565 Juegos y tareas de iniciación deportiva adaptada a las personas con discapacidad. Mercedes Ríos Hernández
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу 565 Juegos y tareas de iniciación deportiva adaptada a las personas con discapacidad - Mercedes Ríos Hernández страница 8

СКАЧАТЬ con los derechos y obligaciones que implica su participación en el aula. Sólo una actitud de positiva acogida a todos los alumnos permitirá ejemplificar ante ellos la importancia de cada uno.

      Asimismo, se utilizarán todos los recursos existentes para dar respuesta educativa a todo el alumnado y no sólo al que presente dificultades de aprendizaje. De este modo los maestros de educación es pecial se convierten en maestros ordinarios que trabajan en equipo con el resto de compañeros y pueden desempeñar simultáneamente el papel de asesores, aportando a la comunidad educativa su capital cognitivo y experiencial, que es de gran interés para facilitar el acceso al currículo, ya sea mediante recursos o colaborando en la elaboración de estrategias. Otros adoptan el rol de promotores de apoyo o de maestros de métodos y recursos, que organizan y estimulan el apoyo en las aulas ordinarias.

      Consecuentemente, el apoyo se prestará en el aula ordinaria, potenciando el refuerzo mutuo entre los alumnos (para evitar la excesiva dependencia del adulto), fomentándolo de forma que la clase se convierta en una comunidad solidaria, que incrementa la autonomía y a su vez la interdependencia positiva. Esto no es obstáculo para que cuando se requiera un apoyo externo (recursos del entorno) éste se dé con naturalidad, también en el aula, en corresponsabilidad con el maestro.

      En algunas escuelas también han puesto en práctica (Ainscow, 2001) los denominados «grupos de trabajo sobre inclusión», en los cuales participan maestros, alumnos, padres, asesores, representantes de la administración y especialistas. Su labor principal es diseñar un plan que vele por la inclusión real de todo el alumnado.

      Para finalizar, insistiremos en que para potenciar el cambio y que el centro escolar esté en proceso de transformación, es necesario que el profesorado despliegue su capacidad de innovación y desarrollo profesional.

      Por tanto, un maestro o maestra comprometido con la atención a la diversidad se caracterizará por:

      1. No tener sólo competencias didácticas y conocimientos para atender a la diversidad y, consecuentemente, a la gran variedad de estilos de aprendizaje, sino que además aquéllos vayan acompañados de un compromiso moral con la educación de todos y todas, compensando las desigualdades.

      2. Ser reflexivo, crítico, investigador y transformador de su propia práctica profesional (Ferrer, 1993). Como resultado, ser participativo, activo, dialéctico, comunicativo, alejado del profesional tecnicista que considera que los alumnos que presentan dificultades deben ser atendidos sólo por especialistas en educación especial en un entorno segregado.

      3. Investigar y mejorar su práctica docente, implicándose en la organización educativa de su centro, y considerar que la atención a la diversidad es una oportunidad para mejorar su práctica docente, con el objetivo de promover mejoras educativas y sociales.

      Asimismo, no debemos obviar que una escuela inclusiva requiere también del compromiso político, para ofrecer los apoyos necesarios para que el discurso inclusivo no quede en una simple declaración de intenciones y que no recaiga su aplicación exclusivamente en el colectivo docente. Es una acción comunitaria que requiere recursos humanos y materiales, sistemas de apoyo y asesoramiento, cambios en la organización de los centros y mejoras en las condiciones laborales (ratios, apoyos...), un adecuado diseño y desarrollo curricular, y la actitud favorable de toda la comunidad educativa (administración, maestros, familias, alumnos, personal no docente, inspección, centros de recursos, entre otros).

       LA INCLUSIÓN EN EL ÁREA DE EDUCACIÓN FÍSICA

      En el contexto escolar inclusivo, la educación física no debe separarse de la adopción de las medidas a las que hemos hecho referencia hasta el momento. Tiene que ser contemplada como un área más, interrelacionada con el resto de áreas y no puede convertirse en una «isla» al margen de las decisiones claustrales, organizativas o curriculares.

      Cuando hablamos de una educación física inclusiva, todo el alumnado comparte el mismo espacio, sin diferencias, reconsiderando la enseñanza y su organización con el apoyo pedagógico y social que sea necesario, y manteniendo las más altas expectativas para el aprendizaje de todas y todos. Por tanto, las actividades segregadas no serán consideradas inclusivas. La inclusión presupone siempre compartir con el grupo el proceso de aprendizaje, y en este contexto la diversidad cohesiona el grupo y lo enriquece, ofreciendo más posibilidades de aprendizaje para todos y todas (Ríos, 2004).

      Pese a que la inclusión no es tarea fácil y sigue siendo un reto en nuestro sistema educativo y en la realidad escolar, recordemos la necesidad de que la escuela adopte medidas organizativas y curriculares que vayan más allá de la intervención docente. De ahí que a continuación presentemos estrategias que pueden facilitar la participación activa y efectiva del alumnado con discapacidad en el ambiente natural de la clase de educación física (Ríos, 2004, 2005):

      • La educación en actitudes y valores.

      • El aprendizaje y las actividades cooperativos.

      • La adaptación de las tareas.

      • La compensación de las limitaciones en situaciones competitivas.

      • Compartir el deporte adaptado a las personas con discapacidad.

      • El asesoramiento y el apoyo.

       LA EDUCACIÓN EN ACTITUDES Y VALORES

      Si reconocemos que la educación comporta implícitos unos valores, la escuela debe asumir la formación de personas más allá de la pura transmisión o construcción de conocimientos o habilidades. Así, a partir de la elaboración del Proyecto Educativo de Centro y del Proyecto Curricular de Centro, se definen los valores que el centro educativo se plantea promover y se concretan las propuestas y los espacios para desarrollarlos (Prat, 2003). Tal y como apunta la autora, en el centro se crea una «cultura moral propia» que sin duda influirá en la educación de actitudes y valores.

      Por tanto, y centrándonos en la inclusión de los alumnos con discapacidad en la sesión de educación física, la educación en actitudes y valores será la base para que todo el alumnado respete la diversidad y pueda así interiorizar la inclusión como un valor que enriquece a toda la comunidad. Debemos conseguir que todo el alumnado se sienta acogido, aceptado, seguro y, por tanto, valorado (Stainback, Stainback y Jackson, 1999). Respecto a la educación de actitudes y valores, son interesantes las aportaciones de Prat y Soler (2003) y Carranza y Mora (2003) por sus reflexiones y propuestas didácticas. A esto debemos añadir la propuesta de organización de juegos motores sensibilizadores (Ríos, 1994, 1998, 2003c; Ríos y Payá, 2001).

       EL APRENDIZAJE Y LAS ACTIVIDADES COOPERATIVOS

      Tal y como hemos comentado en el apartado «Desde el currículo», el aprendizaje cooperativo se presenta como una metodología inherente al movimiento de la escuela inclusiva con el fin de maximizar el aprendizaje de todos y todas y promover una educación en actitudes y valores desde nuestra área de intervención (Ovejero, 1990; Marchesi y Martín, 1998; Mir, 1998; Uriz, 1999; Johnson, Johnson y Holubec, 1999; Pujolás, 2001). Es interesante consultar las aportaciones de Velázquez Callado (2004) y Fernández-Río y Velázquez Callado (2005), por su esfuerzo en adecuar la metodología cooperativa a la educación física.

      Por tanto, deberíamos repensar cuáles son las prácticas habituales en la educación física escolar para adaptarlas a este marco. El abuso en la utilización de actividades competitivas puede ir СКАЧАТЬ