El ayuno como estilo de vida. Dr. Jason Fung
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Название: El ayuno como estilo de vida

Автор: Dr. Jason Fung

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия:

isbn: 9788418000997

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СКАЧАТЬ el ayuno. Si mantienes la TMB durante la pérdida de peso en lugar de quemar quinientas calorías menos al día, esta es una gran ventaja.

      Por lo tanto, la clave para la ecuación del equilibrio energético en cuanto a las calorías entrantes y salientes no es la cantidad de calorías que comemos ni el ejercicio que hacemos; esto es prácticamente irrelevante. La clave es controlar el hambre y mantener la tasa metabólica basal. Con esta finalidad, debemos comer alimentos que incrementen las hormonas de la saciedad y mantengan baja la insulina (la hormona que almacena la grasa). El ayuno proporciona los cambios hormonales necesarios para perder peso con éxito a largo plazo. El hambre disminuye a la vez que la TMB se mantiene. Y ¿sabes qué? El ayuno se ha utilizado durante miles de años, durante los cuales la obesidad no ha sido más que una pequeña nota en el panteón de las enfermedades humanas.

      MEGAN RAMOS

      Cuando pienso en todos los clientes que he conocido a lo largo de los años, ni siquiera puedo contar la cantidad de problemas de salud con los que los ha ayudado el ayuno. La diabetes y la obesidad (o el sobrepeso) son los dos más evidentes, pero también pienso en una mujer llamada Marta, que tenía acné, el síndrome del ovario poliquístico, dolor en las articulaciones, asma, alergias, una enfermedad de la vesícula biliar, el síndrome de las piernas inquietas, cambios de humor, hipoglucemia reactiva, fatiga, acidez estomacal, la enfermedad de Hashimoto y apnea del sueño, además de tener sobrepeso y haber recibido la desoladora noticia de que sufría diabetes tipo 2. Hasta que empezó a tener éxito con el ayuno, Marta no supo que todas estas afecciones pueden estar relacionadas, o que el ayuno puede arreglarlas, como ocurrió en su caso.

      Y ¿qué ocurre con las enfermedades más graves, como el cáncer o el alzhéimer, que Marta podría haber padecido en el futuro si hubiese continuado con su estilo de vida no saludable? Actualmente contamos con estudios científicos fiables y convincentes que demuestran que la ciencia que hay detrás del ayuno no termina con la obesidad, la diabetes y la regulación del azúcar sanguíneo. El ayuno es un estilo de vida que puede prevenir una serie de afecciones crónicas que parecen no tener nada que ver con la comida que nos metemos en la boca. El ayuno puede tener beneficios significativos para el cerebro, para el estado de ánimo, en el riesgo de padecer cáncer, etc.

      El cerebro es un órgano extraordinario, complejo y resiliente, y no se ve afectado negativamente por el ayuno. Por lo tanto, si te preocupa que el ayuno te vuelva lento a la hora de pensar, te embote el cerebro o te induzca niebla mental, deja de preocuparte.

      El ayuno puede incluso ayudar a tu cerebro. Digo «puede» porque, desafortunadamente, no existen estudios fidedignos sobre el impacto del ayuno en este órgano. De todos modos, dos estudios realizados con sujetos humanos, uno que midió la actividad cerebral después de un ayuno de veinticuatro horas y otro que la midió después de dos días de ayuno, establecieron que el tiempo de reacción, la memoria y el funcionamiento general del cerebro no se vieron afectados por el ayuno; tampoco se vio afectado el estado de ánimo. Y en un estudio realizado con ratas que fueron sometidas a ayuno, esos mamíferos mejoraron su puntuación en cuanto a la coordinación motora, la cognición, el aprendizaje y la memoria. Además, mostraron una mayor conectividad cerebral y se observó el crecimiento de neuronas nuevas. Sé que las ratas no son humanos, pero estos resultados son coherentes con lo que dicen muchos de mis clientes: que el ayuno les permite gozar de mayor claridad mental.

