Название: Hastío De Sangre
Автор: Amy Blankenship
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Ужасы и Мистика
isbn: 9788835408673
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Se puso sus jeans favoritos y una camisa negra de Damon y tomó un morral de cuero negro y sacó dos atuendos distintos del armario. Uno en caso de que le gustaran las cosas suaves y vaporosas y otro que la haría sentir dura y en control. ¿Por qué no darle la opción entre ser llamativa o ruda? Además, Damon había llenado más de la mitad de su armario con ropas de chica ruda para que combinara con su papel de chico malo.
Habiendo empacado eso, tomó ropa interior nueva, sin estrenar, y algo para que la chica usara para dormir. Supuso que, luego de haber estado cautiva, cualquier chica apreciaría esas pequeñas cosas: ropa interior limpia, cepillo de dientes y, tal vez, algo de maquillaje.
Antes de salir, dio una última mirada a la habitación para verificar que no olvidaba nada. Divisando su colección de accesorios para el cabello, tomó un peine y un cepillo junto con un par de bandas elásticas para que la chica se recogiera el cabello si quería.
Alicia sonrió mientras se colgaba el bolso al hombro y se dirigió hacia la puerta de la habitación. Era bueno saber que iba a ver a Micah otra vez, aunque solo hubiesen pasado un par de días. Lo echaba de menos.
Que la haya llamado para pedirle ayuda era emocionante. Iba a poner a alguien bajo su control por razones legítimas, y que el blanco fuera un hombre lobo y no un simple humano era un desafío.
Los humanos eran mucho más fáciles de controlar porque no tenían real inmunidad, salvo que fuera alguien con poderes psíquicos o que tuviera un amuleto, como el collar que ella usaba. Damon le había dicho que era más difícil penetrar a los cambiaformas porque todos sus cinco sentidos eran más agudos. Desafortunadamente, no había tenido ocasión ni siquiera de probarse con humanos, ya que Damon casi no le permitía salir de la habitación.
Alicia enderezó los hombros. Esta era una gran oportunidad para tener una práctica real sin las distracciones sexuales. Apenas había salido de la habitación que compartía con Damon cuando Kane atravesó furioso la puerta de entrada murmurando entre dientes.
—¿Sucede algo? —preguntó Alicia.
Kane no pareció oírla y continuó musitando algo sobre una mujer llamada Olivia. De repente, se quedó helado y maldijo en voz alta.
—¡Maldición! —gritó—. Olivia, no… Victoria.
Michael y Damon entraron en ese mismo momento, ambos se burlaban con disimulo de los disparates de Kane.
Alicia casi gruñó ante la llegada inoportuna de Damon. Si bien estaba feliz de ver que regresó sano y salvo, esperaba tener tiempo para ir al departamento de policía y volver antes que él.
—Así que eres el hombre que recuerda el nombre de cada mujer con la que estuvo —dijo con sarcasmo Damon.
—Sí los recuerdo —rugió Kane.
—Entonces, ¿quién es Olivia? —preguntó Michael.
—Váyanse al infierno —masculló Kane antes de dirigirse a su habitación.
—Supongo que eso responde la pregunta —sentenció Michael y se encaminó hacia la escalera, pero se detuvo cuando vio a Alicia de pie cerca de la puerta de su dormitorio con la actitud de alguien que acaba de ser atrapado en medio de una travesura.
Kane cerró la puerta de la habitación que estaba detrás de él y vio a Tabatha parada allí de brazos cruzados.
—¿Y quiénes son Olivia y Victoria? —preguntó.
—Las exnovias de Damon y Michael —respondió sin dudar Kane y selló con sus labios los de ella.
En la sala principal, la mirada de Damon se vio atraída instantáneamente hacia Alicia, y casi sonrió cuando vio que estaba usando una de sus camisas. Sin embargo, la manera en que se mordía el labio inferior lo hizo sospechar, y la examinó lentamente. Sus ojos se entrecerraron peligrosamente cuando vio colgado sobre su hombro el bolso, cuyo cierre ella no había cerrado.
Alicia pestañeó cuando Damon apareció de pronto a solo unos centímetros de distancia, le bloqueó el paso apoyando una palma en cada lado del marco de la puerta... con lo cual la atrapó efectivamente contra la superficie de madera. Se inclinó hacia adelante y la estudió sin decir una palabra, pero para ella esa mirada decía mucho.
Alicia sintió que se estaba poniendo nerviosa y trató de ocultarlo sonriendo.
—Me alegra que hayas vuelto.
—¿De verdad? —preguntó Damon, incapaz de evitar que asomara su lado oscuro—. Si hubiera vuelto unos minutos más tarde, ¿aún estarías aquí esperándome?
Alicia no pudo resistir el instinto de autopreservación y alzó su mano para tocar el collar que ya no estaba alrededor de su cuello. De pronto, recordó que se lo había dado a Nick, y un escalofrío la recorrió por dentro cuando notó que los oscuros ojos color amatista de Damon habían seguido su gesto nervioso y luego volvieron para fulminarla.
En este punto, Alicia sabía que mentir podía hacerlo estallar y eso conllevaba el riesgo de muchas cosas... incluidos la repetición de una sesión de nalgadas. Sintiendo el calor del rubor que crecía en sus mejillas ante esa imagen, alzó el mentón desafiante y le dijo la verdad con calma.
—No.
Suspiró cuando Damon giró la perilla y la hizo retroceder hacia adentro de la habitación. Se asustó cuando él cerró la puerta de un golpe. La milésima de segundo que pudo ver la expresión de Michael antes de que su rostro desapareciera era, definitivamente, suficiente para preocuparla.
—¿Adónde ibas? —preguntó Damon asegurándose de hablar en pasado.
—Iba a ver a Micah, nada más —dijo Alicia en un intento por corregir el malentendido antes de terminar mirando el suelo sobre el regazo de Damon.
—¿Pensabas que ibas a pasar la noche con Micah? —exigió Damon en voz baja.
La confusión cruzó el rostro de Alicia antes de que bajara la mirada hacia el bolso abierto. Vio la ropa interior negra y el cepillo del cabello arriba de todo, a plena vista, y suspiró. Bien... en verdad podía ver el punto de vista de Damon, pero eso no iba a evitar que ella le dijera un par de cosas por sus pervertidos pensamientos.
—Me necesita —Alicia quiso gruñir cuando él la cortó.
—Me imagino. —Damon dio un paso y se acercó más, elevándose por sobre su pequeña figura. Lo que Micah necesitaba era un sacerdote para su funeral.
—¿Sabes qué? —dijo Alicia con suavidad mientras levantaba los ojos hacia su rostro—. Eres... un idiota.
—Si evitar que me dejes me hace un idiota, que así sea —replicó Damon.
—No, eres un idiota por pensar que te estoy dejando —bramó Alicia dejando que su propia ira creciera ante el hecho de que él estaba sacando conclusiones infundadas—. Esta ropa... no es... para mí... Damon —dijo a través de los dientes apretados.
—Ah, claro. Bueno, veamos lo bien que le quedan a Micah —amenazó Damon, СКАЧАТЬ