El arte de criar un cachorro. Monks of New Skete
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Название: El arte de criar un cachorro

Автор: Monks of New Skete

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: Perros

isbn: 9788499109312

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СКАЧАТЬ por el borde del nido. Pronto se convierten en un coro de hermanos que chillan impacientes. Que acaben uniéndose a su hermano es sólo cuestión de tiempo.

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       Una madre saca a sus cachorros de cuatro semanas a explorar.

      La aventura de Sunny fuera del nido se produce al inicio del importantísimo período de socialización: nueve semanas de intensa exposición a la vida durante las cuales aflora la personalidad de los cachorros. Su comportamiento cambia prácticamente de un día para otro. Sus crecientes habilidades perceptivas y motrices, que ya comenzamos a observar en el período de transición, aparecen coordinadas de repente. Sin duda, han alcanzado un hito en su crecimiento. Aunque todavía necesitan dormir mucho, tienen más energía y permanecen más tiempo despiertos. Ahora se muestran animados y curiosos. Los juegos entre ellos incluyen ladridos y movimientos de cola que identificamos con el comportamiento adulto. Aunque todavía son inmaduros, su cerebro y su sistema nervioso central se han desarrollado lo suficiente para que los cachorros puedan interactuar intensamente con su entorno. Ahora es cuando empiezan a aprender rápido.

      Por “socialización” se entienden dos cosas: en primer lugar, la adaptación positiva del cachorro a diversos aspectos de su vida, entre los que se incluyen otros perros, gente, lugares y objetos; en segundo lugar, lo que hacemos para promover este proceso. El cachorro es extremadamente sensible a las experiencias de socialización cuando tiene entre tres y doce semanas, período durante el cual los efectos, para bien o para mal, son permanentes. Antes, el cachorro permanecía psicológicamente aislado del entorno, protegido por la falta de desarrollo sensorial. Ahora, esto ha cambiado. Es vulnerable de otro modo.

      Naturalmente, los perritos no son conscientes de ello. Al inicio de esta etapa, su orientación básica es la apertura. Sus sentidos reciben abundantes estímulos que les posibilitan la percepción inmediata del entorno. Todo es nuevo e interesante, y empiezan a desarrollar verdadera curiosidad. Están preparados para forjar sus primeras relaciones sociales auténticas con su madre y el resto de la camada.

      Dada su confianza positiva respecto a la vida y el crecimiento, mantendremos el entorno de los cachorros estable e incidiremos en esta curiosidad natural con una serie adecuada de experiencias nuevas. La madre debe seguir pasando la mayor parte del tiempo junto a las crías. Puesto que se encuentran en pleno proceso de ajuste de los sentidos recién descubiertos, no vamos a abrumarlos excediéndonos con la estimulación y el ruido durante la primera semana y media. En estos momentos, a pesar de su inclinación natural a investigar su pequeño mundo, una estimulación excesiva podría provocarles miedos. El miedo y la tendencia a evitar nuevas experiencias aparecen de forma natural y normal en fases más avanzadas del período, cuando el cerebro y el sistema nervioso central han madurado al nivel de los adultos. Este período suele conocerse como el de miedo/desconfianza.

      En la vida silvestre, este ritmo natural de vínculo y desconfianza estrecha al principio los vínculos del cachorro con la manada y, después, le hace sospechar de animales desconocidos y nuevos como elementos potencialmente peligrosos. Es un mecanismo de supervivencia que por instinto mantiene a los cachorros alejados de los depredadores. Durante sus primeras doce semanas de vida, el único contacto social que mantie ne un cachorro de lobo es con su madre, su camada y los miembros más cercanos de la manada. Así, el cachorro está seguro y se refuerzan los vínculos con la manada, lo que repercute en una mayor solidaridad y seguridad dentro de la propia manada. En los perros domésticos, el patrón es el mismo: primero el vínculo y después la desconfianza.

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       La camada se deleita muy pronto corriendo en manada por la nieve del campo de ejercicio.

