Название: Del lamento a la revelación
Автор: John Harold Caicedo
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9781953540393
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Pablo diría: «Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios» (Hechos 20:24).
¿Te das cuenta? Dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. Nada es más precioso que esto.
Pablo no se estaba contemplando a sí mismo. Él contemplaba la maravillosa gracia que había caído sobre su vida. ¿Lo estás haciendo tú también?
Los de la iglesia antigua no cesaban de predicar y enseñar porque era su tiempo. No podían parar, hubieran dejado pasar su momento.
Si nosotros no hacemos la obra del Señor ahora, en este momento, entonces vamos a dejar pasar nuestro momento y alguien más lo hará, porque la obra de Dios no se va a detener.
Por eso la frase clave de este mensaje es: entre vosotros no será así.
El mundo corre tras el dinero, la fama y el poder, pero entre vosotros no será así.
El mundo busca satisfacerse con más, más posesiones, más carros, más casas, más dinero en el banco, más ropa en mi closet, más y más, pero entre vosotros no será así.
El mundo vive de manera egoísta, individualista, pensando solo en el bien propio, pensando solo en la satisfacción de sí mismos, pero entre vosotros no será así.
El mundo se deleita en el pecado, vive en medio de la injusticia y la mentira, está lleno de vicios y de malos hábitos, pero entre vosotros no será así.
Nuestra normalidad no puede ser nunca como la normalidad del mundo que nos rodea. Dios prepara lo mejor de sus ejércitos para sus batallas más exigentes y es en medio del fragor de los grandes desafíos donde se conocen los verdaderos soldados que saben cómo ir al frente cuando la batalla se hace más cruenta.
¿Cómo quieres vivir? ¿Como el mundo vive o como los hijos de Dios debemos vivir?
Debemos inundar este mundo literalmente con el poder de Nuestro Señor manifestado en su palabra.
¿Cuál es la normalidad para el mundo y cuál es la normalidad para el cristiano?
Si tu normalidad era no dar frutos, llegó tu tiempo para fructificar.
Si tu normalidad era una vida sin servicio, entonces tendrás que pensarlo muy bien cuando vuelvas a escuchar al Señor, porque Él mismo te va a mostrar lo inútil de una vida así.
Si tu normalidad era Egipto, tu nueva normalidad será la tierra prometida.
¿Te estás preparando para eso?
Si te habías acostumbrado al desierto, llegó la hora de que cruces el rio Jordán.
La temporada ha cambiado, ya no es tiempo de sequía, ahora es tiempo de fructificación. ¿Estás preparado?
Para muchos esta temporada es de incertidumbre, pero para el cristiano, ningún tiempo es desperdiciado.
El desierto no fue en vano, Dios estaba formando un pueblo con identidad de tierra prometida.
Incluso en el desierto las bendiciones nunca cesaron. El maná cayó, el agua salió de la roca, la nube los cubrió y la columna de fuego los calentó. Los milagros no cesaron en el desierto porque la obra de Dios no se detiene en tiempos de dificultad.
La incertidumbre ronda por la mente de muchos hoy en día, pero debemos saber cómo enfrentar cada duda en nuestra vida.
Tú no tienes que saber todas las cosas, no sufras por ello. Solo Dios lo sabe. Pero sí tienes que saber lo que estás haciendo en este tiempo y la clase de persona en la que te estás convirtiendo.
¡Libérate de tu necesidad de saber, enfócate en tu necesidad de cambiar!
En un momento de la historia, en los días del profeta Samuel, la gran nación de Israel, el pueblo escogido de Dios, se cansó de su normalidad viviendo bajo los designios divinos y pidieron ser como los demás pueblos de la Tierra.
Tenían todas las prerrogativas de ser el pueblo guiado directamente por la mano de Dios y lo habían visto en la manera como ganaban batallas, como Dios les hablaba enviándoles profetas, en su prosperidad y el amparo que siempre tenían bajo la protección de Dios. Pero se cansaron de eso. Lo tomaron como algo natural.
Pensaron algo como esto: Dios siempre tiene que estar con nosotros porque somos su pueblo escogido, entonces ahora podemos vivir como los demás pueblos paganos y tener nuestro propio rey, y aun así, Dios tiene que seguir dándonos su bendición.
Por ese tipo de pensamiento es que en ocasiones Dios tiene que sacudir a su pueblo.
Samuel se entristece por lo que el pueblo está pidiendo, pero Dios le dice: no te preocupes, Samuel, no te desechan a ti, me están desechando directamente a mí. (1 Samuel 8:7)
Su Dios, su Señor, su cuidador, su sanador, el Dios omnipotente es ahora rechazado por un pueblo al que le gustó parecerse a los demás.
La iglesia de hoy en día se parece más al mundo que lo que debería ser la iglesia. Queremos vivir más como lo hacen los inconversos que como lo debe hacer un pueblo consagrado y santo.
Anhelamos tener lo que el mundo tiene y perseguimos con ahínco lo que el mundo persigue.
¿Es esa la normalidad a la que quieres regresar?
No, yo no quiero volver a esa clase de normalidad. Hay grandes desafíos por delante, pero si de algo estoy seguro es que yo no quiero volver a la normalidad de una iglesia llevada por la corriente del mundo que no desafíe los poderes del maligno. No. Mi Señor Jesucristo no derramó su sangre por una iglesia así. Él vino para cambiar este mundo para siempre y su iglesia tiene que ser digna de llevar su nombre.
¿Somos o no somos el pueblo de Dios?
¿Solo lo somos cuando cantamos esa canción o en cada acto de nuestras vidas?
Dios te ama tanto que te ha permitido vivir en este tiempo, pero para que seas transformado.
El virus te va a caer bien, porque no será un virus destructivo como el del coronavirus, sino que será un virus constructivo que hará que replantees tu vida y te conviertas en aquel o aquella que Dios tenía en mente cuando te envió a este mundo.
¡Alguien se está contagiando de ese bendito virus!
En lugar de acercarnos a Dios nos hemos alejado paulatinamente de Él.
Aunque Él ganó para nosotros el acceso al lugar santísimo, aún seguimos parados en el atrio pensando si debemos entrar o no.
En lugar de un temor reverente, lo cambiamos por un pavor a su presencia, porque sentimos que puede ser fuego consumidor si llega a nuestras vidas y se da cuenta de nuestra tibieza СКАЧАТЬ