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target="_blank" rel="nofollow" href="#fb3_img_img_0cb9a086-fdfe-5a00-a1bd-dfd18b278c4e.png" alt=""/>Frente a la plaza, en una esquina muy pintoresca y –como todo en Los Toldos– muy grande, está el lugar que todos los niños y no tanto desean: la Heladería Mario. Tiene producción propia de productos de primera calidad. Helados servidos con generosidad, gustos clásicos y propios, sabores definidos y bien logrados. Cremosos y muy ricos. Imperdible el sándwich helado, un pecado al que no se puede resistir.
En Los Toldos se celebra el Festival del Queso. Los holandeses, a comienzos del siglo pasado, eligieron esta tierra para vivir. Los pioneros aún viven. Trajeron un tesoro en sus baúles: la receta del queso gouda. La comarca tiene tambos que hacen los mejores quesos del país. Calidad y materia prima excelentes. No hay manera de ceder a la tentación y durante toda nuestra estadía los quesos acompañan. Muchos tambos se pueden visitar y los quesos se compran allí. Es un paseo revelador conocer el proceso de elaboración. Las marcas recomendadas: Quesería Fassler, La Abadía, Santa María, Los Holandeses y La Sagrada.
A menos de 20 minutos de la plaza de Los Toldos se levanta el Monasterio Benedictino Santa María, rodeado de un entorno natural de insospechada belleza. Fundado por los monjes de la Abadía de Einsiedeln (Suiza) en 1948, el monasterio fue elevado al rango de abadía en 1980. Los productos de la agricultura y la ganadería sustentan a los monjes. El monasterio es conocido por producir su propio queso “La Abadía” a partir de una receta transmitida por sus fundadores. Se hacen retiros espirituales. Sus misas son muy convocantes. Aquí vive el monje Mamerto Menapace, muy reconocido. Se lo compara con el Cura Brochero, por su manifiesta inclinación por los temas populares. Hombre de gran sabiduría y humildad. De todas partes llegan para poder hablar con él y conocerlo. Tiene además una prolífica carrera como escritor con más de 50 libros publicados y ha grabado más de 20 discos, incluyendo uno con Luis Landriscina y René Favaloro (estuvieron juntos en el Luna Park en 1997).
Haciendo base en Los Toldos se pueden conocer los bonitos pueblos del Distrito. Baigorrita es uno de ellos, allí además hay un interesante polo gastronómico que es visitado por sibaritas de toda la región. Dos comedores se destacan: San Severo y Te Comento. San Emilio es una pequeña comunidad, aquí existe aún una panadería con horno de leña atendida por Federico y Carolina. Frente a ella vive Amanda Atadía, siempre se la ve caminando por las calles del pueblo. Ella sabe todas las historias de San Emilio. También la pequeña y bella población esconde un secreto: Martín Bonamino tiene menos de 40 años y es uno de los pocos artesanos de cuchillería del país que los forja con acero de damasco. Es una técnica del medio oriente muy requerida en el mundo. Autodidacta, él mismo fabricó un horno que alcanza una temperatura de 1300 °C y allí se funden las capas de acero damasquino. Envía sus piezas a clientes de todo el mundo.
A media hora de Los Toldos se encuentra el paraje La Delfina. Menos de 50 habitantes lo sostienen del olvido. Allí está la pulpería Isla Soledad, un baluarte de tradición en medio de la polvareda. Raúl y María la atienden, un matrimonio muy querido. Aquí se puede comprar abasto y también recrear la campera ceremonia de tomar un aperitivo con una picada con productos locales. Si uno avisa con tiempo, se preparan comidas. Es un lugar importante. Aquí se hace y se siente la patria. Su interior conserva el encanto original. El mostrador, estanterías, típica pulpería bonaerense. Raúl fue marino, por eso, hay elementos navales que decoran el ambiente.
