Название: El ayuno como estilo de vida
Автор: Dr. Jason Fung
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
isbn: 9788418000997
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El factor que tienen en común estas afecciones es que en todas ellas los niveles de insulina son demasiado elevados. Cuando la insulina está demasiado alta durante demasiado tiempo, el cuerpo almacena más grasa corporal de la necesaria. Las células se sobrecargan de glucosa y se vuelven resistentes a la insulina. La glucosa sanguínea ya no puede entrar en las células y los niveles de glucosa en sangre se elevan. Esta es la enfermedad conocida como diabetes tipo 2. Cuando el hígado está sobrecargado de glucosa, el exceso de azúcar se almacena como grasa y aparece la esteatosis hepática (enfermedad del hígado graso). Intentando librarse de toda esta grasa extra, el hígado exporta la glucosa a la sangre, lo que hace que aumenten los niveles de triglicéridos en la sangre y disminuyan los de HDL. En resumen: el exceso de insulina causa una serie de problemas que se suceden, uno por uno, igual que caen las fichas de dominó dispuestas en una hilera.
Puesto que el síndrome metabólico es una enfermedad vinculada al exceso de insulina, reducir los niveles de esta hormona es fundamental para acabar con él. Los carbohidratos refinados son el factor que más hace subir la insulina, por lo que una buena forma de empezar es llevar una dieta baja en carbohidratos refinados y azúcar. Ahora bien, debido a que todos los alimentos contienen una mezcla de proteínas, carbohidratos y grasas, el nivel de insulina se elevará un poco aunque solo se coman alimentos saludables. Esta es la razón por la que el ayuno es tan efectivo para tratar el síndrome metabólico. Cuando nos abstenemos de comer, los niveles de insulina descienden y permanecen más bajos.
Claramente, el ayuno ayuda a estabilizar el azúcar en sangre. Pero gozar de unos niveles de azúcar en sangre estables no es más que uno de los muchos beneficios de llevar un estilo de vida centrado en el ayuno. Como no tardaremos en ver, el ayuno puede obrar maravillas tanto para la mente como para el cuerpo.
CAPÍTUO 2
Más allá de los
aspectos científicos
Los beneficios mentales y emocionales del ayuno
MEGAN RAMOS
Es lógico suponer que si no estás gordo, enfermo, sobremedicado y exhausto (todas las situaciones que el ayuno puede aliviar y resolver), serás una persona más feliz. Esto es lo que han experimentado miles de clientes a quienes he atendido a lo largo de los años. A medida que pierden peso, toman menos medicamentos y sufren menos síntomas dolorosos, su estado de ánimo mejora. Dejan de estar deprimidos. No se pelean tanto con su cónyuge. Empiezan a realizar actividades que les gustan.
Aunque solo quieras perder un par de kilos, cinco o diez, o aunque tus problemas de salud sean mínimos, el ayuno también te puede cambiar la vida. Me viene a la memoria un cliente de sesenta y siete años que tuve, Paul. Paul comenzó a ayunar para apoyar a su esposa, que tenía un sobrepeso extremo y a quien acababan de diagnosticarle una diabetes tipo 2 «justita» (casi prediabetes). A diferencia de su mujer, Paul no estaba aquejado por problemas de salud, y pensaba que los nueve kilos que le sobraban eran una consecuencia natural del envejecimiento. Pero para acompañar a su mujer, dejó de picar entre horas y se saltó algunas comidas a la semana. Al cabo de algunos meses, había perdido todo su peso extra. Y no solo eso, sino que pasó a sentirse estupendamente bien, tanto desde el punto de vista físico como emocional.
Las propiedades estabilizadoras del estado de ánimo que tiene el ayuno no son meramente anecdóticas. Un estudio de 2016 publicado en la revista Frontiers in Nutrition midió los efectos de un ayuno de dieciocho horas en cincuenta y dos mujeres cuya edad promedio era de veinticinco años. El estudio buscó si se producían cambios en el estado de ánimo, la irritabilidad, las sensaciones de logro y satisfacción, el orgullo y el control. El estudio concluyó que, si bien al final de las dieciocho horas las mujeres se sentían más irritables que antes del comienzo del período de ayuno, experimentaban, en general, una sensación significativamente mayor de satisfacción, logro y orgullo.
