Manual ACSM para el entrenador personal (Color). American College of Sports Medicine
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Manual ACSM para el entrenador personal (Color) - American College of Sports Medicine страница 39

СКАЧАТЬ Mala alineación de la extremidad inferior (p. ej., anomalías del ángulo Q, pies planos).

      • Diferente longitud de las extremidades.

      • Desequilibrio y debilidad musculares.

      • Falta de flexibilidad.

      • Lesión previa.

      • Propiocepción inadecuada.

      • Inestabilidad articular.

      • Problemas en la superficie de juego y el equipo.

      • Leve predominio en mujeres (en especial de los problemas femororrotulianos).

      Los esguinces y desgarros de ligamentos de la rodilla son habituales, especialmente en deportistas. Debido a su estructura y a sus puntos de inserción, el ligamento cruzado anterior se lesiona con más frecuencia que el posterior. Habitualmente, el ligamento cruzado anterior sufre una lesión cuando la rotación externa de la tibia se asocia a una fuerza en valgo sobre la rodilla (p. ej., ejerciendo fuerza directa en la parte lateral de la rodilla o al apoyar la planta del pie en el suelo y girar la rodilla simultáneamente) (3).

      También son especialmente comunes, sobre todo en deportistas, las lesiones de los meniscos. El menisco medial o interno se rompe con mayor frecuencia que el lateral o externo, debido, en parte, a su inserción en el ligamento colateral medial. Los meniscos están poco inervados y son relativamente avasculares. En consecuencia, no son muy sensibles al dolor y tardan en sanar después de una lesión. La llamada «tríada desgraciada» es una lesión traumática deportiva en la que el ligamento cruzado anterior, el ligamento colateral medial y el menisco medial se lesionan simultáneamente (4).

      El síndrome de dolor femororrotuliano es un trastorno frecuente en deportistas jóvenes (sobre todo, mujeres), que produce dolor en la rodilla anterior. A menudo este síndrome es provocado por una línea de tracción de la rótula descentrada, que irrita las superficies articulares y el retináculo rotuliano (40). Esta tracción anómala puede ser consecuencia de una deficiencia en el equilibrio muscular durante la extensión de la rodilla (24), y de tensiones en varo y en valgo excesivas por presencia de un ángulo Q fuera del intervalo normal de entre 13 y 18°.

       TOBILLO Y PIE

      Los tobillos y los pies son responsables de la carga de peso y de la deambulación. La función y la mecánica apropiadas de tobillos y pies resultan esenciales en la mayoría de los deportes y en la realización de actividades de la vida diaria. Las anomalías leves de pies y tobillos (p. ej., desequilibrio muscular, disfunción propioceptiva y alteraciones estructurales) se transmiten a través de la cadena cinética a la mayor parte de las articulaciones situadas por encima de ellos en el cuerpo (4). Así pues, los problemas de rodilla, cadera, zona lumbar de la espalda, cuello, hombro, alineación corporal y postura en ocasiones se relacionan con tobillos o pies disfuncionales. La presente sección se centra en la anatomía funcional del tobillo. Para profundizar sobre la anatomía funcional intrínseca del pie, se remite al lector a otras fuentes (1,16,28,29,31).

       Estructura

      Huesos El pie tiene 26 huesos articulados distribuidos en tres unidades funcionales: la anterior (antepié), la media (mesopié) y la posterior (retropié) (fig. 3.40). El antepié contiene los cinco metatarsianos (uno por cada dedo) y 14 falanges (en los dedos de los pies), tres en los dedos comprendidos entre el segundo y el quinto y dos en el dedo gordo. El mesopié lo forman los cinco huesos tarsianos: el navicular, el cuboides y los tres cuneiformes. Por su parte, el retropié está formado por el astrágalo y el calcáneo. La cúpula del astrágalo se articula con la tibia distal y el peroné, y conforma la unión entre la pierna y el pie en la articulación del tobillo o supraastragalina. El tobillo está formado por la unión fibrosa de la tibia distal, el maléolo medial de la tibia y el maléolo lateral del peroné (7). El astrágalo se sitúa por encima del calcáneo, entre los maléolos de la tibia y el peroné. La mayor parte del calcáneo conforma la proyección posterior del talón. En el calcáneo se ubican importantes puntos de inserción para los músculos flexores plantares del tobillo.

