Actividades físicas y deportes adaptados para personas con discapacidad. David Sanz Rivas
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Название: Actividades físicas y deportes adaptados para personas con discapacidad

Автор: David Sanz Rivas

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

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isbn: 9788499104140

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СКАЧАТЬ queremos apuntar la definición dada por la Federación Internacional de Actividad Física Adaptada (IFAPA), que define AFA como “un cuerpo de conocimientos interdisciplinario dedicado a la identificación y solución de las diferencias individuales en actividad física. Es una profesión de servicios y un campo académico de estudio que se basa en una actitud de aceptación de las diferencias individuales y en la defensa del acceso a un estilo de vida activo y al deporte, y promociona la innovación y cooperación para ofertar programas y sistemas de empowerment. AFA incluye, pero no está limitada a, la Educación Física, el deporte, la recreación, la danza y artes creativas, la nutrición, la medicina y la rehabilitación (IFAPA, 2004; en Hutzler y Sherrill, 2007).

      Como podemos observar, AFA es un concepto aglutinador, amplio y generalista, de tal forma que de él se derivan otros términos como los de “juego adaptado”, “deporte adaptado” o “Educación Física Adaptada”, entre otros. Por lo tanto, consideramos que la AFA recoge todos los ámbitos de la actividad física que no recoge la AF “formal”, y no hace referencia tan sólo, como tradicionalmente se ha entendido, a las personas con discapacidad, sino también a otros grupos con connotaciones determinadas tales como el de tercera edad, drogodependencias, reclusos, poblaciones marginales, etc.

      Además, vemos que esta última definición incluye muchos de los aspectos que deben ser recogidos por cualquier definición, y que Hutzler y Sherrill (2007) concretan en: a) especificar las dimensiones y propósitos de una profesión; b) delimitar los límites del conocimiento base de una profesión y sus prácticas; c) clarificar la naturaleza de los servicios proporcionados, y d) indicar las poblaciones a las que van destinados tales servicios. Este último aspecto es del que, en nuestra opinión, adolece esta definición, que sí recogen otras de las apuntadas anteriomente. Sin embargo, los propios Hutzler y Sherrill (2007) nos indican una aplicación de las prácticas a realizar en AFA, en relación con los componentes recogidos en la International Classification of Functioning, Disability and Health (ICF) (OMS, 2001) (figura 1.3).

      Existe actualmente una discusión en la literatura especializada sobre si este campo de estudio es un área de conocimiento (o disciplina) o una profesión, ambos términos incluidos en la definición apuntada anteriormente. Esta controversia resulta de interés para nuestro objeto de estudio. De hecho, son varios los profesionales que pueden ser prestadores de servicios, de ahí que la investigación o formación que podamos hacer en este campo de estudio pueda realizarse desde varias perspectivas o disciplinas (ver figura 1.2).

      Figura 1.3. Ejemplo específico de prácticas en AFA respecto a las categorías de la ICF durante la planificación de la AFA (adaptado y traducido de Hutzler y Sherrill, 2007, pág. 12).

      Cabe indicar aquí que términos como discapacidad (el cual abordaremos en el siguiente epígrafe) son categorías establecidas desde una perspectiva social (Shogan, 1998). El crear categorías, respecto a una norma, no hace más que identificar subpoblaciones en función de una serie de parámetros comunes que, en el caso de la ICF, aglutina la presencia de una alteración en una estructura o función corporal, la limitación a la hora de hacer una actividad o la restricción en la participación en una actividad o área de la vida cotidiana. Cualquier definición o conceptualización de las AFA debería tener en consideración los componentes de la ICF y determinar de forma consensuada los cambios propuestos en los servicios y apoyos (p. ej., compañero asistente en clases con grupos numerosos), equipamiento empleado (p. ej., balón con mayor diámetro para facilitar el bote), variables del entorno (p. ej., reducir el tamaño de la pista de bádminton), estructura de las tareas (p. ej., impulsión de una silla de ruedas en lugar de correr), las reglas (p. ej., doble bote en tenis en silla de ruedas) y las instrucciones (p. ej., ayudas táctiles como complemento a las indicaciones verbales) (Hutzler y Sherrill, 2007). Estos ejemplos no hacen más que identificar áreas de investigación que permitan ayudar a comprender y optimizar los programas de intervención en AFA, independientemente del ámbito de su aplicación.

