Sigmund Freud: Obras Completas. Sigmund Freud
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Название: Sigmund Freud: Obras Completas

Автор: Sigmund Freud

Издательство: Ingram

Жанр: Зарубежная психология

Серия: biblioteca iberica

isbn: 9789176377437

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СКАЧАТЬ que para la explicación de la neurosis histérica es preciso recurrir a la Psicología. En nuestra Memoria preliminar sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos hemos seguido Breuer y yo su ejemplo. En esta Memoria demostramos que los síntomas permanentes de la histeria llamada no traumática se explican (excepción hecha de los estigmas) por el mismo mecanismo que Charcot ha reconocido en las parálisis traumáticas. Pero exponemos también la razón por la cual estos síntomas persisten y pueden ser curados por medio de un procedimiento especial de psicoterapia hipnótica. Todo suceso, toda impresión psíquica, se hallan provistos de un cierto valor afectivo, del cual se libertó el yo, bien por medio de una reacción motriz, bien mediante una labor psíquica asociativa. Si el individuo no puede o no quiere poner en práctica estos medios, el recuerdo de la impresión de que se trate adquirirá la importancia de un trauma y se constituirá en causa de síntomas permanentes de histeria. La imposibilidad de la eliminación se impone cuando la impresión permanece en lo subconsciente. Esta es la teoría a la que hemos dado el nombre de «derivación por reacción de los incrementos de estímulo».

      En resumen: de acuerdo con la opinión general que sobre la histeria hemos formado, según las enseñanzas de Charcot, hemos de aceptar que la lesión existente en las parálisis histéricas no consiste sino en la inaccesibilidad de la concepción del órgano o de la función para las asociaciones del yo consciente; que esta alteración, puramente funcional (con integridad de la concepción misma), es causada por la permanencia de esta concepción en una asociación subconsciente con el recuerdo del trauma, y que esta concepción no se liberta y hace accesible en tanto que el valor afectivo del trauma psíquico no ha sido eliminado por medio de la reacción motriz adecuada o del trabajo psíquico consciente. De todos modos, aunque este mecanismo no tenga afecto y sea siempre necesaria para la parálisis histérica una idea autosugestiva directa, como en los casos traumáticos de Charcot, habremos conseguido mostrar de qué naturaleza debería ser en la parálisis histérica la lesión, o más bien la alteración, para explicar sus diferencias con la parálisis orgánica cerebral.

      R

       «Quelques considérations pour une étude comparative des paralysies motrices organiques et hystériques», en francés el original. [Anch. Neurol., 26 (77), 29-43.]

      Haremos observar, de pasada, que aquel importante carácter de la parálisis de la pierna, que Charcot hizo resaltar después de Todd, esto es, el de que el histérico arrastra la pierna como una masa inerte en lugar de ejecutar la circunducción con la cadera que realiza el hemipléjico ordinario, se explica fácilmente por la propiedad antes mencionada de la neurosis. En la hemiplejía orgánica, la parte central de la extremidad se halla siempre algo indemne; el enfermo puede mover la cadera y utiliza esta posibilidad para aquel movimiento de circunducción que hace avanzar la pierna. En la histeria, la parte central (la cadera) no goza de este privilegio; su parálisis es tan completa como la de la parte periférica y, en consecuencia, la pierna tiene que ser arrastrada en su totalidad.

      Véase Estudios sobre la histeria, en estas Obras Completas.

      Y ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LA GÉNESIS DE SÍNTOMAS HISTÉRICOS POR «VOLUNTAD CONTRARIA»

      1892-1893

      ME decido a publicar aquí la historia de una curación obtenida mediante la sugestión hipnótica por tratarse de un caso al que una serie de circunstancias accesorias de mayor transparencia y fuerza probatoria de las que suelen entrañar la mayoría de nuestros resultados terapéuticos de este orden.

