Teoría del conocimiento. Juan Fernando Sellés Dauder
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Название: Teoría del conocimiento

Автор: Juan Fernando Sellés Dauder

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9788431355074

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СКАЧАТЬ No es así porque ni el ‘objeto conocido en cuanto que conocido’, ni el ‘acto de conocerlo’, ni el ‘sobrante formal de la facultad’ son materiales.

      Por ejemplo, la realidad es como es, pero el color visto de ella, como visto, no es material; tampoco el acto de ver es material, pues el ver no se ve, ni pesa, ni mide, etc. La facultad de la vista tampoco es enteramente material, porque no se reduce al ojo, ya que cabe ojo sin ver (ej. el de un animal muerto). En efecto, en los sentidos no todo se reduce a cuerpo o a materia, porque caben cuerpos con los mismos componentes físicos que los seres vivos sensitivos, que no sienten: los cuerpos muertos, y estos, obviamente, son materiales.

      b) Idealismo

      Es una filosofía que defiende que no podemos conocer la realidad externa tal cual ella es, porque lo único que conocemos son los ‘objetos conocidos’, ‘las ideas’, en cuanto que tales, y como estas son internas a la razón, no podemos saber cómo es lo externo a ella.

      Réplica: Conocemos lo real físico porque el objeto o forma poseída por el acto de conocer es enteramente intencional, es decir, es pura referencia o remitencia, aunque aspectual, a lo real.

      c) Nominalismo

      Es una filosofía que mantiene que solo conocemos lo real singular por intuición y que, por tanto, las ideas u objetos pensados son inventos mentales, universales, que nada tienen que ver con lo real.

      Réplica: No es así, porque el objeto conocido es pura remitencia a la realidad externa. Que sea remitencia ‘pura’ quiere decir que se agota remitiendo, es decir, que no hay realidad física ninguna en él. Por eso no nos quedamos en él, sino que nos lanza enteramente a la realidad respecto de la cual ese objeto es intencional.

      1.4. Clases de sensibles

      Se llaman ‘sensibles’ los objetos o formas sentidos. Hay tres tipos de sensibles: propios, comunes y por accidente.

      a) Sensible propio es el que solo se percibe por un sentido y no puede ser conocido por los otros.

      Por ejemplo: los colores se conocen exclusivamente por la vista, de modo que carece por completo de sentido pretender tocar, oler u oír… colores.

      Sobre el sensible propio, el sentido que lo capta en exclusiva, no se equivoca nunca. Los sensibles propios de los sentidos externos son los siguientes: lo caliente y lo frío, lo seco y lo húmedo, lo duro y lo blando, etc., para el tacto; los sabores para el gusto; los olores para el olfato; los sonidos para el oído y los colores para la vista.

      b) Sensible común es el que puede ser conocido por varios sentidos, en principio, por todos.

      Por ejemplo: el tamaño de un objeto se capta por la vista, por el oído, por el tacto.

      Los sensibles comunes a todos los sentidos externos, según el elenco de Aristóteles son cinco (aunque se podrían contar más): el movimiento, el reposo, el número, la figura y el tamaño. Todos ellos están correlacionados, de modo que uno no es posible sin el otro.

      Por ejemplo: no hay figura de la casa sin tamaño en la misma; no se capta el avión en movimiento sin la cierta quietud del cielo azulado.

      Los sensibles comunes no son homogéneos. Ello se debe al sensible propio de cada uno. Como los sensibles comunes los capta de modo distinto cada sentido o facultad, sin los sensibles comunes no sería posible la distinción entre sensibles propios de cada facultad. En efecto, solo conociendo sensiblemente lo común por varios sentidos, podemos separar lo propio de cada uno de ellos.

      Por ejemplo: el espacio que ve la vista no es el mismo que se nota oyendo el oído.

      c) Sensible por accidente (‘per accidens’) no es un sensible de los sentidos externos, sino lo conocido indirectamente de la realidad externa por el sensorio común o percepción sensible, que lo percibe como fruto de conocer directamente los actos de conocer que ejercen cada uno de los sentidos externos (el ver, oír, gustar…).