      Cuando nos referimos a si la AFA es una disciplina o campo de estudio, aludimos a que recoge el conocimiento base que subyace y dirige la prestación de servicios y proporción de actividades a personas con limitaciones personales y/o sociales (Hutzler y Sherrill, 2007, pág. 15). En este sentido, Reid y Stanish (2003) añaden que, además de la búsqueda de conocimiento como principal motivación, está la utilización de una metodología y terminología propias. Esta consideración de AFA como disciplina sucede especialmente en Europa, donde ésta incluye la educación física, ciencia del deporte, recreación y rehabilitación como áreas de subespecialización dentro de la AFA (DePotter, Van Coppenolle, Djobova, Dobreva, Wijns y Van Peteghem, 2003).

      Aunque el término “disciplina emergente” ha sido usado por algunos investigadores de reconocido prestigio en el ámbito de las AFA (p. ej., Sherrill, 1998), la investigación es el medio a través del cual un cuerpo de conocimientos o disciplina crece y se desarrolla (Reid y Stanish, 2003). Estos autores apuntan una serie de criterios que deben reunirse para que un área de estudio sea considerada como una disciplina, a saber: a) dominio identificable en el que se planteen cuestiones vitales; b) una teoría sustancial y una tradición pública reconocida; c) una estructura conceptual única; d) integridad única; e) reconocimiento de los métodos y procedimientos utilizados; e) reconocimiento de los procesos y de los productos, y f) utilización de un lenguaje claro y correcto que garantice la comunicación. El trabajo realizado por Reid y Stanish (2003) analiza las publicaciones aparecidas en una de las revistas más relevantes en AFA (Adapted Physical Activity Quarterly), dada su especificidad y su inclusión en dos áreas del Journal Citation Reports, donde se analizan sus publicaciones durante el período comprendido entre 1984 y 2000. Las conclusiones más reseñables de dicho trabajo, en relación con los criterios que debe reunir para ser considerada una disciplina, las resumimos a continuación:

      • Se cumple el primer criterio de un cuerpo de conocimientos propio, al existir numerosos trabajos específicos de poblaciones especiales, tanto en esta revista como en otras.

      • No existe predominancia de técnicas y metodología propias, sino que suelen aplicarse unas procedentes de otras disciplinas.

      • Existe disparidad en el establecimiento de un marco conceptual en el que se desarrolla la investigación, si bien muchos de ellos proceden de disciplinas como la psicología del deporte, el aprendizaje motor o el desarrollo motor. De hecho, muchos trabajos han tenido como objetivo primordial determinar si el modelo teórico creado en otras disciplinas se cumple en personas con discapacidad o en contextos de AFA (p. ej., Tripp, French y Sherrill, 1995). Por ello, no cabe considerar que cumpla el criterio de posesión de un marco conceptual único.

      • La mayor parte de la terminología empleada procede de otras disciplinas como la cinesiología, la educación especial, la educación física o la rehabilitación, y son menos los términos específicos como paraolimpíadas, goalball, boccia, quad rugby, twin-basketball, entre otros (p. ej., Evaggelinou y Grekinis, 1998).

      A tenor de la discusión planteada en párrafos anteriores, Reid y Stanish (2003) consideran que la AFA no puede ser considerada como una disciplina, sino como un campo de estudio profesional, con una base de conocimiento interdisciplinario.

      Una profesión hace referencia a la ocupación de un servicio, normalmente tras la realización de unos estudios superiores o especializados, la cual está guiada por unos códigos éticos y tiene unos órganos de representación formales (Reid y Stanish, 2003). La consideración de la AFA como una profesión comienza al principio de la década de 1970, cuando se empezaron a ofertar los primeros programas de formación (Sherrill y DePauw, 1997). Baker y Wade (1995) realizan un análisis acerca de la consideración de la Educación Física como una profesión, mientras que nosotros, partiendo del trabajo de Reid y Stanish (2003), analizaremos las implicaciones específicas СКАЧАТЬ