Teoría del conocimiento. Juan Fernando Sellés Dauder
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Название: Teoría del conocimiento

Автор: Juan Fernando Sellés Dauder

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9788431355074

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СКАЧАТЬ solo la inteligencia conoce según presencia y, por tanto, al margen del tiempo, la inteligencia no es tiempo, y si no lo es, no muere, y como es una potencia del alma humana, esta es inmortal.

      El sensorio común, al conocer el acto de los sentidos externos, conoce por primera vez cómo es la vida sensitiva, cosa que no conocen los sentidos externos. Estos conocen cómo son los accidentes de la realidad física. Esto indica que la sensibilidad externa no es fin en sí, sino que ella conoce para que el sensorio común conozca más. El sensorio común es, pues, fin gnoseológico de los sentidos externos. Además, no vemos que vemos, no oímos que oímos, etc., sino que sentimos que vemos, oímos, etc. Esto indica que el sensorio común es como la raíz o principio de los sentidos externos. En efecto, unas potencias nacen de otras (no los actos), y los sentidos externos nacen de este.

      El sensorio común se puede comparar con los sentidos externos como el punto a los diversos radios de una circunferencia que en él confluyen como en su centro. Es el término de ellas, es decir su fin cognoscitivo. Y también es su origen, no solo noético sino biológico, pues los diversos sentidos externos nacen de, y están siendo controlados por, el sensorio común que tiene su base orgánica en el sistema nervioso central.

      A la par, al sensorio común sigue el conocimiento de los sentidos internos superiores (imaginación, memoria y cogitativa); no hay conocimiento en ellos si no hay conocimiento en el sensorio común. Aquellas facultades son superiores, más cognoscitivas que este. Ahora bien, si tales sentidos internos son superiores al sensorio común, no tenemos conciencia sensible de ellas, es decir, no las sentimos.

      En efecto, no ‘sentimos’ que imaginamos, recordamos o trazamos proyectos concretos de futuro. Somos conscientes de ejercer esos actos, pero no se trata de una ‘conciencia sensible’, de un ‘sentir’, sino de un conocer superior, racional.

      Lo que precede indica que la conciencia no es el conocer superior, ni siquiera a nivel sensible. También es un indicio de que a nivel intelectual la conciencia no tiene porqué ser el nivel cognoscitivo superior. ¿Quiere esto decir que se puede conocer un tema muy sublime sin ser consciente de que cómo se conoce? Sí, y también quiere decir que tal tema que se puede conocer puede desbordar a lo que nos hacemos cargo según nuestra conciencia. En suma, no todo conocer es consciente y la conciencia no es el conocer superior a ningún nivel.

      Con un ejemplo: uno puede ser muy humilde sin darse cuenta de que lo es; más aún, es mejor que no se dé cuenta, pues así evita posibles soberbias.

      En lo biofísico, la transmisión nerviosa desde los sentidos externos al sensorio común se llama ‘aferente’; y desde este a los sentidos externos, ‘eferente’. Además, la ‘aferencia’ es selectiva, y mucho más la ‘eferencia’. Pero el conocer no es biofísico sino inmaterial. ¿Deberíamos ocuparnos más de las transmisiones nerviosas y del modo de estar constituidas las facultades orgánicas para explicar su modo de conocer? No vendría mal, pero téngase en cuenta que lo biológico no da cuenta del conocer, porque el conocer es superior a lo biológico (recuérdese: es verdad que vemos porque tenemos ojos, pues sin ojos no se ve, pero es más verdad que tenemos ojos para ver y que el ver no se ve). Por eso caben biologicismos (fisiologismos, neurologismos, materialismos al fin y al cabo) que no pueden dar cuenta del conocer sensible.

      b) Los sentidos internos superiores

      Son por orden de inferior o menos cognoscitivo a superior o más cognoscitivo los siguientes: imaginación, memoria sensible y cogitativa (estimativa en los animales).

