Название: Actividades físicas y deportes adaptados para personas con discapacidad
Автор: David Sanz Rivas
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
isbn: 9788499104140
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Para finalizar esta introducción, nos gustaría destacar que consideramos el proceso de integración e inclusión de las personas con discapacidad como un proceso que aglutina diferentes factores (físicos, socioculturales, económicos, …), y que, sin lugar a dudas, es de gran trascendencia la formación en este ámbito para actuar de forma eficaz y oportuna, y, en ese sentido, perseguir el objetivo que tanto las propias personas con discapacidad como las asociaciones y organismos relacionados con este ámbito pretenden, que no es otro que romper las barreras que obstaculizan el proceso de inclusión en la sociedad y reclamar lo que la carta de la ONU promulga entre sus miembros: “Igualdad para todos”.
CAPÍTULO 1
LA ACTIVIDAD FÍSICA ADAPTADA (AFA)
LA ACTIVIDAD FÍSICA ADAPTADA DENTRO DE LAS CIENCIAS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA Y EL DEPORTE
ANÁLISIS TERMINOLÓGICO EN REFERENCIA A LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD
SITUACIÓN ACTUAL DE LAS POBLACIONES OBJETO DE ESTUDIO
ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y TIPOS DE PROGRAMAS DE ACTIVIDAD FÍSICA ADAPTADA (AFA)
ÁMBITOS DE APLICACIÓN DE LAS AFA
TIPOS DE PROGRAMAS DE ACTIVIDAD FÍSICA ADAPTADA
LA ACTIVIDAD FÍSICA ADAPTADA DENTRO DE LAS CIENCIAS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA Y EL DEPORTE
Tomando como partida el Real Decreto 1670/1993, por el que se ha regulado hasta la fecha el título oficial de Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CAFD en adelante) en el Estado Español, la materia de Actividades Físicas para Poblaciones Especiales (o denominaciones afines) se ha englobado dentro de otra materia más amplia denominada Actividad Física y Salud. Según el Diccionario de la Real Academia Española, especial es aquello “que se diferencia de lo común o habitual” (RAE, 2005, pág. 593). Por tanto, consideraremos como especial a todo aquel colectivo que se encuentre apartado de la “norma” en cuanto a sus condiciones físicas, fisiológicas o sociales. Dicha situación podría ser tanto temporal como permanente, condicionando en muchas ocasiones el desarrollo evolutivo y/o madurativo del sujeto, amén de su propia calidad de vida. La forma en la que abordemos la actividad física destinada a estos colectivos buscará, entre otros muchos objetivos, la salud integral de la persona, ya sea a nivel personal o colectivo.
Sin embargo, esto nos obliga a hacernos la pregunta de ¿qué entendemos por normalidad? Son varias las aproximaciones al concepto de normalidad que se pueden hacer, entre las que podríamos destacar, por ejemplo: a) desde un punto de vista estadístico, considerando todo aquel colectivo o persona que se alejara o acercara a la media de unos parámetros considerados “normales” para la población en la que se encuentre o compare; b) desde un punto de vista psicológico, que sería cuando el individuo o grupo se adaptara al medio y/o exigencias que se le plantean, por lo que no aparecerían notorias conductas disruptivas o de falta de autocontrol; c) desde un punto de vista cultural, cuando la persona o grupo se ajustara a una serie de pautas de comportamiento establecidas por la sociedad en la que resida, o d) desde un punto de vista legal, en el que la normalidad se estableciera en base a unos parámetros estipulados por juristas. Desde el punto de vista de la salud, consideraríamos “normal” a toda aquella persona que no tuviera una alteración notable de su estado de salud. Por ejemplo, en Estados Unidos el término poblaciones especiales hace referencia “a las personas con discapacidad” (DePauw y Gavron, 2005, pág. 115), mientras que en Finlandia hace referencia a “los discapacitados, los mayores y las personas que sufren enfermedades crónicas” (Koivumaki, 1987; en DePauw y Gavron, 2005, pág. 115).
Si partimos de la premisa de que un colectivo especial posee una serie de características que lo diferencian del grueso de la población, ello implicará que nuestra intervención será adaptada a aquél, aunque consideramos que cualquier intervención desde las CAFD debe estar adecuada a un colectivo o persona en cuestión, independientemente de si tiene o no una alteración de su estado de “salud”. Esto nos lleva a abordar el esclarecimiento terminológico del término acuñado dentro de las CAFD como Actividad Física Adaptada (AFA en adelante), aunque en la bibliografía actual se acuñan otros términos similares como Educación Física Especial, Educación Física Adaptada o Deporte Adaptado.
En 1977, se reunió en Quebec (Canadá) un relevante grupo de expertos, y desde aquella reunión se empezó acuñar el término Actividad Física Adaptada, fecha en la que comenzó su andadura la Federación Internacional de Actividad Física Adaptada (IFAPA: International Federation for Adapted Physical Activity), organización centrada en la investigación y en el desarrollo académico de la AFA. Con el objetivo de poner en común los avances en este ámbito, se decide organizar un simposio bianual de carácter internacional denominado ISAPA (International Symposium on Adapted Physical Activity), que viene desarrollando sus actividades hasta la fecha y en el que participan importantes investigadores en torno a esta área de estudio.
Para Sherrill (2004), AFA es un término global al servicio de la promoción de un estilo de vida activo y saludable, con el fin de mitigar problemas psicomotores que interfieren en el desarrollo personal del ser humano. Los beneficios que la práctica de actividad física pueden reportar a colectivos especiales son numerosos a nivel físicobiológico, social o psicológico, a saber (Barrios, 2000; Warburton, Nicol y Verdín, 2006):
a) Sistema cardiovascular:
• Fortalecimiento del músculo cardíaco, mejorando la contractilidad del corazón. Un entrenamiento con un mayor componente aeróbico permite aumentar la capacidad de las cavidades cardíacas, mientras que uno de tipo más anaeróbico aumenta el grosor del miocardio. Una de las consecuencias de tales mejoras es un aumento del volumen sistólico (Warburton, Gledhill, Jamnik, Krip, y Card, 2004).
• Disminución de la frecuencia cardíaca (FC) en reposo y durante el ejercicio.
• Aumento de la capilarización cardíaca, mejorando el transporte de oxígeno a todos los tejidos y músculos del organismo. A su vez, también mejora el retorno venoso (Warburton, Gledhill y Jamnik, 1999).
• Prevención de enfermedades cardíacas (p. ej., infarto de miocardio), reduciendo así el riesgo de mortalidad derivado de ellas (Wessel et al., 2004).
• Mejora del flujo sanguíneo (Hambrecht et al., 2000), evitando la aparición de cardiopatías (p. ej., isquemia coronaria) derivadas de la formación de placas ateromatosas1 (Franklin, Swain y Shephard, 2003).
• Mantenimiento de la elasticidad arterial (Gokce et al., 2002).
• Reducción del riesgo de hipertensión arterial debido a un descenso de la resistencia periférica del flujo sanguíneo (diámetro de las arteriolas o viscosidad de la sangre) o del gasto cardíaco (volumen sistólico o FC).
b) Sistema respiratorio:
• Mejora de la capacidad pulmonar, unida a una disminución del volumen residual respiratorio.
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