puede convertirse en limitadora de los propósitos formativos que tiendan a la relación del estudiante en la construcción de su contexto. El aula desde esa mirada parece ajena o lejana a las problemáticas, e inevitablemente los conocimientos tienden a considerarse más abstractos y separados de realidades que puedan ser tangibles para el estudiante. Por esta razón, se postula como idea actualizada de las prácticas pedagógicas en el ámbito universitario, la necesidad de salir del aula como forma de vincular más verazmente a la Universidad con su contexto. Esta es una forma de hacer explícito y directo el compromiso de transformación social de la Universidad, en una época en la que algunas frases que aparecen usualmente como lemas o ideales abstractos deben aterrizarse para ubicar procesos concretos de los actores de las universidades. Así, el aula también puede interactuar directamente con el contexto, construyéndose como una forma distinta de ver desde su función académica, una forma de ver el mundo de manera que sea visible el compromiso de transformación social (Vargas et ál., 2008).

      Salir del aula implica conectar los diseños académicos de la asignatura con realidades específicas que puedan ser observables, mediante las cuales se construyan puntos clave de conexión entre la particularidad de saberes propuestos en la asignatura y la realidad cercana. De esta forma se comprende que lo específico de la Universidad no es suficiente y que “la universidad necesita que otras instancias culturales y sociales se impliquen y le ayuden en el proceso de formar al ciudadano” (Imbernón, 2001, p. 38); esto es, que si la formación en la Universidad ahora comparte componentes de integralidad, las asignaturas necesitan poner en escena de ciudad, comunidad, cotidiano y cultura aquellos elementos que solían enmarcarse en el aula solo como referencias, recuerdos o imágenes, sin llegar directamente a estas.

      La dirección de los conocimientos también se pone en juego, en la medida en que salir del aula es acercarse a maneras en que el saber puede construirse —y se construye— en lógicas que no necesariamente son de corte académico científico y que este tipo de saber no es, como se suele entender, el conocimiento privilegiado o más avanzado de una sociedad. Salir del aula es, en consecuencia, comprender el lugar del tipo de saber de una disciplina o ciencia en la dinámica de desarrollo social que conjuga, inevitablemente, reconocimiento cultural. Así mismo, este contacto permite acercarse a las posibilidades de la interdisciplinariedad, en cuanto “la disciplina, como visión unilateral de la realidad, no agota la comprensión de ella y mucho menos en sus dimensiones complejas” (Malagón, 2006, p. 88). De esta forma, el contacto de una asignatura con realidades directas facilita la problematización que dirija actuales o futuras miradas de posibilidades interdisciplinares.

      Con esto se reconoce que en las universidades se presenta una tendencia constructivista de la educación. A partir de esto, salir del aula es una posibilidad didáctica que tensiona lo nocional con lo concreto, orientado a la situación de la teoría como posibilidad de comprensión del mundo que no dista de lo inmediato y lo cotidiano. Lo evidente para el imaginario del estudiante puede ser renovado y sorprendente a través del lente de la disciplina o del ejercicio interdisciplinar.

      Además, lo que ocurre fuera del aula, que pueda ser vinculado a la asignatura, facilita la identificación profesional actualizada que tiene que ver con desarrollo de competencias de tipo laboral. Tal y como lo afirman Tobón et ál. (2006), las competencias surgen, entre otras fuentes, de necesidades de identificar competencias en los futuros profesionales relacionadas con desarrollos disciplinares, desempeños actuales y tendencias laborales y un vínculo importante con requerimientos del entorno. Estos aspectos suelen estar mediados por la interpretación que el docente hace a partir de autores o de su propia experiencia y que es narrada a los estudiantes por su perspectiva. Es distinto cuando el estudiante puede enfrentarse de una u otra forma a realidades que le permiten tener su propia versión y asumir su perspectiva de relación con los aspectos teóricos de un tema o problema específico.

      En síntesis, si bien el aula es un espacio cultural relevante del proceso de formación y cumple funciones específicas, sobre todo de organización académica, es importante reconocer que la asignatura puede desligarse de esta como espacio privilegiado y permitir el contacto directo con el contexto que vincule de formas dinámicas los conocimientos propios de la disciplina y la asignatura. Esto, en general, promueve tipos diferentes de relación entre actores, entre estos y las situaciones o problemáticas propias de la realidad y, más importante, entre los actores y su relación con el conocimiento. El contexto, en cuanto construcción cultural, puede incluirse directamente en la formación universitaria, de forma que cada asignatura sea representación del lazo responsable de la Universidad con su entorno social y cultural.

      Del poder del docente

      La tendencia constructivista está desplazando cada vez más la forma en que el poder es distribuido en las asignaturas. La figura de protagonismo central del docente como dominador absoluto de situaciones del aula y controlador de comportamientos y aprendizajes de sus estudiantes, ha sido cada vez más revaluada por docentes cuya autoridad se basa en la sapiencia para el diálogo que permita al estudiante llegar por sí mismo a los conocimientos que una disciplina plantea en la formación profesional.

      Este desplazamiento del poder no quiere decir, en absoluto, que un docente en la Universidad ya no deba saber de lo que enseña. Por el contrario, en las nuevas formas de relación con los estudiantes es fundamental “que los profesores investigadores primordialmente dominen la materia que van a enseñar. Cualquier intento de pensar en la didáctica pasa por ese primer momento fundamental” (Vargas y Prieto, 2001, p. 20); es decir, para llegar a una reflexión seria sobre maneras más pertinentes СКАЧАТЬ