Название: Papel pintado
Автор: Diego Giacomini
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная деловая литература
isbn: 9789505567782
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El Estado y los burócratas tienen este descomunal poder en base al monopolio de la fuerza, de la ley y del castigo del Estado. Los bancos, que son empresas privadas, obtienen este beneficio gracias a un extraordinario privilegio concedido por el Estado: la licencia para crear dinero a través de los sistemas Fiat y de reserva fraccionaria con los que operan. Del otro lado, los agentes privados indefensos. Es un juego de suma cero. Unos pocos ganan a expensas de muchos. Políticos, burócratas y banqueros estafan a los productores privados.
La emisión de este dinero “mágico”, sin respaldo, es una estafa como pocas. Por tres razones: primero, el gobernante falsifica dinero para cobrar impuesto inflacionario, que es el peor impuesto de todos, porque no se puede evadir, lo cual lo convierte en el instrumento más perfecto para que el gobernante expolie la propiedad privada de sus gobernados. Segundo, porque falsificando dinero el gobernante perjudica en mayor medida a los pobres. Tercero, y más grave de todo, la falsificación de dinero distribuye ingresos desde los gobernados hacia el gobierno.
El nuevo dinero fraudulento no tiene función social: solo es ventajoso para unos a expensas de otros. Ganan los que llegan temprano al dinero, pierden los que llegan tarde. ¿Quién llega primero? El burócrata del Estado llega primero al dinero recién emitido. Esto multiplica instantáneamente la cantidad de dinero físico, pero los precios suben un poco más tarde. Los gobiernos inyectan el nuevo dinero fraudulento para pagar sus gastos cuando los precios todavía no han subido, lo cual implica un beneficio neto en favor de los burócratas. Poco después, dado que hay más dinero y es fraudulento porque no tiene respaldo, su poder adquisitivo comienza a deteriorarse. Cada vez se necesita más dinero para adquirir la misma cantidad de bienes y servicios. Los agentes económicos privados, que recibimos el nuevo dinero fraudulento más tarde y cuando los precios ya subieron, perdemos. Claramente, los políticos son los grandes beneficiados por la emisión de dinero fraudulento, mientras que los agentes económicos privados somos los grandes perjudicados.
Si la emisión de dinero fuera fuente de prosperidad real, todos nos dedicaríamos a fabricarlo y todas las monedas serían aceptadas. Pero este mundo de fantasía no existe. La emisión de dinero fraudulento solo trae inflación. Si la falsificación proviniera solo de una banda de rufianes, su daño macroeconómico sería nulo. Pero la falsificación proviene del gobierno, que tiene el monopolio de la emisión. Por eso el daño es incalculable. Esta falsificación es legal y no tiene castigo. El gobierno tiene incentivos para emitir cada vez más. Así, la inflación está condenada a subir. El público se saca de encima el dinero cada vez más rápido, intentando gastarlo antes que pierda su poder adquisitivo, lo cual potencia la inflación.
d) ¿Cómo justifican la estafa?
En la Argentina (y en otras partes del mundo) existe todo un andamiaje educativo tendiente no solo a ocultar toda la realidad que explicamos más arriba, sino también a adoctrinar en el sentido contrario. La educación pública, ya sea de gestión estatal o de gestión privada, busca inculcarnos que la moneda debe ser cien por ciento estatal y monopólica. Se nos adoctrina en la religión del Estado desde pequeños, enseñándonos que los políticos gobiernan para el bienestar general, y que el dinero es algo demasiado importante para ser dejado en manos de los privados. Se nos enseña que el dinero solo puede ser estatal y monopólico porque es soberanía.
Sostener que el dinero estatal y monopólico hace a la soberanía es una de las mentiras más inmorales que escuchamos desde pequeños. Ese dinero es funcional a un Estado más grande y a un negocio mayor para la política y sus burócratas, lo cual implica mayor impuesto inflacionario, más violación a la propiedad privada, menos ahorro, inversión, acumulación de capital, crecimiento y prosperidad. En suma: menos soberanía. Todo lo contrario de lo que nos enseñaron. La soberanía no pasa por tener la cara de San Martín en los billetes, sino por una economía que crece, que ofrece prosperidad y libertad.