      En efecto, el sensorio común o percepción sensible, al sentir o notar en común los diversos actos de los sentidos externos, dado que estos están actualmente presentando sus sensibles propios (colores, sonidos, sabores…), el sensorio común capta no solo la distinción real existente entre los distintos actos de los sentidos externos (y, por tanto, que uno es más cognoscitivo que otro), sino que también capta la distinción existente entre los objetos conocidos presentados por tales actos, y por tanto, que con unos objetos se conoce más que con otros la misma realidad física.

      Por tanto, al notar que lo diversamente conocido de lo real físico es diversamente conocido de una única realidad, tiene una indicación indirecta (y de nivel sensible) de lo que sea la ‘sustancia’, la cual se conoce propiamente a nivel racional. Y este conocer sensible e indirecto de la sustancia es lo que clásicamente se denomina ‘sensible per accidens’.

      2. Los sentidos externos

      Descripción. Los sentidos externos son potencias o facultades cognoscitivas con base orgánica que permiten conocer aspectos (accidentes) que están realmente presentes en la realidad física.

      Elenco. Los sentidos externos son –según los pensadores indicados– estos cinco: tacto, gusto, olfato, oído y vista.

      Jerarquía. El tacto es plural. El gusto es una especie de tacto. El criterio de su jerarquía estriba en la separación. Más se conoce cuanto más separadamente se conoce. El tacto y gusto conocen por contacto; por tanto, conocen menos que los otros.

      Por su parte, en los sentidos internos tales autores distinguen los siguientes cuatro sentidos: el sensorio común, la imaginación o fantasía, la memoria sensible y la cogitativa –a la que llaman estimativa en el caso de los animales–. La distinción entre las diversas operaciones y objetos de cada uno de estos sentidos es jerárquica. Un acto es diverso de otro en la medida en que conoce más que el anterior. A su vez los actos de un sentido o facultad se distinguen de los actos de otro sentido o facultad en que son más acto, o sea, más cognoscitivos. Ese más es ‘en objetos’ lo que de ninguna manera podía conocer el inferior, y ‘en actos’, lo que de ninguna manera podía ejercer el inferior.

      Así, por ejemplo, en los actos de ver, no son equivalentes el acto de ver que ve el rojo, que el acto de ver que ve el azul, o el acto de ver que ve el blanco. Si con unos colores se conoce más que con otros de la realidad física, eso indica que los actos que captan esos objetos, en este caso los actos que conocen unos colores, son más acto, más activos, que los que conocen otros. Como con el blanco, por ejemplo, se conoce más de la realidad física que con el azul oscuro, hay que sentar que el blanco es más color que el azul, y que el acto que capta el color blanco es un acto de conocer superior, más cognoscitivo, que el acto de conocer que capta el azul oscuro. Así, es claro que se lee mejor las letras negras sobre fondo blanco que al revés. ¿Qué quiere decir eso? Que el blanco permite ver más que el negro y que la vista tematiza mejor el blanco que el negro.

      Asimismo, se conoce más de lo real, por ejemplo, con la memoria sensible que con el gusto, pues la memoria conoce el tiempo pasado sin estar en presente la realidad física que ya pasó, asunto insospechable para el gusto, que conoce en presente y por contacto. Esto indica que los recuerdos son asuntos conocidos superiores a los sabores, es decir, que los recuerdos permiten conocer más de la realidad que los sabores y, en consecuencia, que los actos de conocer que conocen los recuerdos sensibles son más activos, más cognoscitivos, que los actos que permiten conocer lo dulce, salado, amargo, agrio…

      Lo que precede indica dos cosas: 1ª) que los objetos y los actos de una misma facultad sensible son distintos según СКАЧАТЬ