      La mujer a la cual me fue dado auxiliar así, en un momento muy importante de su existencia, me era conocida desde muchos años atrás, y permaneció luego varios otros sometida de mi observación. La perturbación de la cual le libertó la sugestión hipnótica había ya surgido una vez con anterioridad, siendo ineficazmente combatida e imponiendo a la sujeto una penosa renuncia, que la segunda vez logré evitarle con mis auxilios. Todavía, un año después, volvió a presentarse, por vez tercera, la dicha perturbación, para ser de nuevo suprimida con iguales medios, pero ahora ya de un modo definitivo, no volviendo a atormentar a la sujeto en todo el tiempo que hubo de ejercer la función sobre la cual recaía. Además, creo haber conseguido en este caso descubrir el sencillo mecanismo de la perturbación y relacionarlo con procesos análogos del campo de la neuropatología.

      Trátase, para no continuar hablando en adivinanzas, de un caso en el que una madre se vio imposibilitada de amamantar a su hijo recién nacido hasta la intervención de la sugestión hipnótica, y en el cual lo sucedido después de un parto anterior y otro posterior permitió una comprobación, sólo raras veces posible, del resultado terapéutico.

      El sujeto del historial clínico que sigue es una mujer joven, entre los veinte y los treinta años, a la que casualmente trataba yo desde sus años infantiles, y que por sus excelentes cualidades, su serena reflexión y su naturalidad, no había dado jamás, ni tampoco a su médico de cabecera, una impresión de nerviosismo. Teniendo en cuenta los sucesos que a continuación me propongo relatar, hemos de considerarla, siguiendo la feliz expresión de Charcot, como una hystérique d’occasion categoría perfectamente compatible con las mejores cualidades y una intacta salud nerviosa en todo otro punto. De su familia conozco a su madre, mujer nada nerviosa, y a una hermana menor, muy semejante a ella y perfectamente sana. En cambio, un hermano suyo padeció una neurastenia juvenil, que echó por tierra todos sus planes para lo futuro. La etiología y el curso de esta enfermedad, cuyo desarrollo, muy parecido siempre, tengo todos los años repetidas ocasiones de observar, me son bien conocidos. La buena constitución primitiva del sujeto pereció asaltada por las corrientes dificultades sexuales puberales, el trabajo excesivo de los años de estudios y su intensificación al llegar el examen final, una gonorrea y, enlazada a ella, la súbita explosión de una dispepsia, acompañada de un tenaz estreñimiento, de intensidad casi increíble, que meses después desapareció, siendo sustituido por pesadez de cabeza, mal humor e incapacidad para el trabajo. A partir de este momento se desarrolló una alteración del carácter del sujeto, que le convirtió en constante tormento de su familia. No me es posible decir, de momento, si esta forma de la neurastenia puede o no adquirirse en su totalidad. Así, pues, y teniendo, además, en cuenta que no conozco a los restantes parientes de mi enferma, dejaré indecisa la cuestión de si hemos de suponer en su familia una disposición hereditaria a las neurosis.

      Al nacimiento de su primer hijo había tenido la paciente intención de criarlo sin auxilio ninguno ajeno. El parto no fue más difícil de lo habitual en las primerizas, terminando con una leve aplicación de fórceps. Pero la madre no consiguió, a pesar de su excelente constitución física, su ilusión de ser una buena nodriza. Tenía poca leche, sentía intensos dolores al dar el pecho al niño. Perdió el apetito, tomó repugnancia a la comida y pasaba las noches insomne y excitada. De este modo, y para no poner en grave peligro la salud del niño y la suya propia, hubo necesidad de declarar fracasada la tentativa, a los catorce días, y buscar un ama, desapareciendo enseguida todas las molestias de la madre. Haré constar que de esta primera tentativa de lactancia no puedo informar como médico ni como testigo.

      Tres años después tuvo la sujeto su segundo hijo, y también por circunstancias exteriores resultaba deseable evitar la lactancia mercenaria. Pero los esfuerzos de la madre en este sentido parecieron tener aún menos éxito y provocar fenómenos más penosos que la vez primera. La joven madre vomitaba todo alimento, no dormía y se manifestaba tan deprimida por su incapacidad, que los dos médicos de la familia, los acreditados doctores Breuer y Lott, se opusieron a toda continuación de la tentativa, aconsejando como último medio experimentable la sugestión hipnótica. De este modo, el cuarto día, por la tarde, fui llamado a la cabecera de la enferma.

      A mi llegada, la encontré en la cama, con las mejillas muy arrebatadas y furiosa por su incapacidad para criar al niño incapacidad que crecía a СКАЧАТЬ