También nos mienten cuando nos enseñan que si el dinero no fuera estatal habría menos crédito, subiría la tasa de interés y por ende bajaría la tasa de crecimiento. De acuerdo con este mito, evitar que el BCRA y los bancos creen dinero de la nada hará subir la tasa y lesionará el crecimiento. Pero es una ficción que ante la escasez de ahorro genuino se pueda inventar crédito expandiendo artificialmente la oferta y bajando la tasa. La inversión nunca puede ser mayor que el ahorro voluntario de la sociedad. El ahorro y la inversión siempre terminan siendo idénticos. La inversión está obligada a converger en la cantidad de ahorro genuino que haya, mucho o poco. Cuando los bancos inventan crédito y financian inversión por encima del ahorro existente, los empresarios tienden a invertir mal, en proyectos desproporcionados que tarde o temprano son liquidados, obligando a la inversión a converger en los niveles de ahorro genuino y voluntario que hayan en el sistema.
e) Desarmando el mito
¿Se entiende ya que es mentira que el sistema de encaje fraccionario impulse la inversión y el crecimiento? También es falso que el crédito desaparecería en un sistema monetario en el cual todo el dinero estuviera respaldado al cien por ciento, tanto la base monetaria como los depósitos a la vista. Al contrario, seguiría habiendo crédito, pero esos fondos estarían previamente ahorrados en forma voluntaria por otros agentes económicos; no serían ficticios. Al estar previamente ahorrado, el crédito garantizaría que se mantuvieran coordinadas la oferta y la demanda de bienes presentes y futuros en el mercado, evitando los profundos desajustes que el actual sistema bancario produce y que, en última instancia, generan los booms artificiales, los procesos inflacionarios y las posteriores crisis y recesiones económicas recurrentes.
Bajo un sistema monetario sin dinero “Fiat” y con encajes del 100% se seguiría prestando aquello que se ahorre, pero con la gran diferencia de que lo ahorrado tendería a invertirse de manera proporcionada y correcta. Y si bajo ese sistema hubiese proyectos de inversión o empresariales con dificultades para financiarse, ello demostraría que el sistema goza de salud y genera anticuerpos. Serían esos mismos proyectos que bajo el sistema actual encuentran financiamiento, pero están condenados a quebrar y ser liquidados. Un sistema sin dinero FIAT y con encajes del 100% tiende a bloquear a tiempo los proyectos no rentables.
En cuanto al tipo de interés, también es mentira que si se deja de lado el actual sistema la tasa de interés subirá. ¿Por qué? Porque el tipo de interés depende de las valoraciones subjetivas de preferencia temporal de los agentes económicos, que no tendrían por qué verse alteradas por el hecho de pasar a un sistema monetario, bancario y financiero como el que propongo. Llamémosla, para mayor comodidad, la reforma Giacomini-Milei. Por el contrario, en un sistema como el propuesto por esta reforma, el tipo de interés tiende a ser siempre bajo.
De acuerdo con los lineamientos de la escuela austríaca, la tasa de interés cuenta con tres componentes básicos: i) tasa de preferencia social intertemporal; ii) inflación o deflación esperada; iii) riesgo relativo al negocio y si se quiere, se podría agregar un cuarto; iv) beneficio empresarial puro. Claramente, ninguno de estos componentes es afectado hacia la suba por el establecimiento de un sistema de encaje del 100%. De nuevo: es falso que nuestra propuesta incremente la tasa de interés.
Al contrario: en el caso de Argentina, en particular, la reforma Giacomini-Milei conduciría a una baja de la tasa de interés. ¿Por qué? Porque al quitarle financiamiento al estado, obliga a una disminución de su tamaño y a la consecuente desaparición del déficit fiscal. Menor Estado y desaparición del déficit fiscal significan más ahorro, lo cual implica una baja de la tasa de preferencia social intertemporal y reduce el primer componente de la tasa de interés. Paralelamente, con nuestra reforma el poder adquisitivo del dinero no solo dejaría de caer, sino que incluso podría aumentar, con lo cual el segundo componente de la tasa de interés también se СКАЧАТЬ