      A este orden jerárquico se puede objetar, por ejemplo, que tanto Aristóteles en el libro De sensu et sensato, como Tomás de Aquino en su comentario a ese libro, terminan con la reminiscencia, la memoria sensible. Sin embargo, en muchos otros lugares es neto que la cogitativa es, para estos pensadores, superior a la memoria. Cfr. por ejemplo, este texto tomista: “la potencia cogitativa es aquello que es lo más alto en la parte sensitiva, de ahí que toque en cierto modo a la parte intelectiva, de modo que participe de aquello que es lo ínfimo de la parte intelectiva, a saber, el discurso de la razón”. Tomás de Aquino, Q. D. De Veritate, q. 14, a. 1, ad 9. Por eso la cogitativa valora lo imaginado y lo recordado y lo aprovecha para trazar proyectos concretos de futuro. De aquí deriva el que en la tradición aristotélico-tomista se la llame ‘razón particular’.

      b.1. La imaginación. También se llama fantasía. Es la facultad sensible que tiene como propio retener los objetos conocidos por los sentidos externos y formar otros con ellos. Por eso se la llama también ‘tesoro’ (thesaurus). Es superior a la conciencia sensible (sensorio común) porque el conocer superior a ‘sentir que vemos’ no es ‘sentir que sentimos que vemos’ y así sucesivamente, es decir, no es ‘la conciencia de la conciencia sensible’. En ese caso se abriría un proceso al infinito: conciencia de conciencia de conciencia... Pero en ese proceso no subiríamos de nivel cognoscitivo, sino que se reiterarían actos iguales sin añadir conocimiento superior.

      El paso superior no es un proceso al infinito en actos de conocer del mismo nivel, sino precisamente el conocer (acto) la posibilidad de proceso al infinito, lo cual es un objeto de la imaginación. En efecto, la imaginación reobjetiva lo conocido y lo reduplica indefinidamente (ej. el espacio isomorfo es de este tipo de imágenes: un espacio siempre igual porque es formado por la reiteración indefinida de un trozo de espacio). Es evidente que conocer esto es superior a lo que conoce el sensorio común, que conoce puntualmente y no una serie infinita.

      A la anterior indicación sobre la jerarquía se puede objetar que el sensorio común conoce actos, mientras que los otros sentidos internos conocen objetos, formas; y como los actos, por reales, son superiores a las formas, el sensorio común será superior a los otros sentidos internos. Esa objeción va de la mano de la afirmación de que la conciencia es el modo superior de conocer. Hay que responder que si bien los actos de los sentidos externos son reales, mientras que las formas que conocen los sentidos internos no son reales, sin embargo estas no son meras formas intencionales respecto de lo real sensible, como las formas conocidas por los sentidos externos, sino que se trata de formas posibles, y como el ámbito de lo posible es mucho más amplio que el de lo real, tales sentidos conocen más, es decir, son más cognoscitivos. Sin esa posibilidad no podríamos acelerar o ralentizar el perfeccionamiento de la realidad física.

      En esto nos distinguimos de los animales, pues los animales carecen de esa apertura a pluralidad de posibilidades; por eso lo que pueden trazar con sus sentidos internos es unívoco, unidireccional, en la dirección de su instinto (ej. los nidos de cada especie de pájaro solo admite una posibilidad), mientras que las formas que pueden formar los nuestros son irrestrictas.

      Además, ni la sensibilidad externa ni el sensorio común tienen un conocimiento reglado, sino cambiante. La imaginación humana conoce reglas, proporciones, y, por tanto, conoce más orden, perfección.

      Al imaginar una casa, la imaginación no la objetiva con colores tan nítidos como los que de una casa real conoce la vista, pero sí conoce mejor sus proporciones, la altura, anchura, profundidad, etc., cosa que la vista no capta.

      Por ejemplo, desde la entrada de una calle conformada por casas iguales que se suceden a ambos lados, lo que capta la vista es, obviamente, que la casas del fondo de la calle son más pequeñas que las primeras cercanas a nosotros, o que en la misma casa más cercana, el límite lejano de ella es más pequeño que el cercano. En cambio, la imaginación nos dice que todo este conjunto de casas de ambos lados es de igual tamaño.

      Añádase a lo anterior que los sentidos internos conocen sin que las realidades conocidas estén presentes en la realidad física. Esa separación también indica mayor conocimiento. La imaginación es una facultad que nos permite conocer imágenes. Su objeto propio es la imagen. Todas las imágenes son elaboradas a partir del conocimiento de la realidad física, pero se pueden imaginar sin que las realidades físicas estén presentes. Unas imágenes СКАЧАТЬ