      FIGURA 3.40. Huesos de las regiones del tobillo y el pie. A. Vista lateral. B. Vista medial. Tomado de Moore KL, Dalley AF II. Clinical Oriented Anatomy. 4th ed. Baltimore, MD: Lippincott Williams & Wilkins; 1999, con autorización.

      Ligamentos En la región del tobillo y el pie hay unos 100 ligamentos (fig. 3.41). En la parte lateral del tobillo, los principales ligamentos son los peroneoastragalinos anterior y posterior, y el calcaneoperoneo. El complejo del ligamento deltoideo se localiza en el tobillo medial y comprende los ligamentos tibiocalcáneo, tibioastragalinos anterior y posterior y tibionavicular. El ligamento calcaneonavicular plantar (ligamento del salto) da soporte al astrágalo y mantiene el arco longitudinal (36).

      En la cara plantar del pie hay dos arcos que dan al pie su forma y distribuyen el peso del cuerpo desde el astrágalo al pie en las diferentes condiciones de carga (3). Los diversos ligamentos y huesos proporcionan el soporte primario de los arcos, mientras que los músculos aportan el secundario. El arco longitudinal se extiende desde la tuberosidad del calcáneo hasta los cinco metatarsianos, en tanto que el arco transversal se extiende atravesando la región mediotarsiana, del borde medial al lateral. La fascia plantar, o aponeurosis plantar, está formada por tejido conjuntivo fibroso resistente que da soporte al arco longitudinal. La fascia plantar actúa como extensión del tendón calcáneo (de Aquiles) de los músculos flexores plantares. Durante la fase de carga de peso de la marcha, la fascia plantar actúa a modo de muelle, con el fin de almacenar una energía mecánica que es posteriormente liberada durante la elevación del pie (38).

      Articulaciones El tobillo es una articulación sinovial de tipo bisagra (gínglimo), situada entre la tibia distal y el peroné y la cúpula del astrágalo. Una sindesmosis fibrosa tensa entre la tibia y el peroné une los extremos distales de los huesos y forma una «mortaja maleolar» en la que se ajusta la tróclea o «cúpula» del astrágalo. La articulación subastragalina es una articulación sinovial plana situada entre el astrágalo y el calcáneo. Entre los huesos del tarso existen otras muchas articulaciones, que permiten diferentes grados y tipos de movimientos. También se diferencian las articulaciones tarsometatarsianas, intermetatarsianas, metatarsofalángicas e interfalángicas (36).

      FIGURA 3.41. Ligamentos de la región del tobillo y el pie. A. Vista lateral. B. Vista medial. Tomado de Cipriano J. Photographic Manual of Regional Orthopaedic and Neurological Tests. 2nd ed. Baltimore, MD: Lippincott Williams & Wilkins; 1991, con autorización.

       Movimientos

      La articulación del tobillo permite entre 15 y 20° de dorsiflexión y 50° de flexión plantar en el plano sagital, en tanto que la subastragalina admite entre 20 y 30° de inversión y entre 5 y 15° de eversión en el plano frontal. Por su parte, las articulaciones mediotarsiana y tarsometatarsiana permiten movimientos de deslizamiento. Las articulaciones metatarsofalángica e interfalángica hacen posible, fundamentalmente, la flexión y la extensión de los dedos en el plano sagital. La pronación y la supinación son movimientos de combinación en el tobillo y el pie, que hacen que el pie pueda mantenerse en contacto con el suelo en diversas posturas o sobre terrenos irregulares. La pronación es una combinación de dorsiflexión del tobillo, СКАЧАТЬ