      La evolución también proporciona algunas pistas sobre la forma en que el ayuno puede ayudar al cerebro. Durante los tiempos de restricción calórica importante, los órganos de muchos mamíferos se encogen para sobrevivir. Pero hay dos excepciones: el cerebro y los testículos. Evidentemente, los testículos conservan el mismo tamaño para que los machos de la especie puedan seguir intentando aparearse, pero ¿qué pasa con el cerebro? Piensa en cómo te sentirías si estuvieras pasando hambre. Querrías gozar de claridad mental y capacidad de concentración para poder buscar comida, ¿verdad? La mayoría de los mamíferos gozan de estas capacidades en estos casos. Por el contrario, cuando comemos demasiado, podemos experimentar confusión mental, o lo que se conoce como coma alimenticio. Piensa en cómo te sientes después de una gran comida de Navidad: letárgico, embotado y capaz de concentrarte solamente en la idea de hacer una siesta.

      Las investigaciones más alentadoras que he visto son los estudios realizados con animales que muestran que las ratas que ­fueron sometidas a ayunos mostraron menos síntomas en modelos de las enfermedades de Alzheimer, Huntington y Parkinson. El ayuno induce la autofagia (un proceso celular que ayuda al cuerpo a desprenderse de las partes celulares viejas o dañadas) y, en estos estudios, las ratas que estaban en ayunas mostraron una disminución de la acumulación proteínica que es un sello distintivo del alzhéimer. ¿Te imaginas que el ayuno pudiese prevenir, tratar o incluso revertir estas desgarradoras enfermedades neurológicas degenerativas? Se podrían salvar vidas, se reduciría el sufrimiento y ahorraríamos decenas de miles de millones de dólares en costes de atención ­sanitaria.

      El cáncer es la segunda causa de muerte en el mundo; mata a unos diez millones de personas cada año. Una de cada seis morirá víctima de esta enfermedad. Muchos cánceres se desarrollan debido a factores genéticos, una exposición tóxica involuntaria, virus o alguna otra causa, a menudo desconocida. En su mayor parte, estos casos desafortunados son difíciles de prevenir. Pero hay estudios prometedores que muestran que cánceres que antes se consideraban inevitables pueden prevenirse, en cierta medida, mediante el ayuno.

      Una de las claves de estos hallazgos, como en el caso de la diabetes tipo 2 y la obesidad, es la insulina. Si extraemos células de cáncer de mama del tejido, es muy sencillo cultivarlas en un laboratorio. Si les añadimos glucosa, el factor de crecimiento epidérmico e insulina, se multiplican con rapidez. Si a continuación les quitamos la insulina, mueren. Déjame repetirlo: las células de cáncer de mama proliferan con altos niveles de insulina y mueren sin ella. Y ¿qué reduce los niveles de insulina? El ayuno.

      El segundo factor vinculado con el cáncer que es reversible es la obesidad. Un estudio de 2003 publicado por la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer destacó los hallazgos obtenidos al hacer el seguimiento a 900.000 hombres y mujeres estadounidenses. Entre 1982 y 1998, se entró en contacto con estas personas cada pocos años y se midió su IMC (índice de masa corporal) en esas ocasiones. También se tomó nota de las que habían muerto y las causas de los fallecimientos. Ninguna de esas personas padecía cáncer al comienzo del estudio, pero dieciséis años después, algo más de 57.000 habían muerto de esa enfermedad. Sorprendentemente, la tasa de mortalidad debida al conjunto de todos los cánceres fue un 52 % más alta entre los hombres y un 62 % más alta entre las mujeres cuyo IMC era superior a 40. El IMC estaba asociado con la muerte por cáncer de esófago, de colon, de recto, de hígado, de vesícula biliar, de mama, de estómago, de próstata, de útero, de ovario, pancreático, renal, cervical, el linfoma no Hodgkin y el mieloma múltiple. Los investigadores concluyeron que el sobrepeso y la obesidad son responsables del 14 % de todas las muertes por cáncer entre los hombres y el 20 % entre las mujeres. Las pruebas eran claras: la obesidad es un factor de riesgo importante en cuanto al cáncer. Y ¿qué nos ayuda a perder peso? El ayuno.

      Finalmente, la autofagia puede ralentizar el crecimiento de los tumores cancerosos o prevenir la aparición del cáncer, un hallazgo que sorprendió a los científicos, que anteriormente habían creído que la autofagia incrementaba el desarrollo del cáncer. Un estudio de 2019 publicado en la revista Nature concluyó que la autofagia desempeñaba un papel importante en la eliminación de ciertas células vinculadas al cáncer. Cuando se detiene la autofagia, estas células dañinas pueden continuar reproduciéndose, lo cual alimenta el desarrollo del cáncer. Y ¿qué causa la autofagia? Una vez más, el ayuno.

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