Название: Lady Felicity y el canalla
Автор: Sarah MacLean
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Romantica
isbn: 9788417451967
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Ella levantó un hombro y lo encogió levemente.
—Yo tampoco.
—Usted no debería estar en el balcón. Pero yo no debería estar en todo este lugar.
Sus labios se abrieron hasta formar una pequeña «O».
—¿Quién es usted?
Él ignoró la pregunta.
—¿Por qué es una solterona? —Tampoco era que le importara.
—Porque no estoy casada.
Reprimió las ganas de sonreír.
—Me lo merecía.
—Mi padre le diría que fuera más específico con sus preguntas.
—¿Quién es su padre?
—¿Quién es el suyo?
No era la mujer menos obstinada que había conocido.
—No tengo padre.
—Todo el mundo tiene un padre —le replicó ella.
—Ninguno que merezca la pena reconocer —afirmó con una calma que no sentía—. Así que volvamos al principio. ¿Por qué es una solterona?
—Nadie desea casarse conmigo.
—¿Por qué no?
La respuesta llegó al instante.
—Es que… —Cuando ella se interrumpió y extendió las manos, él habría dado toda su fortuna por escuchar el resto. Y a la vista de lo que dijo a continuación, marcando cada punto con uno de sus largos dedos enguantados, habría valido la pena—. Se me ha pasado el arroz.
No parecía vieja.
—Soy sosa.
Eso se le había ocurrido a él, pero no lo era. En realidad, no. De hecho, parecía ser justo todo lo contrario..
—Soy poco interesante.
Eso no era cierto.
—Fui desechada por un duque.
Pero todavía no decía toda la verdad.
—¿Y ahí radica el problema?
—Su mayor parte —respondió—. Aunque realmente no es del todo cierto, porque el duque en cuestión nunca pretendió casarse conmigo, para empezar.
—¿Por qué no?
—Estaba locamente enamorado de su esposa.
—Vaya, eso sí que es una desgracia.
Ella le dio la espalda y volvió a mirar hacia el cielo.
—No para ella.
En su vida había deseado tanto acercarse a alguien. Aun así, Diablo permaneció en las sombras, observándola.
—Si no puede casarse por todas esas razones, ¿por qué pierde el tiempo aquí?
Ella soltó una suave carcajada, un sonido grave y encantador.
—¿Acaso no lo sabe? El tiempo de cualquier mujer soltera está bien empleado cuando se encuentra cerca de caballeros disponibles.
—Ah, así que no ha renunciado al matrimonio…
—La esperanza es lo último que se pierde —contestó.
Casi se rio ante la ironía que teñía aquellas palabras. Casi.
—¿Y entonces?
—Es difícil, porque a estas alturas los requisitos que mi madre impone a cualquier pretendiente son muy estrictos.
—¿Por ejemplo?
—Debe latirle el corazón.
Aquello sí le hizo reír, y su risa fue un único y estridente ladrido que lo dejó pasmado.
—No me sorprende que, con tan elevados estándares, haya tenido esos problemas.
Ella sonrió, y el blanco de sus dientes brilló a la luz de la luna.
—Es un milagro que el duque de Marwick no se haya desvivido para llegar hasta mí, lo sé.
Aquello le recordó, al instante y con toda dureza, cuál era el propósito de aquella noche.
—Quiere cazar a Marwick.
«Sobre mi cadáver en descomposición».
Ella hizo un gesto con la mano.
—Cosas de mi madre, igual que el resto de madres de Londres.
—Dicen que está loco —señaló Diablo.
—Tan solo porque no pueden imaginarse por qué alguien prefiere vivir alejado de la sociedad.
Marwick vivía alejado de la sociedad porque mucho tiempo atrás había hecho un pacto para no vivir en ella. Pero Diablo no se lo contó; buscó otra réplica.
—Apenas han tenido tiempo de echarle un vistazo.
Su sonrisa se convirtió en un gesto de suficiencia.
—Han visto su título, señor. Y es terriblemente apuesto. Un duque ermitaño también puede convertir a una mujer en duquesa, después de todo.
—Eso es ridículo.
—Así es el mercado matrimonial. —Se detuvo antes de continuar—. Pero no importa. No soy la adecuada para él.
—¿Por qué no? —No le importaba.
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