E-Pack HQN Victoria Dahl 1. Victoria Dahl
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Название: E-Pack HQN Victoria Dahl 1

Автор: Victoria Dahl

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Pack

isbn: 9788413756462

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СКАЧАТЬ y asustada.

      —No, me ha encantado. Es mejor que lo que dicen las críticas.

      —Entonces, ¿estás disgustada por lo que decía hoy el periódico?

      —Eso debería preguntártelo yo a ti.

      —Por supuesto que estoy disgustado. Se supone que tú tienes que hacer una broma para que todo parezca una nimiedad.

      Ella sonrió.

      —Es una nimiedad. Todo el mundo sabe que tú no eres el guardaespaldas de una espía.

      —¿Pero?

      Molly no sabía qué podía decirle y qué no podía decirle. Ni siquiera sabía por dónde empezar. Por fin estaba inspirada y escribía bien, sobre todo porque no podía dormir y estaba tensa y ansiosa, y era capaz de plasmar todo aquello en su historia de un modo eficaz.

      Le había enviado a su editora los tres primeros capítulos, y la mujer estaba en la luna. No dejaba de presionar a Molly para que le entregara el libro completo lo antes posible. Tenía que llenar un hueco dentro de tres semanas, porque otra escritora tenía un niño en el hospital y no podía cumplir con su plazo. Molly le había prometido que acabaría en cinco días, y la editora le había prometido que lo leería y lo editaría en el tiempo récord de cuarenta y ocho horas. Ya estaban trabajando en la portada. Todo era como una montaña rusa, pero ella agradecía aquella distracción.

      —¿Qué te pasa, Molly?

      —Lo siento —dijo ella con un suspiro—. No quería estropear nuestra primera no-cita.

      —¿Ha ocurrido algo más en tu casa?

      —No. En mi casa no. Mi madre ha estado leyendo el Tribune online, y está muy preocupada gracias a Miles. Este ha escuchado la radio de la policía y ha dado todos los detalles en público. Incluso Quinn está preocupado.

      —Sí, he hablado con él.

      —Al ver el periódico esta mañana, supe que tú ibas a enfadarte, pero no parece que estés disgustado. La mitad del periódico trata sobre nosotros, así que, ¿por qué no estás disgustado?

      —Tengo problemas, Molly, pero estoy trabajando en ellos. El hecho de que me asocien contigo no es ningún problema.

      —¿Cuál es?

      —Preferiría tirarme por un precipicio antes de sufrir otro escándalo en mi vida. Hasta el momento, nuestra relación no tiene nada de escandaloso, salvo que es una diversión para los vecinos. En cuanto a tus secretos… No me gusta mucho eso, pero si yo no puedo sonsacártelos, seguramente Miles tampoco podrá averiguar de qué se trata. Tú dices que no es nada ilegal ni inmoral, y yo tengo que creer que no es nada que pudiera destrozar mi carrera profesional ni mi reputación.

      Ella esperaba que se refiriera a su reputación profesional.

      —No soy ningún riesgo para tu profesión, te lo prometo.

      Él la miró con seriedad.

      —Además —continuó después de una pausa—, Miles le ha contado a todo el mundo que tal vez haya habido un allanamiento de morada en tu casa, y que tal vez fuera un voyeur. Todo el pueblo está sobre aviso, así que estás más segura.

      Eso tenía sentido. Salvo que ella no le había contado todo lo que había que saber. Si aquello tenía algo que ver con Cameron, se lo contaría aquel sábado. O después del sábado. La semana siguiente, sin duda.

      —Siento que tu familia esté tan preocupada —le dijo él con un suspiro—. Le expliqué a tu hermano que seguramente es un delito de oportunidad, y que el delincuente no tuvo éxito.

      —Sí.

      Él la miró de nuevo, y Molly volvió la cara hacia la ventanilla.

      —¿Por qué tendré la sensación de que me estás ocultando algo importante?

      Pese a que pudiera parecer lo contrario, a ella nunca se le había dado bien mentir, así que se rindió ante lo inevitable y volvió a mirarlo.

      —Ayer me acerqué a The Bar para recoger mi coche, y no arrancaba.

      —Sí, lo vi en el garaje. Me imaginé que era un problema del motor.

      —No. Lori me ha llamado esta mañana. No era la batería, ni el arranque, ni el motor. Alguien cortó el sistema eléctrico. Y sabotearon los frenos.

      —¿Cómo?

      —Lori no estaba segura de si querían estropear ambas cosas, o no sabían lo que hacían.

      —¿Me estás diciendo que alguien quería que te quedaras sin frenos?

      —No lo sé.

      —¿Por qué no me has llamado? —le preguntó él con la voz ronca.

      —Al principio… tenía la sensación de que solo era una broma pesada. No tiene sentido.

      —Alguien quiere asustarte o hacerte daño, Molly. ¿Por qué?

      —No lo sé.

      —Tienes que tener alguna idea.

      Sí, la tenía, pero la había descartado. No era idiota. Se había pasado toda la mañana llamando a los chicos de Cameron, intimidándolos. Y nadie le había parecido culpable. Ni lo más mínimo.

      Incluso se había derrumbado y había llamado al teniente de Cameron. El hombre apenas había tolerado la llamada, pero después de recibir el consentimiento de un encantador Cameron, le había dado los detalles del horario de la semana anterior de su subordinado. Era imposible que hubiera tenido cuatro horas para ir a Tumble Creek, sabotear su coche, espiarla, entrar en su casa y volver a Denver. Estaba trabajando una hora después de que ella hubiera encontrado abierta la puerta trasera de su casa.

      —Mierda —gruñó Ben. Tomó su teléfono, marcó un número y esperó. No hubo respuesta, y él soltó otro juramento. Molly oyó el débil sonido de la voz del contestador automático de Lori, que pedía que dejaran un mensaje—. Lori —dijo él—. Voy a ir a tu garaje mañana a primera hora para inspeccionar el coche de Molly. Mientras, no lo toques —le ordenó. Después añadió—: Y no puedo creerme que no me hayas llamado.

      Colgó y arrojó el teléfono al salpicadero.

      —Y tú.

      Molly se encogió al sentir su furia.

      —Tú vas a decirme ahora mismo quién puede querer hacerte daño.

      —¡No lo sé! ¡Te lo prometo! Cuando vivía en Denver nunca me sucedió nada por el estilo. Es alguien de Tumble Creek, o alguien que tiene algo que ver con el pueblo.

      —¿Como quién? Yo no recuerdo que tú tuvieras enemigos en el instituto, ni fuera de él.

      —No llamaba la atención.

      Ben agitó la cabeza. Tenía los nudillos blancos de apretar el volante.

      —No СКАЧАТЬ