      Lo ideal es criar al cachorro con diversos tipos positivos de experiencias sociales, primero con la madre y la camada, y luego con el mundo que le rodea. Puesto que se espera de los perros domésticos un comportamiento en sintonía con lo socialmente aceptable por los humanos, el cachorro necesita mucho contacto con las personas y exponerse a toda clase de situaciones cotidianas comunes. Así se establecerá la base de una actitud positiva hacia personas y experiencias nuevas, y el cachorro aprenderá que los seres humanos y su mundo son parte de su manada. Si se priva al perrito de este contacto, desarrollará reacciones de miedo a la gente y crecerá con un desajuste emocional y social. Llegados a ese punto, reajustar la conducta es sumamente difícil (y muy caro), en caso de que sea posible.

      Esto explica por qué es casi imposible domesticar a un lobo adulto. Si bien se han dado muchos casos de lobatos criados y socializados por humanos que se han convertido en sus fieles compañeros, los lobos adultos muestran una resistencia extrema a la domesticación. Como no se expusieron al contacto con humanos durante el período crítico de socialización, no tienen base para establecer la conexión. Como es comprensible, cuando un adulto se enfrenta a la perspectiva de encontrarse con un humano, su tendencia será huir o, si se encuentra arrinconado, reaccionar con agresividad.

      En Understanding Your Dog [Comprender a su perro], Eberhard Trumler, conocido etólogo de Alemania, relata que deliberadamente crió a una camada de dingos (perros salvajes australianos) de modo que no tuvieran ningún tipo de contacto con seres humanos entre la tercera y la séptima semana de vida. Excepto por la presencia de otros miembros de la manada, los cacharros crecieron con sus padres tal como lo habrían hecho en libertad. Los resultados eran predecibles. Evolucionaron como perros salvajes tímidos que evitaban el contacto con los humanos y se escondían cada vez que Trumler entraba en el patio. Puesto que uno de los objetivos de Trumler era observar el comportamiento de los dingos en un escenario esencialmente natural, el hecho de que estuvieran recluidos no era relevante. Los animales actuaban como lo habrían hecho en libertad. Sin embargo, una reclusión similar practicada en perros domésticos tiene consecuencias más importantes.

      Al criar a varias camadas en campos grandes y abiertos, Scott y Fuller constataron que los cachorros que crecían sin contacto humano reaccionaban con temor al ser expuestos a los humanos a las cinco semanas de vida, aunque mediante la exposición frecuente podía reajustarse el comportamiento en cuestión de dos semanas. Sin embargo, los cachorros expuestos al contacto humano a las doce semanas reaccionaban de inmediato con pavor y huían. Básicamente se comportaban como animales salvajes socialmente irrecuperables. No habían tenido ese contacto vital durante el período más crítico.

      Durante los años cincuenta y sesenta, Clarence Pfaffenberger, de Guide Dogs for the Blind (San Rafael, California), llevó a cabo una aplicación práctica de este descubrimiento. Al mando de un programa de cría especialmente diseñado para producir perros guía cualificados y en estrecha colaboración con John Paul Scout, confirmó la necesidad de una socialización regular para que existiera alguna esperanza de que los cachorros se convirtieran en buenos perros guía. Los perros necesitaban un contacto humano repetido para adquirir la estabilidad emocional necesaria para el trabajo. Sin ella, los animales no sólo resultaban inadecuados para el trabajo de guía, sino que también se revelaban como pobres compañeros. Las implicaciones para todos los criadores hablaban por sí solas.

      Pfaffenberger también constató que los beneficios iniciales de la socialización pueden llegar a perderse si los cachorros permanecen demasiado tiempo en el criadero después de concluir las pruebas de personalidad a las doce semanas. Si un cachorro adecuadamente socializado pasaba tres semanas más en el criadero sin socializarlo de manera deliberada y, acto seguido, era introducido en un hogar nuevo, era muy alta (70%) la probabilidad de que fuera incapaz de responsabilizarse como perro guía adulto de su amo ciego. Los cachorros instalados en hogares nuevos inmediatamente después de las pruebas tenían un índice de éxito del 90%.

      Estos ejemplos subrayan СКАЧАТЬ