Teoría del conocimiento. Juan Fernando Sellés Dauder
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Название: Teoría del conocimiento

Автор: Juan Fernando Sellés Dauder

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9788431355074

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СКАЧАТЬ soporte orgánico de la imaginación es la corteza cerebral, al menos algún campo o área de ella (los medievales la colocaban en la frente; actualmente, en las llamadas ‘áreas de asociación’ de ambas zonas laterales del cerebro). Característico de ella es que reobjetiva, es decir, que vuelve a poner el objeto conocido por los sentidos externos, pero no lo forma tal cual ha sido visto, oído, etc., sino mejorado, reglado, proporcionado. Por eso se puede hablar de ‘representación’, en el sentido de ‘evocar’.

      El objeto-imagen no es exactamente el mismo que el objeto-visto, pues conocer lo mismo con una nueva facultad sería superfluo, ya que eso no añadiría conocimiento alguno sino reiteración de lo mismo. La imaginación no se limita a formar lo mismo, sino que compone, asocia, regla, forma, etc. Su intencionalidad es atemporal, pues no evoca el pasado ni tampoco proyecta al futuro.

      A diferencia de los sentidos externos y del sensorio común el soporte orgánico de la imaginación (las interconexiones neuronales) no está enteramente constituido biológicamente tras la embriogénesis. Crece biológicamente durante mucho más tiempo que los órganos de aquellas facultades. Las neuronas existen tras la embriogénesis, pero la fijación de sus circuitos neuronales crece, especialmente durante la pubertad y la adolescencia, y crece no por motivos biológicos, sino cognoscitivos, es decir, en la medida que se imagina más y mejor.

      En la fantasía se puede decir aquello de que ‘la función crea el órgano’, lo que equivale a sostener que no imaginamos porque tengamos cerebro, sino que al imaginar cada vez mejor formamos más interconexiones neuronales.

      De lo que precede se deduce que, de modo parecido al sensorio común, la imaginación carece de la realidad física (especie impresa) que inmute al órgano (la realidad física no estimula –por suerte– al cerebro). Como no hay realidad física que inmute, pero hay objeto conocido –imagen– que es formado al imaginar, esto indica que la imagen la forma el propio acto sin necesidad de estímulo, siendo claro que el acto no viene de fuera.

      Como los actos forman sus propios objetos, cabe decir que la imaginación forma sus propios objetos sin necesidad de inmutación actual por parte de la realidad física. También esto indica superioridad respecto de los sentidos externos.

      Por eso, la imagen difiere del objeto sentido por los sentidos externos (colores, sonidos, etc.) en que puede darse sin que se den aquellos, como cuando se imagina sin los sentidos (con los ojos cerrados, por ejemplo), o sin sensorio común (como en los sueños), es decir, sin conciencia sensible. La imagen es siempre particular.

      El hombre dispone de varios niveles de imaginación jerárquicamente distintos:

      a) La eidética, común a los animales, la cual reobjetiva lo percibido por los sentidos externos. Es la propia de los sueños (ej. me persigue un toro).

      b) La asociativa, que une unas formas con otras (ej. sirena, centauro).

      c) La proporcional, que regla las formas y permite construir formas geométricas y construir con ellas todo tipo de productos culturales (ej. dodecaedro).

      d) La simbólica, superior a las precedentes, porque es la que con menos signo aporta más significado (ej. cuando se dice: “Yo soy el ‘alfa’ y el ‘omega’”).

      Las formas culturales humanas superiores usan más de la imaginación simbólica.

      b.2. La memoria sensible. Es la facultad sensible que permite conocer que los objetos imaginados se han conocido antes en un tiempo concreto. Es más cognoscitiva que la imaginación, porque añade a esta la intención de pasado. Si la imaginación reobjetiva (forma objetos ya conocidos pero mejorados), la memoria recupera el tiempo pasado. Al igual que la imaginación, su soporte orgánico es la corteza cerebral.