Estos hallazgos concuerdan con mis observaciones clínicas a lo largo de los años. Algunas personas que no tienen experiencia con el ayuno pueden experimentar ansiedad, que se puede atribuir a la hormona noradrenalina que se secreta durante el ayuno. La noradrenalina hace que la presión arterial aumente, el corazón palpite más deprisa y el sistema nervioso pase a estar más alerta. El conjunto de estos efectos puede ser experimentado como ansiedad. Por lo general, no duran más de dos semanas, que es el tiempo que tarda el cuerpo en adaptarse a la mayor presencia de noradrenalina.
Sin embargo, la mayoría de mis clientas, de todas las edades, no hacen constar que se sientan irritables con los ayunos cortos (es decir, ayunos intermitentes de cuarenta y dos horas o menos, efectuados tres veces a la semana). En cambio, he advertido que pueden volverse más emotivas o irritables con los ayunos prolongados de cinco días o más, y solo cuando no tienen experiencia con el ayuno. Es posible que estas mujeres se muestren más sensibles a las emociones porque durante un ayuno prolongado se empieza a perder grasa abdominal en grandes cantidades. El exceso de células adiposas produce un exceso de estrógeno, y el hecho de perder muchas de estas células hace que ese estrógeno deje de estar almacenado y pase al torrente sanguíneo. Entonces, durante un corto período de tiempo, las hormonas se disparan, lo que tiene un impacto en las emociones.
He descubierto que las personas que pierden la mayor cantidad de peso líquido (es decir, las que se libran en mayor medida de los líquidos acumulados en los tejidos y las cavidades corporales, acumulación que suele provocar hinchazón; es el fenómeno conocido como retención de líquidos) son las que tienen más probabilidades de informar de que experimentan cambios de humor e irritabilidad. Creemos que esto se debe a la pérdida de electrolitos que se produce cuando disminuye el peso líquido. Sin embargo, este problema no se prolonga mucho en el tiempo, y el estado de ánimo tiende a estabilizarse cuando el cuerpo deja de deshacerse del peso sobrante.
JASON FUNG
El sobrepeso no afecta a la salud física solamente; también afecta a la salud mental y emocional. Si bien creo firmemente que debemos aceptarnos a nosotros mismos y debemos aceptar a los demás sea cual sea su peso, como cultura tenemos un largo camino por recorrer hacia esta aceptación. La verdad es que las actitudes ignorantes sobre el peso impregnan casi todos los ámbitos de nuestra sociedad.
Estas creencias producen un prejuicio inconsciente que da lugar a mucha discriminación. Mucha. Inconscientemente, una gran cantidad de individuos perciben a las personas con sobrepeso como vagas, glotonas y carentes de fuerza de voluntad. Este es el resultado directo del modelo de las «calorías entrantes y salientes» respaldado por la mayoría de los profesionales e investigadores de la salud. Quienes creen en la errónea ecuación del equilibrio energético imaginan que la pérdida de peso obedece a una fórmula tan simple que todos saben cómo perder peso y tienen la capacidad de perderlo; basta con que lo intenten. Basta con que gastes más energía de la que metes en tu cuerpo. Por lo tanto, si estás ganando peso es porque careces de fuerza de voluntad para levantarte del sofá, soltar el tenedor y el cuchillo o mover el cuerpo. Tienes un defecto de carácter. No parece importar que el 99 % de las personas que llevan a cabo una dieta de restricción calórica no pierdan peso a largo plazo. O que todos los estudios realizados sobre el enfoque «come menos y muévete más» hayan fallado. Todos y cada uno.
Opino que quienes creen en la restricción calórica están equivocados. El problema no es el comportamiento del 70 % de los adultos estadounidenses que tienen sobrepeso o están obesos, sino más bien los consejos dietéticos que nos han dado. De hecho, desde que apareció la Guía alimentaria para los estadounidenses en 1977, los datos relativos al СКАЧАТЬ