Desconocida Buenos Aires. Escapadas soñadas. Leandro Vesco
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СКАЧАТЬ menú de hace 50 años”, sostiene.

      “Estar al frente de La Lechuza tiene el significado de trabajar en lo que nos gusta, hacerlo en familia, atendiendo gente que viene a pasar un momento de paz, tranquilidad y divertirse. Es seguir una tradición de 53 años de trabajo, de mis viejos primero y nuestra después. Tenemos muchísimas dificultades, a veces, por muchas complicaciones climáticas, problemas para transitar el camino por lluvias y demás. Pero nada mella la alegría de recibir amigos cosechados en tantos años de servicio y buena onda”, resume Oscar.

      En tiempos de redes sociales, aquí continúan funcionando las claves de antes: el apretón de manos, el saludo, la magia de las ollas, la mirada y el placer de comer en un lugar donde se rinde culto a la libertad de los placeres argentinos. “Nosotros ofrecemos un día de campo con posibilidad de permanencia de 7 u 8 horas”, el programa es serio. El regreso a los días felices comienza en La Lechuza. + info: Facebook: La Lechuza de Navarro / Teléfonos: 0222715462697 – 0222715411397 / E-mail: [email protected]

      El menú es el típico de los comedores de campo. Se mantiene inalterable, con las mismas recetas de hace medio siglo. El guion de la reconquista de la felicidad se plantea en estos actos:

       11:00 h. Recepción (aperitivos, gaseosas, vinos y vermut libres, quesos saborizados, dips, escabeches, paté casero, galletas de campo, etc.).

       13:00 h. Almuerzo (empanadas, pollo al horno de barro, ravioles caseros, flan casero con dulce de leche) tenedor y canilla libre.

       15:00 h. Merienda (café, mate cocido, pasteles o buñuelos).

       Show en vivo con la posibilidad de escuchar, participar, bailar. “Hay canchita de futbol, bochas, tejo, algunos juegos y mucho espacio”, asegura Rivas.

      El almacén que fue escuela y cine en General Belgrano

       General Belgrano

      

      General Belgrano es un pueblo histórico, bello y tranquilo. De casas bajas, veredas acomodadas, ritmo descontracturado y dominado por un personaje ilustre de nuestra geografía: el río Salado. En tiempos de conquista por el territorio era la frontera natural entre tierras seguras y aquellas baldías. Hoy es una gran atracción turística y en su balneario y costanera se reúnen los vecinos para disfrutar de la frescura del agua. Dentro del pueblo y en uno de los barrios con más historias, una vieja esquina ofrece comida criolla y la posibilidad de hacer un viaje en el tiempo. Con los años ganó fama merecida y un lugar en el Partenón de los grandes comedores bonaerenses.

      El Almacén, nunca mejor nombrado, es un restaurante que rinde tributo a los viejos boliches de ramos generales en donde los habitantes de los pueblos iban a buscar los elementos necesarios para vivir. Los hubo en General Belgrano, la elegante esquina es fiel reflejo de aquellos. Está ambientado como uno de ellos, impecable, esplendoroso. Ricardo Buiraz es su mentor y quien reunió esta colección de recuerdos de un tiempo que se resiste a irse.

      “El restaurante está ubicado en uno de los barrios más viejos, Villa Iriarte. Desde el año 1907 funcionaba allí el café y bar El Buen Gusto, de don Luis Bernaschina. Además de su tradicional servicio, ofrecía la proyección de ‘vistas’; fue el primer cine del pueblo. Aclaraba que tenía ‘comodidad’ para caballos y hasta una calesita. En esta zona en las orillas del pueblo, que se había creado en 1891, también estaban instalados los prostíbulos o ‘casas de alegrías públicas’, como se los conocía”, describe Ricardo el entorno y el folclore del pueblo.

      Además de cine y bar, en la esquina se forjó la educación del pueblo. “Paradójicamente, en los años 1928, 29 y 30 funcionó en esa esquina la escuela N.º 9. Más adelante abrió en ese lugar el Almacén de Ramos Generales La Porteña, de don Manuel González, que cerró definitivamente en el año 1958”, cuenta. A partir de este periodo, el lugar quedó cinco décadas cerrado. Parecía que la historia había acabado. Pero apareció Ricardo con su sueño de reabrir y devolverle a General Belgrano una de sus dilectas esquinas.

      “En el año 2006, después de casi 50 años cerrado, abrimos el restaurante, homenajeando a los viejos almacenes, primeros comercios que hicieron grandes a estos pueblos. Boliches donde se vendía de todo, desde comestibles hasta herramientas. Cosechadoras y alpargatas, autos, botones, azúcar y fideos y, en muchos casos, también hacían de banco. Allí se compraba con libreta y se pagaba una vez al año, luego de las cosechas o la venta de animales. En la ciudad había varias parrillas en las rutas, por eso apostamos a un restaurante en el centro, que además de las comidas tradicionales ofreciera otros platos y la presencia de un chef”, describe el origen de este restaurante donde se respeta el recetario de la comida criolla.

      La primera sorpresa es la decoración. Impactante. Cariñosa y apasionada. Se pierde la cuenta de la cantidad de elementos que evocan los tiempos pasados. Aquella felicidad de las marcas nobles regresa desde las paredes y provoca buenos recuerdos. Gran alegría de volver a ver botellas queridas, antiguos carteles publicitarios, sifones de soda, cajas de latas de galletitas y juguetes que nos acompañaron en nuestra infancia. Una larga lista de afectos que provocan nostalgia y seguridad. Las vitrinas y estanterías ayudan a sentarse para leer el menú con serenidad y ganas de comenzar la aventura de los sabores que nos harán crecer los mejores sentimientos.

      “La propuesta gastronómica es la tradicional parrilla de carnes y achuras a las brasas, más una carta de platos elaborados con productos de la zona, como cazuela de cordero al disco, pescados, cerdo y muy buenas pastas. Además, hay tablas de fiambres y encurtidos caseros con galleta de campo y una buena variedad de postres, también elaborados en el lugar”, cuenta Ricardo.

      Las críticas son muy buenas. Es indudable el amor que sienten al elaborar los platos y elegir los productos. Los puntos de cocción se respetan, aquello que fuimos a buscar se encuentra y esto alivia. No hay distracciones, solo buenos momentos. Se puede comer adentro o en el amplio patio. Ricardo es un enamorado de los autos y se pueden ver tres: dos Ford A 1929 y un Ford T 1925. General Belgrano es un destino seguro. No falla. Es de los lugares que se agendan. + info: Instagram: elalmacenresto / Facebook: elalmacenresto / Teléfono: 11-4194-4131

      Museo Histórico Municipal Alfredo Enrique Múlgura. Es uno de los custodios del pasado belgranense. Esta vieja casona de gruesos muros revocados en barro es un fiel exponente de la arquitectura del siglo XIX. Fue inaugurado como Museo Municipal el 1 de agosto de 1997. Se restauró gran parte del frente, pisos y aberturas, para albergar en aquella vieja vivienda de la familia Bruzzo la colección de un vecino, belgranense por adopción, el Sr. Alfredo E. Múlgura. Él fue fundador de un museo de carácter privado, que se llamó La Casa de los Recuerdos, y que funcionaba en un local de la avenida San Martín. Con el correr del tiempo, junto a su esposa María Amelia Rodríguez, deciden donar a la Municipalidad de General Belgrano el acervo de aquel museo. La colección pasa a ser de carácter público y en la vieja panadería El Cañón se le da forma a una institución que ya lleva más de 20 años en el trabajo de rescate y revalorización de nuestras СКАЧАТЬ