      Los pensadores medievales aludían a la parte posterior del cerebro al hablar del soporte orgánico de la memoria sensible; actualmente los neurofisiólogos la localizan más en la frente. Pero dado que existen interconexiones entre todas las partes del cerebro –el cerebro es una unidad– no es caso el zonificar excesivamente.

      El objeto propio de la memoria sensible son los recuerdos. Si al acto propio de la imaginación cabe llamarlo imaginar, al de esta facultad se puede designar como recordar. La memoria conserva lo que los sentidos inferiores (externos y el común) no pueden. Es el ‘tesoro’ de las intenciones sensibles tenidas.

      No todos los recuerdos son el objeto propio de la memoria sensible, sino los recuerdos particulares de asuntos sensibles experimentados. No es suyo propio, por ejemplo, recordar pensamientos de la razón o asuntos que se han querido por la voluntad (ej: recuerdo que pensé en ese problema humano y di con tal solución). Esa otra memoria es superior, intelectual.

      Como la imaginación, los objetos que forma la memoria sensible son aquellos que antes han sido conocidos por los sentidos externos.

      Dado que el sentido más cognoscitivo de los externos es la vista, se recuerdan más los objetos vistos, aunque también se recuerdan olores, sonidos, etc. La memoria no conoce los objetos externos con la misma nitidez, colorido, etc., con que se presentan en los actos de los sentidos externos porque es selectiva, es decir recoge lo más importante o representativo, no lo anecdótico. Esta es, además, la diferencia entre una memoria cultivada y otra coloreada, es decir, pegada a la sensibilidad externa. La educada recoge lo que mejor sirve al pensamiento.

      b.3. La cogitativa. Es la facultad sensible que forma proyectos concretos de futuro. Es superior a la imaginación y a la memoria. Añade a estas la intención de futuro, un proyecto particular de futuro cercano. Acertar en el futuro es más difícil que recordar el pasado (memoria sensible), y conocer el pasado es superior, obviamente, a no conocer el tiempo físico (imaginación). La cogitativa o ‘proyectiva’ es la facultad sensible humana que valora acciones realizables en el futuro. Su soporte orgánico también es la corteza cerebral (los medievales la colocaban ‘in medio capitis’, que equivale a lo que hoy se llama ‘zona motora’). Su objeto propio, los proyectos concretos de futuro. Su intención es, por tanto, de futuro.

      Debido a la gran distinción entre el hombre y el animal en esta potencia, los medievales la llamaron estimativa en los animales. Se denominaba así, porque en ella se da una ‘estimación’, una valoración, del bien concreto a perseguir. Sin su mediación las tendencias apetitivas sensibles (apetitos) no se desencadenarían. Esa valoración implica un juicio particular que se puede referir a todo lo sensible.

      Como en el futuro es más difícil acertar al formar proyectos concretos que al intentar recuperar el pasado o al prescindir del tiempo físico, la cogitativa es superior a la memoria e imaginación. La razón práctica versa sobre el futuro y acerca de él forma proyectos concretos. De modo que la razón práctica no sería posible sin la cogitativa.

      Por eso la cogitativa se puede referir a la memoria, porque es capaz de consolidar una experiencia, es decir, fraguar un experimento. El experimento se forma teniendo en cuenta objetos singulares guardados en la memoria, pero comparándolos, o sea, valorándolos. En efecto, si bien la cogitativa posee una referencia al futuro, esa referencia nace por comparación de objetos presentes y pasados. Por tanto, puede referirse a la memoria y también puede referirse a la imaginación.

      Dispone de las objetivaciones de las otras facultades preparándolas para que la acción de la razón verse sobre ellas y se forme un abstracto. Es, por tanto, manifiesto que sin la mediación de la cogitativa la razón no puede conocer. Juzgar acerca del resto de las potencias sensibles implica superioridad respecto de ellas. Por eso la cogitativa es la facultad superior entre todas las sensibles.

      Además, si en la cogitativa hay una valoración del bien concreto a conseguir, y la razón, que se apoya СКАЧАТЬ