Название: Novelas completas
Автор: Jane Austen
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Colección Oro
isbn: 9788418211188
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En su intensa meditación sobre el contenido de la carta, sobre la depravación de la mente que pudo dictarla y, probablemente, sobre la muy diferente naturaleza de una persona muy distinta, que no tenía otra relación con el asunto que la que su corazón le asignaba con cada cosa que ocurría, Elinor olvidó la pena de su hermana allí frente a ella, olvidó las tres cartas en su regazo que todavía no había leído, y de manera tan completa olvidó el tiempo que había estado en la habitación, que cuando al escuchar un coche llegando a la puerta se acercó a la ventana para ver quién venía a horas tan sorpresivamente tempranas, fue todo asombro al reparar en que era el carruaje de la señora Jennings, que sabía no había sido ordenado sino hasta la una. Decidida a no dejar a Marianne, aunque sin ninguna esperanza de poder contribuir en ese instante a su sosiego, se apresuró a salir para disculparse de acompañar a la señora Jennings, dado que su hermana se sentía indispuesta. La señora Jennings, con una alegre preocupación por el motivo de la excusa, la aceptó con toda facilidad, y Elinor, tras despedirse de ella y ver que partía sin problemas, volvió donde Marianne; la encontró intentando levantarse de la cama y alcanzó a llegar a su lado justo a tiempo para impedir que cayera al suelo, débil y aturdida por una prolongada falta de adecuado descanso y alimento, pues eran muchos los días que había pasado sin probar bocado, y muchas las noches desde la última vez que había dormido de verdad; y ahora, cuando su mente ya no se sostenía llena de fiebre, se vieron las consecuencias de todo ello en una cabeza adolorida, un estómago debilitado y una fragilidad nerviosa general. Un vaso de vino, que Elinor de inmediato le trajo, la restauró algo, y por fin fue capaz de expresar parte de su cariño al decir:
—¡Pobre Elinor! ¡Cuántas penas te doy!
—Solo desearía —manifestó su hermana— que hubiera algo que pudiera hacer para consolarte.
Esto, al igual que habría ocurrido con cualquier otra cosa, fue demasiado para Marianne, que solo pudo exclamar con toda la angustia de su corazón, “¡Ay, Elinor, que miserable me siento”, antes de que el llanto ahogaran totalmente su voz.
Elinor no pudo seguir contemplando en silencio este torrente de dolor que fluía sin encontrar obstáculo.
—Haz un esfuerzo, Marianne —la conminó—, o te matarás y, junto contigo, a todos los que te aman. Piensa en tu madre; piensa en su pena al saber que tú sufres; por ella, tienes que dominarte.
—No puedo, no puedo —exclamó Marianne—; déjame, déjame si te hago sufrir; déjame, ódiame, olvídame; pero no me tortures de esta manera. ¡Ay! ¡Qué fácil es para quienes no tienen penas propias hablar de esfuerzo! Feliz, feliz Elinor, tú no puedes tener idea de lo que sufro.
—¡A mí me llamas feliz, Marianne! ¡Ah! ¡Si supieras! ¡Y cómo crees que pueda serlo viéndote tan desgraciada!
—Perdóname, perdóname —repitió abrazándola—; sé que me compadeces; sé cuán buen corazón tienes; pero incluso así eres... debes ser feliz; Edward te ama... ¡Qué, dime qué podría matar una felicidad como esa!
—Muchas, muchas circunstancias —dijo Elinor muy seriamente.
—No, no, no —exclamó Marianne con voz enardecida—; él te ama, a ti y a nadie más que a ti. No puedes tener aflicción alguna.
—No puedo ser feliz mientras te vea en tal estado.
—Y nunca más me verás en otra forma. La mía es una desgracia a la que nada puede terminarla.