Evita nació en Los Toldos el 7 de mayo de 1919. Aquí se puede visitar el Complejo Casa Museo Eva Perón. En la casona ella pasó gran parte de su infancia. Es un lugar de peregrinaje para el mundo peronista. El museo tiene un guion impecable. En sus salas se pueden ver elementos de la intimidad de Eva, objetos originales y documentos personales. +info: Eva Perón 1025.
En el paraje San Francisco, a media hora de Los Toldos, existe uno de los museos más particulares de la provincia, Cosas del Siglo Pasado, museo de usos y costumbres, funciona en la que fue la vieja escuela del paraje. Hace tres décadas que Raúl Severini materializó su sueño: exhibir su colección de objetos que dan cuenta del paso del hombre en esta tierra. Son cientos de piezas. Sorprende la réplica de una pulpería con elementos originales. Hay que ir con tiempo. Raúl cuenta las historias de un modo especial, la visita al museo se completa con sus palabras, él es vecino del paraje, uno de los pocos habitantes que quedaron. Para nostálgicos. Muy recomendable ir con niños y jóvenes para que conozcan el mundo antes de la era digital. +info: Facebook: museousosycostumbres
Por ruta 65 entre Baigorrita y Zavalía se encuentra El Huerto Interior, un campo donde se practica la agricultura regenerativa con métodos ancestrales. Allí se producen y comercializan alimentos sin el uso de agroquímicos. Cereales, harinas integrales con molienda artesanal, panes, diferentes mixes que son tratados con absoluta sustentabilidad. Una isla de alimentos naturales en el mapa bonaerense. +info: Instagram: elhuertointerior / Facebook: elhuertointerior
El misterio de la capilla abandonada de Montelén
Máximo Fernández. Partido de Bragado
Máximo Fernández es un pequeño pueblo tierra adentro en la pampa bonaerense, donde apenas viven menos de diez habitantes, alrededor de un bosque en donde los lugareños eligen no estar cuando cae la tarde y dicen perder muy fácilmente la orientación y ver siluetas extrañas en las inmediaciones de una capilla neogótica abandonada. El espectro de una niña que halló la muerte entre 1904 y 1910 por el zarpazo de una leona amenaza la natural tranquilidad de este olvidado rincón donde en los primeros años del siglo XX se asentó la esplendorosa Estancia La Matilde (luego se conocería como Montelén), uno de los establecimientos agrícola-ganaderos más importantes del país.
Se formó un pueblo alrededor de ella. “Tuvo todo tipo de excentricidades, incluso existió un zoológico privado con jaula para leones, que dieron origen a la tragedia”, sostiene Juan Luján Caputo, vecino e historiador local.
“Todos quieren ver el fantasma de la niña”, afirma Caputo. La historia de esta aparición está documentada. En el periodo de tiempo que se menciona, hubo una muerte trágica en la estancia. Juan Francisco Salaberry y su esposa Matilde Bercetche, entonces propietarios, crearon un pequeño feudo del que llegaron a depender directa o indirectamente más de 1000 personas y hasta formaron un pueblo que se bautizó con el apellido del primero, Salaberry, que es conocido como Máximo Fernández, el nombre de la estación de tren.
“La Matilde llegó a tener una pajarera de cien metros de largo por diez de alto con las aves más exóticas y un zoológico privado con bestias traídas de lejanos países”, atestigua Caputo. El paisajista francés Carlos Thays diseñó el parque que incluyó un lago artificial y una pérgola. Varias jaulas exhibían animales y se sabe que había dos leones. “Lo más raro fue que los Salaberry tenían una osa africana y una polar”, cuenta el historiador. Para la segunda, y con el fin de mantener el improvisado hábitat, tuvieron que montar una fábrica de hielo, que lo producía las 24 horas del día. “El problema surgió en la jaula de los leones”, afirma.
No se sabe con certeza la edad, sí que se trató de una niña. Algunos dicen que fue la hija o la nieta (y
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