Название: Lady Felicity y el canalla
Автор: Sarah MacLean
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Romantica
isbn: 9788417451967
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El corazón de Felicity Faircloth había estado latiendo con fuerza durante tanto tiempo que pensó que quizá necesitara un médico.
Había empezado a acelerársele cuando se escabulló del reluciente salón de baile de Marwick House y había mirado hacia la puerta cerrada que había delante de ella, ignorando el deseo casi irrefrenable de tocarse el peinado y quitarse una horquilla.
Y sabía que de ninguna manera debía quitarse una horquilla, y mucho menos dos, ni tampoco meterlas en la cerradura que había a poco más de diez centímetros ni después forzar los seguros con paciencia.
«No podemos permitirnos otro escándalo».
Podía escuchar las palabras de su gemelo, Arthur, como si estuviera junto a ella. Pobre Arthur, desesperado por que otro hombre más dispuesto que él se ocupara de su hermana soltera, de veintisiete años y ya casi para vestir santos. Pobre Arthur, cuyas plegarias nunca serían escuchadas, ni aunque dejara de forzar cerraduras.
Hubo otras palabras que ella escuchó aún con más fuerza. Los comentarios burlones. Los apodos. Felicity, la abandonada. Felicity, la inepta. Y el peor de todos… Felicity, la acabada.
—¿Por qué ha venido?
—Espero que no piense que alguien la va a aceptar.
—Su pobre hermano, desesperado por casarla.
—… Felicity, la acabada.
Hubo un tiempo en el que una noche como esa habría sido el sueño de Felicity: un nuevo duque en la ciudad, un baile de bienvenida, la seductora promesa de un compromiso con un desconocido y apuesto soltero y, además, un buen partido. Habría sido una velada ideal. Vestidos, joyas y orquestas al completo; cotilleos, charlas, tarjetas de baile y champán. Felicity apenas habría tenido espacio libre en su tarjeta de baile y, de haberlo tenido, habría sido porque se lo habría reservado para sí misma, para poder disfrutar de su posición en ese maravilloso mundo.
Pero eso se acabó.
Ahora, si podía, evitaba los bailes, pues sabía que pasaría horas merodeando por las esquinas del salón en lugar de bailar atravesándolo. Y también estaba la profunda vergüenza que sentía cada vez que se tropezaba con alguno de sus viejos conocidos. El recuerdo de cómo era reír con ellos, de sentirse superior, como ellos.
Pero no había manera de evitar un baile al que acudía un nuevo y flamante duque, así que se había embutido en un viejo vestido, subido al carruaje de su hermano y permitido al pobre Arthur que la arrastrara hasta el salón de baile de Marwick. Y había desaparecido en el momento en que él había mirado hacia otro lado.
Felicity había huido por un oscuro pasillo y, mientras el corazón le retumbaba, se había quitado las horquillas del peinado y las había doblado con cuidado para insertarlas de una en una dentro de la cerradura. Cuando sonó un pequeño chasquido y el cerrojo saltó como si de un querido viejo amigo se tratase, el corazón amenazaba con salírsele del pecho.
Y pensar que todos esos golpeteos fueron antes de que conociera a ese hombre.
Aunque «conocer» no era precisamente la palabra adecuada.
«Encontrarse» tampoco era del todo correcta.
Quizá el término que más se acercaba era «sentido». En el momento en que él habló, su voz grave y rasgada la había envuelto como la seda en una oscura brisa primaveral, tentándola de una manera pecaminosa.
Las mejillas se le tiñeron de rubor al recordarlo, al rememorar la forma en que parecía atraerla hacia él, como si estuvieran conectados por un hilo invisible. Como si pudiera tirar de ella. Y ella accediera a acercarse sin oponer resistencia. Había hecho más que atraerla. Le había sacado la verdad, y ella se la había ofrecido sin más.
Había catalogado sus propios defectos como si de un cambio climatológico se tratase. Casi lo había confesado todo, incluso las partes que nunca había contado a nadie. Las que mantenía bien ocultas. Porque lo cierto era que no le había parecido una confesión, sino como si él ya lo hubiera sabido todo de antemano. Y quizá fuera así. Quizá no se tratase de un hombre en la oscuridad. Quizá se trataba de la misma oscuridad, efímera, misteriosa y tentadora… Mucho más tentadora que la luz del día, en la que todos los defectos, marcas y errores quedaban al descubierto y era imposible ignorarlos.
La oscuridad siempre la había tentado. Las cerraduras. Las barreras. Lo imposible.
Ese era el problema, ¿no? Felicity siempre había deseado lo imposible. Y no era el tipo de mujer que pudiera conseguirlo.
Pero cuando ese hombre misterioso sugirió que ella era una mujer importante… Por un momento, le creyó. Como si no fuera ridícula la mera idea de que Felicity Faircloth —la sosa hija soltera del marqués de Bumble, ignorada por unos cuantos buenos partidos debido a su mala suerte y completamente fuera de lugar en bailes como ese, en los que un atractivo duque reaparecía para buscar esposa— fuera a salir vencedora.
Completamente imposible.
Así que había huido, había regresado a sus viejos hábitos y se había sumergido de nuevo en la oscuridad, porque todo parecía mucho más fácil en la oscuridad que bajo la fría y cruda luz.
Y ese extraño también parecía saber todo eso. Por lo menos, lo suficiente como para que a ella le hubiera costado dejarlo a solas en la oscuridad. Lo suficiente como para que Felicity casi lo acompañara entre las sombras. Porque durante unos breves y fugaces instantes se había planteado no regresar a su mundo, sino a uno СКАЧАТЬ