Название: Sigmund Freud: Obras Completas
Автор: Sigmund Freud
Издательство: Ingram
Жанр: Зарубежная психология
Серия: biblioteca iberica
isbn: 9789176377437
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Seguramente es necesario tener en cuenta la naturaleza de la lesión para obtener esta espinosa explicación. En las parálisis orgánicas, la naturaleza de la lesión desempeña un papel secundario, siendo más bien la extensión y la localización de la lesión las que en las condiciones estructurales dadas del sistema nervioso producen los caracteres antes indicados de la parálisis orgánica. ¿Cuál podrá ser en la parálisis histérica la naturaleza de la lesión que por sí sola domina la situación, independientemente de la localización de la extensión de la lesión y de la anatomía del sistema nervioso?
Charcot afirma repetidamente que se trata de una lesión cortical, pero puramente dinámica o funcional.
Es ésta una tesis de la que se comprende bien el lado negativo. Equivale a afirmar que en la autopsia no se hallará modificación alguna apreciable en los tejidos. Pero desde un punto de vista más positivo, su interpretación está muy lejos de hallarse exenta de equívocos. ¿Qué es, en efecto, una lesión dinámica? Estoy seguro que muchos lectores de Charcot creen que la lesión dinámica es desde luego una lesión, pero una lesión de la cual no se encuentra en el cadáver huella alguna, como un edema, una anemia o una hiperemia activa. Pero tales lesiones existen y son verdaderas lesiones orgánicas, aunque no persistan después de la muerte y sean ligeras y fugaces. Es necesario que las parálisis producidas por lesiones de este orden compartan en todo los caracteres de la parálisis orgánica. El edema y la anemia no podrían, mejor que la hemorragia y el reblandecimiento, producir la disociación y la intensidad de las parálisis histéricas. La única diferencia sería que la parálisis por el edema, por la constricción vascular, etc., debe ser menos duradera que la parálisis por destrucción del tejido nervioso. Todas las demás condiciones les son comunes, y la anatomía del sistema nervioso determinará las propiedades de la parálisis, lo mismo en los casos de anemia fugaz que en los de anemia permanente y definitiva.
No creo que estas observaciones sean del todo gratuitas. Si leemos que «debe de existir una lesión histérica» en tal o cual centro, el mismo cuya lesión orgánica produciría el síndrome orgánico correspondiente, y recordamos que se ha tomado la costumbre de localizar la lesión histérica dinámica del mismo modo que la lesión orgánica, nos inclinaremos a creer que bajo el término de «lesión orgánica» se esconde la idea de una lesión como el edema o la anemia, que son realmente afecciones orgánicas pasajeras. Por el contrario, afirmo yo que la lesión de las parálisis histéricas debe ser completamente independiente de la anatomía del sistema nervioso, puesto que la histeria se comporta en sus parálisis y demás manifestaciones como si la anatomía no existiese o como si no tuviese ningún conocimiento de ella.
Muchos de los caracteres de las parálisis histéricas justifican en verdad esta afirmación. La histeria ignora la distribución de los nervios, y de este modo no simula las parálisis periférico-espinales o de proyección. No conoce el quiasma de los nervios ópticos, y, por tanto no produce la hemianopsia. Toma los órganos en el sentido vulgar, popular del nombre que llevan: la pierna es la pierna hasta la inserción de la cadera, y el brazo es la extremidad superior tal y como se dibuja bajo los vestidos. No hay razón para unir a la parálisis del brazo la parálisis del rostro. El histérico que no sabe hablar carece de motivo para olvidar la inteligencia del lenguaje, puesto que la afasia motriz y la sordera verbal no poseen afinidad ninguna para la noción popular, etc. No puedo sino asociarme plenamente en este punto a la opinión que Janet ha expuesto en los últimos números de los Archivos de Neurología. Las parálisis histéricas la demuestran tan bien como las anestesias y los síntomas psíquicos.
IV
INTENTARÉ, por último, exponer cómo podría ser la lesión causa de las parálisis histéricas. No quiere esto decir que vaya a mostrar cómo de hecho es tal lesión. Trátase tan sólo de indicar la trayectoria mental, susceptible de conducir a una concepción que no contraiga las propiedades de la parálisis histérica, en cuanto difiere de la parálisis orgánica cerebral.
