Del lamento a la revelación. John Harold Caicedo
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Название: Del lamento a la revelación

Автор: John Harold Caicedo

Издательство: Bookwire

Жанр: Религия: прочее

Серия:

isbn: 9781953540393

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СКАЧАТЬ el que se humilla será exaltado y el que se exalta será humillado.

      Un reino en el que Aquel que vino del cielo y se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, se levanta en victoria y se le da un nombre que es sobre todo nombre y ante el cual algún día toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Él es el Señor por encima de todos los señores, reyes, emperadores, millonarios, potentados, poderosos, opulentos, monarcas, sumos pontífices, eméritos, de todo ser humano en los cielos y en la tierra.

      ¿Qué significa hoy en día volver a la normalidad?

      ¿Tener vidas tibias, sin compromiso, sin propósitos, sin desafíos, llenos de temor, dirigidos por un mundo que hace todo, y la iglesia escondida en el último lugar del desván?

      ¿Es eso lo que estamos anhelando?

      En Mateo 20, Jesús acababa de decirles a sus discípulos lo que iba a padecer en Jerusalén.

      Les estaba dando el mensaje que iba a cambiar este mundo.

      Iba a ser entregado, condenado, escarnecido, azotado, golpeado y llevado a la cruz. Pero Santiago y Juan estaban pensando en la gloria del reino y en sentarse cada uno al lado de Jesús cuando se estableciera este reino.

      El mejor lugar, eso querían. Un lugar privilegiado. Un lugar que resaltara. Un lugar sobresaliente.

      Los demás discípulos se enojaron. ¿No se les ocurrió antes la idea a ellos? Estos dos se adelantaron.

      Jesús los sentó a su lado y les empezó a hablar: “los gobernantes de las naciones se enseñorean de las naciones, y los grandes ejercen sobre ellas potestad.” (Mateo 20:25)

      Jesucristo está estableciendo un contraste entre la gente del mundo y la gente del reino de Dios.

      Mis amados, en la tierra suceden estas cosas, en un reino que no es de Dios, en medio de los hombres, en una empresa, en el gobierno, etc. Esa es la estructura que gobierna al mundo.

      Pero “no así entre vosotros”. Entre ustedes debe suceder totalmente lo contrario. Una actitud totalmente diferente, algo opuesto. El que quiera hacerse grande será vuestro servidor, y el primero será el siervo.

      ¡La normalidad del mundo no puede ser tu normalidad!

      Sin duda la imagen de los gobernantes era negativa y por eso ellos esperaban que el Mesías fuera un gobernante distinto y poderoso que aniquilara a todos los demás en el mundo y por eso no pudieron reconocer el estilo de liderazgo de Jesús.

      Él decía: Dense cuenta cómo son estos hombres que se enseñorean y ejercen potestad sobre los pueblos, pero escúchenme bien: entre ustedes no será así.

      Ese es uno de los más grandes problemas que tenemos como creyentes, que aún no hemos entendido cómo es el reino que Jesús vino a enseñarnos.

      ¿Cuál era la normalidad para los fariseos? ¿Porque no podían aguantar a Jesús?

      Los fariseos querían colocar a Jesús bajo su propia forma de hacer su religión.

      Las quejas contra Jesús siempre estuvieran dirigidas a la forma de establecer su ministerio.

      ¿Por qué hace milagros en Sábado?, ¿por qué perdona pecados?, ¿por qué come con prostitutas y publicanos?

      La iglesia de los fariseos era sectaria, racista y clasista. No permitía el ingreso de aquellos que no les gustaban. ¿Sería eso lo que Dios quería? ¿La normalidad de los fariseos?

      Los fariseos no clamaban por más misericordia, por más amor, por más compasión, por más perdón. No. Nada de eso. Tradiciones, reglas, religiosidad. Estatutos de hombres para practicar sus ritos. Oraban como ellos querían. Ofrendaban con gran pompa para ser vistos. Vestían para notarse, anunciaban sus actos públicos con gran ruido, pero sus corazones estaban vacíos, no seguían la voluntad de Dios.

      Hay demasiado engaño en el mundo, mentira e hipocresía como para que la iglesia sea una extensión del mundo, manifestando lo mismo.

      Hay una gran diferencia entre las cosas hechas a la manera de Dios y las cosas hechas a la manera de los hombres.

      Los hombres cuando quieren vencer, matan; Jesús, para vencer, muere.

      Para subir en la vida, el ser humano miente, lastima a los demás, pisa sus sentimientos, traiciona y no mide esfuerzos; Jesús, para recibir la gloria, se entrega, renuncia, se humilla, guarda silencio y finalmente perece. ¡Qué diferentes caminos para el mismo fin!

      La paz que los hombres buscan es apenas la ausencia de lucha, y cuanto más la buscan más lejos la ven.

      La paz que Cristo ofrece es la paz interior que genera esperanza en medio de la persecución, las dificultades y las provocaciones.

      Jesús nunca prometió que sus hijos no derramarían lágrimas en esta vida. Lo que prometió fue enjugar las lágrimas de sus hijos.

      Cristo quiere una iglesia con discípulos dispuestos a enfrentar con valor los desafíos que se presenten con una entrega genuina. Que sepan entender los tiempos y asuman la posición que les corresponde en respuesta a cada circunstancia.

      ¿A cuál normalidad quieres tú regresar?

      Los fariseos atacaban a Jesús porque sus discípulos no cumplían con todo el ritual externo de purificación.

      ¿Cómo es esto que no se lavan las manos antes de comer con todo el ritual que tiene que ser?

      Pero Jesús los confronta con su realidad.

      Uds. se limpian por fuera pero por dentro están llenos de maldad, de envidias y de apariencias.

      Uds. dan su dinero pero con grandes demostraciones para ser vistos por los demás, pero ¿dónde están sus corazones? ¿Acaso están amando al extranjero, a la viuda, al desvalido, al inocente? ¿Apariencia de piedad pero corazones que maquinan el mal? Apariencia, apariencia y apariencia.

      A esos líderes religiosos de ese tiempo, les dijo que eran sepulcros blanqueados.

      Uds. saben lo que significa un sepulcro. Por fuera puede ser blanqueado, puede ser adornado, puede ser incluso decorado con lujo, pero por dentro hiede, huele mal, hay corrupción y putrefacción.

      Él les está diciendo: Uds. están muertos espiritualmente. No hay vida en Uds., solo apariencia de vida.

      El Señor está buscando nuestros corazones entregados y no una simple apariencia externa.

      Dios ha decidido cambiar la normalidad que teníamos y si no reconocemos esos cambios, entonces nos quedaremos estancados en el mismo lugar que estábamos antes y no podremos avanzar.

      Dios no quiere rituales espirituales secos y sin vida, no. Quizás esa era la normalidad. Pero Dios quiere corazones entregados a su causa. Oídos abiertos que vibren ante la palabra. Espíritus despiertos que contagien de vida a los demás. Ojos que busquen en las necesidades de los demás para traer consuelo y ayuda. Manos que se abran para trabajar en la obra y pies que recorran los lugares donde la luz de Cristo tiene que brillar.

      ¿Cuál es la normalidad a la que quieres regresar?

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