—No debes hablar así, Marianne. ¿Acaso no tienes descanso alguno? ¿No tienes amigos? ¿Es tan grande tu pérdida que no deja lugar al consuelo? Por mucho que sufras ahora, piensa en lo que habrías sufrido si el descubrimiento de su carácter se hubiera postergado para más adelante... si tu compromiso se hubiera alargado por meses y meses, como podría haber acontecido, antes de que él hubiera decidido acabarlo. Con cada nuevo día de desventurada confianza de tu parte se habría hecho más terrible el golpe.
—¡Compromiso! —exclamó Marianne—. No ha existido ningún compromiso.
—¡Ningún compromiso!
—No, no es tan villano como piensas. No me ha engañado.
—Pero te dijo que te amaba, ¿no?
—Sí... no... nunca... en absoluto. Estaba siempre en nuestras mentes, pero nunca declarado abiertamente. A veces creía que lo había hecho... pero jamás tuvo lugar.
—¿Y todavía así le escribiste?
—Sí... ¿podía estar mal después de todo lo que había sucedido? Pero no puedo explicar más.
Elinor calló, y volviendo su atención a las tres cartas que ahora le despertaban mucho mayor curiosidad que antes, se dedicó enseguida a examinar el contenido de todas ellas. La primera, que era la enviada por su hermana cuando llegaron a la ciudad, era como sigue:
«Berkeley Street, enero.
»¡Qué gran sorpresa te llevarás, Willoughby, al recibir esta! Y pienso que sentirás algo más que sorpresa cuando sepas que estoy en la ciudad. La oportunidad de venir acá, aunque con la señora Jennings, fue una tentación a la que no pude resistir. Ojalá recibas esta a tiempo para venir a verme esta noche, pero no voy a contar con ello. Si acaso, te aguardaré mañana.
»Por ahora, adieu.
M.D.»
La segunda nota, escrita la mañana después del baile donde los Middleton, decía estas palabras:
«No puedo expresar mi desengaño al no haber estado aquí cuando viniste ayer, ni mi estupefacción al no haber recibido ninguna respuesta a la nota que te envié hace alrededor de una semana. He estado aguardando noticias tuyas y, más todavía, verte, cada momento del día. Te suplico vengas de nuevo tan pronto como puedas y me expliques el motivo de haberme tenido aguardando. Sería mejor que vinieras más pronto la próxima vez, porque en general salimos alrededor de la una. Anoche estuvimos donde lady Middleton, que ofreció un baile. Me dijeron que te habían invitado. Pero, ¿es posible que esto sea cierto? Debes haber cambiado mucho desde que nos separamos si así ocurrió y tú no fuiste. Pero no estoy dispuesta a creer que haya sido así, y espero que muy pronto me asegures personalmente que no fue verdad.
M.D.»
El contenido de la última nota era este:
«¿Qué debo imaginar, Willoughby, de tu conducta de anoche? Otra vez te exijo una explicación. Me había preparado para encontrarte con la natural alegría que habría seguido a nuestra separación, con la familiaridad que nuestra intimidad en Barton me parecía justificar. ¡Y cómo fui despechada! He pasado una noche miserable intentando excusar una conducta que a duras penas puede ser considerada menos que insultante; pero aunque todavía no he podido encontrar ninguna explicación razonable para tu conducta, estoy perfectamente dispuesta a escucharla de ti. Quizá te han informado mal, o engañado a propósito en algo relativo a mí que me pueda haber humillado en tu opinión. Dime de qué se trata, explícame sobre qué bases obraste y me daré por satisfecha si soy culpable. Ciertamente me apenaría tener que pensar mal de ti; pero si me veo obligada a hacerlo, si voy a encontrarme con que no eres como hasta ahora te hemos creído, con que tu consideración por todas nosotras no era sincera y el único propósito de tu conducta hacia mí era el engaño, mejor saberlo lo antes posible. En este momento me siento llena de la más atroz incertidumbre; deseo perdonarte, pero tener una certeza, en cualquier СКАЧАТЬ