Tomaremos los términos «lesión funcional o dinámica» en su sentido propio de «alteración de una función o de un dinamismo», o alteración de una propiedad funcional. Una tal alteración sería, por ejemplo, la disminución de la excitabilidad o de una cualidad fisiológica, que en estado normal permanecen constantes o varían dentro de límites determinados.
Se nos dirá quizá que nada nos impide considerar la alteración funcional como uno de los aspectos de la alteración orgánica. Así, una anemia pasajera del tejido nervioso disminuirá su excitabilidad.
Mas, por nuestra parte, intentaremos demostrar que puede haber alteración funcional sin lesión orgánica concomitante, o, por lo menos, sin lesión reconocible, aun por medio del más sutil análisis. O dicho de otro modo: intentaremos dar un ejemplo apropiado de una alteración funcional primitiva. No pedimos para hacerlo más que el permiso de pasar al terreno de la Psicología, imposible de eludir cuando de la histeria se trata.
Con Janet, afirmamos que en las parálisis histéricas, como en las anestesias, es la concepción vulgar, popular, de los órganos y del cuerpo en general la que entra en juego. Esta concepción no se funda en un conocimiento profundo de la anatomía nerviosa, sino en nuestras percepciones táctiles y, sobre todo, visuales. Si tal concepción es la que determina los caracteres de la parálisis histérica, esta última deberá mostrarse ignorante de toda noción de la anatomía del sistema nervioso e independiente de ella. La lesión de la parálisis histérica será, pues, una alteración, por ejemplo, de la concepción o idea del brazo. Pero, ¿de qué clase es esta alteración para producir la parálisis?
Considerada psicológicamente, la parálisis del brazo consiste en que la concepción del brazo queda imposibilitada de entrar en asociación con las demás ideas que constituyen el yo, del cual el cuerpo del individuo forma una parte importante. La lesión sería, pues, la abolición de la accesibilidad asociativa de la concepción del brazo. El brazo se comporta como si no existiese para el juego de las asociaciones. Seguramente, si las condiciones materiales que corresponden a la concepción del brazo se encuentran profundamente alteradas, tal concepción se perderá también, pero habremos de demostrar que puede ser inaccesible sin hallarse destruida y sin que su substrato material (el tejido nervioso de la región correspondiente de la corteza) se halle lesionado.
Comenzaremos por algunos ejemplos tomados de la vida social. Conocida es la historia cómica del súbdito entusiasta que juró no volver a lavarse la mano que su rey se había dignado estrechar. La relación de su mano con la idea del rey parece tan importante a la vista psíquica del individuo, que él mismo rehúsa hacerla entrar en otras relaciones. Al mismo impulso obedecemos nosotros cuando rompemos la copa en la que hemos bebido a la salud de unos recién casados. Asimismo las antiguas tribus salvajes, que con el cadáver de su jefe quemaban su caballo, sus armas e incluso sus mujeres, obedecían a esta idea de que nadie debía tocarlos después de él. El motivo de todos estos actos es bien transparente. El valor afectivo que atribuimos a la primera asociación de un objeto nos impide hacerlo entrar en una nueva asociación con otros, y de este modo hace inaccesible a la asociación la idea de tal objeto.
En los dominios de la psicología de las concepciones sucede algo idéntico. Si la concepción del brazo ha entrado en una asociación de un gran valor afectivo, será inaccesible al libre juego de las demás asociaciones. El brazo quedará paralizado en proporción a la persistencia de dicho valor afectivo o de su disminución por medios psíquicos apropiados. Tal es la solución del problema que antes planteamos, pues en todos los casos de parálisis histérica se comprueba que el órgano paralizado o la función abolida se hallan en una asociación subconsciente, provista de un gran valor afectivo, y se puede demostrar que el brazo queda libre en cuanto dicho valor afectivo es hecho desaparecer. En este punto, la concepción del brazo existe en el substrato material, pero no es accesible a los impulsos y asociaciones conscientes, porque toda su afinidad asociativa se halla integrada en una asociación СКАЧАТЬ